CLUB SOCIAL SAN JUSTO
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"Al Servicio de la Comunidad de San Justo y La Matanza"

sábado, 12 de julio de 2014

Gabriel Mayol

Siempre hay hombres que dedican su vida al servicio en pos de la comunidad, este es el ejemplo de un bombero voluntario con todas sus letras, con sus jóvenes 80 años de vida sigue colaborando en su entidad de toda la vida, aquí está a la vista de todos con la nota periodística del diario de la UNLaM.
HISTORIA DE VIDA (Fecha 12 de julio de 2014)

Un bombero por “envidia”

Gabriel Mayol se desempeña como bombero voluntario desde 1964 y, a lo largo de su trayectoria, tuvo episodios dolorosos y otros gratificantes, como el reconocimiento de la gente y de sus propios compañeros. Hoy, en el cuartel de Isidro Casanova, tras 80 años de vida y 60 de servicio, recordó que se inició en esta actividad luego de que un amigo lo hiciera sin avisarle.
“Me hice bombero voluntario por envidia”, comenzó a contar Gabriel Mayol a El1 Digital, mientras rememoraba qué lo motivó a acercarse, a los 19 años, al cuartel de Ciudadela. “Enfrente de casa había un muchacho con quien compartíamos mucho y hasta habíamos prometido que si uno se casaba, el otro también. Se hizo bombero y no me dijo nada pero, cuando me enteré, me hice bombero yo también”, recordó divertido.
Cuando cumplió sus 60 años de servicio, en junio, sus compañeros del cuartel de Isidro Casanova, donde se desempeña desde 1971, organizaron un homenaje sorpresa para reconocer su trabajo. “Me emocioné demasiado porque no lo esperaba”, contó.
Sin embargo, no todo es alegría en su relato. Cerca de los años 70 perdió la visión en su ojo derecho mientras intentaba apagar el fuego en una fábrica de aerosoles y, desde entonces, sólo ve luces. No obstante, sin achicarse ante el peligro y las malas experiencias, para Mayol “a un incendio no hay que tenerle miedo, sino respeto”.
La tarea del bombero voluntario es dura. “Acá no tenemos sueldo”, señaló Mayol, pero el calor de la gente los motiva a seguir adelante. “Algunos se acuerdan de nosotros y eso nos gratifica. Igualmente, haría falta que más personas tengan conciencia de nuestra labor y que sepan que la hacemos sin la ambición de ganar algo”, expresó.
Hoy, se aleja de las llamas porque sus 80 años se lo exigen. “Hay que ser prudente”, aseguró. Pero sigue en el lugar que tanta historia tiene para él y forma parte de la reserva activa que se encarga de la atención telefónica y de colaborar en los incendios con la toma de datos y el manejo de la bomba.
Fuente: El1 Digital http://www.el1digital.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=45303