El Club Social San Justo continua con las publicaciones en el “Ciclo
de Poesías, Narrativas y Cuentos breves 2013” que es un espacio para poetas y
escritores que deseen publicar su arte a través de las letras en nuestra Web;
las mismas serán seleccionadas y publicadas en esta pagina digital los días
domingos. Aconsejamos para ver esta página Web usar el Navegador Mozilla.
El primer
heroísmo cristiano
En el Huerto de los
Olivos, en horas cristianas cruciales, está el Hombre con su alma angustiada,
mezcla de responsabilidad y designio, rezando. Allí también dice: “Padre, si
quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
En la oración sucede
siempre el hallazgo de refugio ante la tribulación, es el lugar donde se
reconcilia el espíritu con la verdad e, inmediatamente y cual consecuencia,
también con la esperanza.
Ese momento de la vida de
Jesucristo, uno de mis favoritos, ha sido utilizado muchas veces en perjuicio
de su verdadero mensaje evangélico. Pues allí, los detractores, alegan creer
ver a un mesías confundido, dudando acerca de su misión, y con atisbos cercanos
a la claudicación; y que luego no hizo más que resignarse ante los hechos.
Cuando Jesucristo indaga
si es posible pasar de ese cáliz lo hace desde un Dios hecho carne que sabe lo
que vendrá en dolor. No hacerlo significaría minimizar la flagelación de la
crucifixión, y también sería una demostración de soberbia nada inherente a
Jesucristo. Por añadidura, donde se intenta concederle un título de resignación
a la posterior elección, en realidad, no se está apreciando la mayor belleza de
la carne pidiendo ser comandada por el espíritu. Nuestro Señor tiembla en su
carne lo que ha de acontecer inevitablemente, pero su espíritu se sobrepone y
clama que no se haga su voluntad sino la de Dios.
La cristiandad no
consiste en una indiferencia ante el dolor, o de un goce extraño en el sufrir.
Este pasaje del Evangelio nos enseña que nuestra conveniencia será la que
busque siempre evitar el sacrificio, y que el heroísmo cristiano consiste en la
aceptación de lo que ha de hacerse, no como nosotros quisiéramos, sino
subordinando nuestro sentir siempre a la fuerza superior de nuestro espíritu en
comunión con Dios.
Poco tiempo después de
ese episodio, tendremos a Jesucristo en la Cruz, pagando las consecuencias de su mensaje
revolucionario de amor, más allá de los sistemas preexistentes, y más allá
también de los tiempos venideros, encarnando un ente de valores sacros e
inmortales. Allí, con las carnes desgarradas, a punto de cumplir con su misión,
una vez más, vuelve a expresar el dolor inefable de la carne y pregunta: “Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Vuelve, entonces, a sentirse hombre
en la angustia del dolor. Pero así como ya dijera, que la verdad está ligada
siempre e inmediatamente con la esperanza, es cuando vuelve a ejercitar ese
primer heroísmo cristiano al decir luego: “Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu”.
SPLIT TIN