La buena lectura da para
compartir, he aquí un buen texto periodístico del Diario Página 12:
Las fiestas tristes
No
fue una Nochebuena fácil, ni lo será el Año Nuevo. No están siendo alegres
estas fiestas, no para toda la Argentina, pero sí para su mitad. Y quizá para
más que su mitad. Quizá, a apenas dos semanas de inaugurado el gobierno de
Macri, aquellas dos mitades de torta casi idénticas pero asimétricas y cuya
asimetría nos dejó en este embrollo, ya se hayan movido y hoy haya una mayoría
que, previéndolo o desayunándose, se encuentra gobernada a los empujones, a los
decretazos, con una prepotencia inexplicable para un gobierno surgido de las
urnas, con una urgencia desmedida para redistribuir la riqueza entre los más
ricos, ni siquiera entre los ricos. “Macri es la fiesta a la que nunca te van a
invitar”, rezaba una leyenda de la campaña que se vio en muros de verdad y
muros virtuales. Lo que seguramente muchos votaron comprando el slogan de “la
vuelta a las instituciones” y “la unión entre argentinos” rápidamente se reveló
como un pacto que manchará la historia.
Muchos
ciudadanos intoxicados con el relato de la verdadera cadena nacional, que ahora
no se detiene ni un instante en medios públicos y privados, el relato de la
yegua, los planeros, los choriplaneros, los mercenarios, los corruptos, los que
se llevaban todo por delante, los que votaban como en una escribanía, los que
aprobaban leyes a libro cerrado, los que tenían y tienen por jefa a una mujer
que los engañó a todos porque su único objetivo era acumular su propia riqueza,
en fin, ese relato de la derecha engordado por algunas voces que aún hoy dicen
ser progresistas, muchos que acríticamente compraron el paquete de denuncias de
los canales y las radios que hoy tienen la sartén por el mango, ya advirtieron
o están en vías de probar en carne propia que esos canales y esas radios nunca
brindaron un servicio de información, sino que fueron favorecedores del
avasallamiento a las instituciones.
Porque eso es lo
que hay, y es eso lo que vemos. Que los que hasta el hartazgo de la náusea
acusaron en los últimos años al kirchnerismo por “sus formas”, hoy adoptan las
formas más antidemocráticas que hemos conocido desde 1983. Con un presidente de
la Corte Suprema sonriendo en el segundo plano de la foto, Macri asumió como
Presidente con un Poder Judicial que torvamente le arrebató a la ex Presidenta
doce horas de mandato. Eso no se va a olvidar. Después Macri mandó a completar
la Corte por decreto, cosa de la que Lorenzetti se anotició “con beneplácito”.
Macri disparó a repetición DNU que se ejecutaron sin la aprobación del
Congreso. Macri ya ha dicho que gobernará por decreto. No hubo debates en la
televisión sobre un presidente legítimo que anuncia que prescindirá de uno de
los poderes del Estado.
En la televisión
ya se debate solamente sobre lo que Macri autoriza. Los medios están gobernados
por sus pautas publicitarias, y ese garrote vil Macri no tendrá empacho en
usarlo. Ya hizo volar de todos los medios las voces opositoras. Los analistas
económicos que consultan todos los canales para analizar el shock económico son
todos liberales. No hay críticas. No se escuchan críticas, salvo aisladas y
respetables. El periodismo profesional” o “independiente”, como colectivo, está
demostrando que puede independizarse fácilmente de la verdad y de la lealtad a
su audiencia.
La Nochebuena
transcurrió en medio de las peores inundaciones que recuerde el Litoral. Todos
recordamos, porque fue hace muy poco, el escándalo que esos medios hicieron en
las inundaciones en las que Scioli estaba en Italia por un viaje programado por
su brazo. Era tema del día. Pantallas y pantallas mostrando agua, María Eugenia
Vidal chapoteando bajito. Ahora que ya ganó el candidato que alentaban bajo la
careta del profesionalismo, el agua no se vio en la Nochebuena. No iban a
mostrar nada que le produjera un reproche a su Presidente. Los inundados se
vieron recién al día siguiente. El presidente tampoco se ve, aunque en los
diarios te muestran lo lindo que es el country de Villa La Angostura donde se
fue de vacaciones con Juliana, que es divina, y con Antonia, que es un sol. En
Télam, te informan sobre lo divertido que fue ver al perro de Macri paseando
por la Rosada. Van a seguir así. Ocultando. Desinformando. Estas fiestas no son
alegres, y no se trata ya de haber perdido las elecciones. Eso no produjo ni siquiera
un instante de fricción. Es que, vamos, vivíamos en una democracia de verdad,
aunque siempre que los dos puntos de una elección eran a favor del oficialismo,
oposición y medios gritaran “¡Fraude!”. Cuando esos dos puntos –menos, en
realidad– fueron a favor de Macri, nadie gritó. Esa derrota fue inmediatamente
aceptada, como lo fue la derrota del oficialismo venezolano en las legislativas
que perdió. Podrán estar en desacuerdo por los proyectos populares o
populistas, pero han mentido siempre que dijeron que el poder estaba siendo
usurpado.
Los macristas
cantaban “Sí se puede”, y claro que sí se podía. Eso nunca estuvo en duda. La
realidad daba señales muy claras de que si la oposición lograba constituirse en
mayoría, podría sin ningún obstáculo llegar al poder. La mitad de la torta que
adhiere al proyecto nacional y popular está unida indisolublemente a la
democracia, aunque no cree que la democracia forzosamente tenga que tener
formas y contenidos liberales. Lo que había que detener a toda costa era una
democracia representativa y popular.
La trampa del
fraude jamás pasaría la prueba de la voluntad popular, sencillamente porque la
esencia de esa voluntad es ella misma, es su propio volumen, que no se puede
falsear. Claro que “se podía”, pero el problema es cómo se pudo, articulando
qué fuerzas, haciendo qué concesiones, pagando qué costos contra el pueblo,
haciéndoles lugar a qué intereses nacionales y extranjeros. El radicalismo que
permanece en la UCR pagará con vergüenza ser parte de este proyecto antidemocrático
que ha llegado para acallar voces, suprimir instituciones creadas por leyes
votadas por mayorías indiscutidas, burlarse, en fin, de esa parte de su propio
electorado que creyó desde alguna parte de su propia confusión que Macri podía
representar a la clase media o incluso a los trabajadores. Macri ha llegado al
gobierno pero son otros los que han llegado al poder. Dijimos mil veces que la
vereda antagónica real de la Argentina, como la de medio mundo, enfrentaba a la
democracia con las corporaciones. La política contra las finanzas. Y lo que “sí
se pudo” fue vencer al kirchnerismo en las urnas, aunque el precio es haber
renunciado a la política, incluso a la política opositora, incluso a la
política liberal, para dar a luz un engendro gerencial a cuya sola luz es
concebible que le pusieran la faja de clausura a la Afsca a las once de la
noche de un 24 de diciembre, sin medios de comunicación presentes, con la cola
de paja de quien actúa a la sombra de la ley. El sector militante de derecha
del Poder Judicial no puede ponerse la careta. A ningún periodista de los
grandes medios le llamó la atención ni vinculó al fiscal Stornelli, que imputó
a Sabbatella y promovió el desalojo de la institución y dejó en suspenso una
ley nacional, con Macri. Y Macri que decía en su modesto discurso inaugural que
no quería una Justicia macrista. Y Macri que decía en ese mismo discurso que
iba a defender la libertad de expresión.
Los que quieren
preguntar, los soldados de Clarín y sucedáneos, podrán ahora hacerle conferencias
de prensa al presidente todas las veces que quieran. Tendrán la fabulosa
oportunidad de preguntarle cómo se lleva con Juliana, qué travesuras hace
Antonia, qué alimento balanceado come Balcarce, cómo le fue en Villa la
Angostura, o esas cosas tan relevantes para las instituciones de la Nación.
Mientras tanto,
las voces críticas han sido acalladas o van en camino de serlo, de un modo
desconocido para los argentinos, que en estos últimos doce años hemos convivido
entre expresiones de todos los colores y todos los tonos, incluidos los
mentirosos, los injuriantes y los cínicos. Dijeron lo que quisieron, y tuvieron
pauta oficial. Ahora, a los canales privados se los aprieta con el
levantamiento de pautas de ciudad, provincia y nación si ponen al aire contenidos
no consensuados.
Una vez más, tal
como lo hemos sostenido también durante el largo debate de la ley de medios que
Macri avasalla poniendo en peligro el Estado de Derecho, hay que diferenciar a
los medios de sus trabajadores. En ellos, en los que más allá de sus opiniones
políticas está el discernimiento de lo que constituye una estafa informativa,
reside una esperanza de racionalidad frente a este régimen que ya mostró su faz
autoritaria, y que no se detendrá si no lo detenemos.
Sandra Russo