El Club Social San Justo continua
con las publicaciones en el “Ciclo de Poesías, Narrativas y Cuentos breves 2013” que es un espacio
para poetas y escritores que deseen publicar su arte a través de las letras en
nuestra web; las mismas serán seleccionadas y publicadas en esta pagina digital
los días domingos.
Buenos Ayres Mil
El siglo veintiséis fue testigo de la más cruenta guerra que
la humanidad entera hubiese librado. No era un conflicto entre naciones, era un
conflicto entre dominados y dominadores.
Los dominados fundaron, bajo los principios del bien común y
la justicia, pequeñas y nuevas comunidades, modificando el mapa político
mundial. Luchaban por la igualdad. Los suburbios de las viejas ciudades, lugar
en el que antiguamente vivieron, habían quedado en ruinas, pues eran el
escenario de las incesantes batallas.
En las grandes y modernas urbes residían los dominadores;
habían conducido el destino de la humanidad durante siglos y peleaban para
recuperar el poder. A pesar de su superioridad, los aquejaba un problema; no
sabían cuál era la causa que había despertado la conciencia social,
desparramándola por todo el planeta, y quién era el creador del movimiento.
Cincuenta años de esfuerzo les costó descubrir al causante de
todos los males; un e-mail, un vulgar foward creado a principios del siglo
veintiuno. Tenían la dirección exacta desde donde había sido efectuada la
emisión y, lo más importante, su contenido. Sin dudarlo, enviaron cinco
soldados al pasado para deshacerse del autor y evitar la futura rebelión.
Los militares fueron materializados a cincuenta metros del
objetivo y tenían quince minutos para concretar la misión. Penetraron en el
edificio y luego en el departamento del sujeto a eliminar, haciéndose
invisibles a la percepción humana y abriendo cerraduras con un diminuto láser.
Observaron al creador, un muchacho de unos diecinueve años de edad, redactando
el texto que despertaría lentamente la conciencia mundial.
El líder del pelotón lo asesinó, con un arma que causaba un
ataque cardíaco, leyó el e-mail y creyó
haber cometido una injusticia, pues sólo era un inofensivo poema de amor. Miró
los rostros de sus cuatro camaradas, envió el e-mail y dijo en voz alta: “Se equivocaron de hombre
¿Quién puede despertar al mundo con un poema de siete versos?”.
Jano