CLUB SOCIAL SAN JUSTO
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"Al Servicio de la Comunidad de San Justo y La Matanza"

lunes, 9 de diciembre de 2013

Martín Gil

Biografía de Martín Gil: Fue abogado, político y prolífico escritor. Con una especial afición por la astronomía y la meteorología, actuó a principios del siglo XX tanto en Córdoba como en Buenos Aires.
Nació el 23 de octubre de 1868 en la ciudad mediterránea, tres años antes de la inauguración del Observatorio Nacional Argentino con sede en la misma.
Perteneciente a una familia con un buen pasar económico, hijo de Isaías Gil y Secundina Martínez Carranza.
Su padre fue un importante abogado, profesor universitario, Diputado Nacional por Córdoba (1884-1888) y autor del proyecto de Ley Orgánica de los Tribunales y del Código de Procedimientos Civil y Comercial de la provincia de Santa Fe (1888)
Estudió abogacía en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
Se casó con Ernestina Centeno con la que tuvo cuatro hijos
Durante la gobernación de Ramón J. Cárcano, entre los años 1913 y 1916, Martín Gil se desempeño como Ministro de Obras Públicas en la provincia de Córdoba, por el partido conservador “Concentración Popular”.
En 1924 fue elegido Senador Provincial y desde 1926 hasta 1930 fue Diputado Nacional por Córdoba por el Partido Demócrata.
Gil es un reconocido escritor. Abordó la literatura y la prosa costumbrista, de leve humor. Sus obras fueron: Modos de ver (1903), Agua Mansa (1905), Cosas de arriba (1909), Prosa Rural (1912), Celestes y Cósmicas (1917), Mirar desde arriba (1930), Un anillo desaparecido (1930), Milenios, Planetas y Petróleo (1936), además de un gran número de artículos publicados en diarios y revistas. Fue miembro de la Academia Argentina de Letras.
Como aficionado de las ciencias del cielo y la atmósfera, se destacó por su labor como divulgador, produciendo numerosos artículos periodísticos sobre diversos temas y anunciando noticias de interés para el público. Tomó  especial notoriedad a partir de 1907, año en que comienza a publicar regularmente en el periódico porteño “La Nación”.
Su excelente relación con la prensa llevó a que tanto en Córdoba como en Buenos Aires, fuera a quien se consultaba por cuestiones astronómicas o meteorológicas, aún antes que al propio Observatorio Nacional Argentino (ONA) o la Oficina Meteorológica Argentina (OMA). Como ejemplo de esto, pueden señalarse varios artículos publicados en “Los Principios” de Córdoba, entre los cuales el más significativo es el del 25 de junio de 1923, titulado “Don Martín Gil nos habla del incendio observado en el cielo”, oportunidad en la que se lo consulta sobre una noticia con origen en el Observatorio de La Plata, referido a la aparición de una nova, mostrando claramente que éste era el referente y no el Observatorio local. Sus artículos eran leídos y valorados en gran parte del país.
Para comprender su influencia en el público, resulta esclarecedor el comentario realizado por José M. Martínez Carreras – luego empleado del ONA a comienzos de la década de 1930 –, en el que indica: “El señor Martín Gil ha hecho simpática y atrayente a una ciencia que los sabios con su desmedida afición al símbolo matemático han hecho intolerable aún para muchos que no permitirían ser colocados entre los del vulgo, a secas” (Los Principios, 1/12/1928).
Algunos autores han señalado incorrectamente que cumplió tareas en el ONA. No existe ninguna referencia a M. Gil en los libros de sueldos, ni en los copiadores existentes en la institución. Además, la lectura de la correspondencia entre Perrine – George E. Hale deja en claro que no trabajó en el observatorio.
La confusión probablemente parte de su gran presencia en los medios de prensa de la época, los que con frecuencia mezclaban los dichos de Gil con la información dada por el ONA. Muestra de esto es la nota aparecida en Los Principios el 24 de octubre de 1926, referida al 55 aniversario del Observatorio, en la que se incluye una fotografía de Martín Gil entre las de los directores y empleados de la institución. El propio Martín Gil toleraba esa errónea situación.
Martín Gil instala en su vivienda ubicada en Av. Argentina 104 un pequeño observatorio, con una cúpula giratoria que daba cobijo a un refractor Zeiss con objetivo triplete de 180 milímetros de diámetro y 2.540 mm de distancia focal. Contaba con montura ecuatorial y sistema de seguimiento – controlado por un regulador de fuerza centrífuga –, además de diversos accesorios: helioscopio de un prisma, espectroscopio estelar, así como varios filtros. Se trataba de un telescopio muy considerable para la época. Aunque no hay referencias, seguramente contaba con algunos instrumentos meteorológicos. Entre 1903 y 1904 se asoció a la Société Astronomique de France.
Fue también socio de la Asociación Argentina Amigos de la Astronomía, en la que figura en la categoría “socio fundador” en 1929. Sin embargo, a partir de 1931 ya no figura en las listas de socios.
No puede negarse que Martín Gil fue muy conocido en su época, incluso Julio Cortázar en 1942 en su cuento “Los limpiadores de estrellas” lo cita junto a Enrique Gaviola – en ese momento director del ONA – y a los mismísimos Copérnico y Galileo. Aún hoy, más allá de su obra literaria, se lo recuerda como “meteorólogo y astrónomo” y es citado en numerosas fuentes.
Sin embargo, a la luz de lo dicho, más allá de sus gestiones para la creación de un Observatorio de Física Solar y Cósmica y su breve actuar en la Oficina Meteorológica, parece más justo recordarlo principalmente como un gran divulgador de la astronomía.
Falleció el 9 de diciembre de 1955.