Biografía de Martín Gil: Fue
abogado, político y prolífico escritor. Con una especial afición por la
astronomía y la meteorología, actuó a principios del siglo XX tanto en Córdoba
como en Buenos Aires.
Nació el 23 de
octubre de 1868 en la ciudad mediterránea, tres años antes de la inauguración
del Observatorio Nacional Argentino con sede en la misma.
Perteneciente a
una familia con un buen pasar económico, hijo de Isaías Gil y Secundina
Martínez Carranza.
Su padre fue un
importante abogado, profesor universitario, Diputado Nacional por Córdoba
(1884-1888) y autor del proyecto de Ley Orgánica de los Tribunales y del Código
de Procedimientos Civil y Comercial de la provincia de Santa Fe (1888)
Estudió abogacía
en la Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
Se casó con
Ernestina Centeno con la que tuvo cuatro hijos
Durante la
gobernación de Ramón J. Cárcano, entre los años 1913 y 1916, Martín Gil se
desempeño como Ministro de Obras Públicas en la provincia de Córdoba, por el partido
conservador “Concentración Popular”.
En 1924 fue
elegido Senador Provincial y desde 1926 hasta 1930 fue Diputado Nacional por
Córdoba por el Partido Demócrata.
Gil es un
reconocido escritor. Abordó la literatura y la prosa costumbrista, de leve
humor. Sus obras fueron: Modos de ver (1903), Agua Mansa
(1905), Cosas de arriba (1909), Prosa Rural (1912), Celestes
y Cósmicas (1917), Mirar desde arriba (1930), Un anillo desaparecido
(1930), Milenios, Planetas y Petróleo (1936), además de un gran número
de artículos publicados en diarios y revistas. Fue miembro de la Academia Argentina
de Letras.
Como aficionado
de las ciencias del cielo y la atmósfera, se destacó por su labor como
divulgador, produciendo numerosos artículos periodísticos sobre diversos temas
y anunciando noticias de interés para el público. Tomó especial
notoriedad a partir de 1907, año en que comienza a publicar regularmente en el
periódico porteño “La Nación”.
Su excelente
relación con la prensa llevó a que tanto en Córdoba como en Buenos Aires, fuera
a quien se consultaba por cuestiones astronómicas o meteorológicas, aún antes
que al propio Observatorio Nacional Argentino (ONA) o la Oficina Meteorológica
Argentina (OMA). Como ejemplo de esto, pueden señalarse varios artículos
publicados en “Los Principios” de Córdoba, entre los cuales el más
significativo es el del 25 de junio de 1923, titulado “Don Martín Gil nos
habla del incendio observado en el cielo”, oportunidad en la que se lo
consulta sobre una noticia con origen en el Observatorio de La Plata, referido a la
aparición de una nova, mostrando claramente que éste era el referente y no el
Observatorio local. Sus artículos eran leídos y valorados en gran parte del
país.
Para comprender
su influencia en el público, resulta esclarecedor el comentario realizado por
José M. Martínez Carreras – luego empleado del ONA a comienzos de la década de
1930 –, en el que indica: “El señor Martín Gil ha hecho simpática y
atrayente a una ciencia que los sabios con su desmedida afición al símbolo
matemático han hecho intolerable aún para muchos que no permitirían ser
colocados entre los del vulgo, a secas” (Los Principios, 1/12/1928).
Algunos autores
han señalado incorrectamente que cumplió tareas en el ONA. No existe ninguna
referencia a M. Gil en los libros de sueldos, ni en los copiadores existentes
en la institución. Además, la lectura de la correspondencia entre Perrine –
George E. Hale deja en claro que no trabajó en el observatorio.
La confusión
probablemente parte de su gran presencia en los medios de prensa de la época,
los que con frecuencia mezclaban los dichos de Gil con la información dada por
el ONA. Muestra de esto es la nota aparecida en Los Principios el 24 de octubre
de 1926, referida al 55 aniversario del Observatorio, en la que se incluye una
fotografía de Martín Gil entre las de los directores y empleados de la
institución. El propio Martín Gil toleraba esa errónea situación.
Martín Gil instala
en su vivienda ubicada en Av. Argentina 104 un pequeño observatorio, con una
cúpula giratoria que daba cobijo a un refractor Zeiss con objetivo triplete de 180 milímetros de
diámetro y 2.540 mm
de distancia focal. Contaba con montura ecuatorial y sistema de seguimiento –
controlado por un regulador de fuerza centrífuga –, además de diversos
accesorios: helioscopio de un prisma, espectroscopio estelar, así como varios
filtros. Se trataba de un telescopio muy considerable para la época. Aunque no
hay referencias, seguramente contaba con algunos instrumentos meteorológicos.
Entre 1903 y 1904 se asoció a la Société Astronomique
de France.
Fue también
socio de la
Asociación Argentina Amigos de la Astronomía, en la que
figura en la categoría “socio fundador” en 1929. Sin embargo, a partir de 1931
ya no figura en las listas de socios.
No puede negarse
que Martín Gil fue muy conocido en su época, incluso Julio Cortázar en 1942 en
su cuento “Los limpiadores de estrellas” lo cita junto a Enrique Gaviola – en
ese momento director del ONA – y a los mismísimos Copérnico y Galileo. Aún hoy,
más allá de su obra literaria, se lo recuerda como “meteorólogo y astrónomo” y
es citado en numerosas fuentes.
Sin embargo, a
la luz de lo dicho, más allá de sus gestiones para la creación de un
Observatorio de Física Solar y Cósmica y su breve actuar en la Oficina Meteorológica,
parece más justo recordarlo principalmente como un gran divulgador de la
astronomía.
Falleció el 9 de diciembre de 1955.