Estimados Socios y Vecinos de San Justo y La Matanza.
Atento a la correspondencia recibida por nuestra institución
vía correo electrónico, que dice textual:
“Agradezco sus saludos y envío adjunto Carta Pastoral y
Saludos de Navidad y Año Nuevo 2014
Bendiciones en el Niño Dios
+Baldomero Carlos Martini
Obispo de San Justo
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CARTA PASTORAL DE ADVIENTO Y NAVIDAD
2013
"A
todos los amados de Dios, llamados
a ser santos" (cf. Rom 1,7)
Queridos Hermanos: les deseo un
Santo Adviento y que Navidad sea
una fiesta de paz en lo intimo de cada
corazón, de toda familia y de la Patria, hoy tan herida.
1. Adviento,preparación para la Navidad
En el Adviento nos preparamos para la Navidad, para el novedoso
acontecimiento del nacimiento de Dios en nuestra historia, fundamento de
nuestra Esperanza. Lo hacemos celebrando
y ...
a) ... recordando el pasado: El Hijo Dios se hace hombre, se hace uno de
nosotros para salvarnos, para que tengamos vida plena. Es la primera venida o
llegada de Jesús en la humildad y debilidad de nuestra carne, se mete en todo
lo humano y para que todo lo nuestro renazca en su corazón.
b) ... preparando el futuro: Es decir estando atentos, vigilantes y
actuantes para la venida del Hijo de Dios en el esplendor de su gloria, cuando
llegará para "juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin"(Credo).
Es la segunda o última venida de Cristo. Gritamos: ¡Ven Señor Jesús,Ven!
c) ... viviendo el presente: "El Señor viene ahora a nuestro
encuentro, en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la
fe y para que demos testimonio por el amor (Prefacio de Adviento II). Es la
"venida intermedia" que "es como un camino que conduce de la
primera a la última" (S. Bernardo). Viviendo esta venida dejamos madurar la cultura del Encuentro y de la Paz.
2. Navidad, intercambio divino
En la Navidad se produce un
admirable intercambio: Dios se hace hombre para que el hombre se divinice,
llegue a "participar de la naturaleza divina" (1Pe 1,4), se convierta
en hijo de Dios (cf. 1Jn 1,12), haciéndonos "hijos adoptivos" Suyos
(cf. Gal 4,5). Por lo tanto, la espiritualidad de la Navidad es la
espiritualidad de la adopción como hijos de Dios. En Navidad nace nuestro
hermano mayor Jesús. No somos huérfanos de Padre. Somos familia del Dios que es
Amor y Comunión, Misericordia y ternura.
El Dios que se hace hombre en
Navidad viene a revelarnos, a darnos a conocer, ...
a) ... que el Eterno es Amor y que podemos tener una experiencia personal y
directa del amor de Dios, porque justamente se hace visible y accesible a
partir de la encarnación.
b) ... que tenemos la certeza de ser amados, desde siempre y
para siempre, por un Padre amante de los hombre, a través de la mediación de
muchas personas.
c) ... que tenemos la capacidad y libertad de amar, porque
Dios nos ha amado y nos sigue amando hasta el punto de hacernos capaces de amar
como El.
3. Todos llamados, porque somos todos amados. Hacia una cultura
vocacional
La espiritualidad del Adviento y la Navidad nos introduce en
esta gran verdad: Yo también soy llamado (y no primero ni principalmente desde
un celular sino por Alguien –con mayúscula– que me ama eterna, infinita e
incondicionalmente). Es más, soy llamado
porque soy amado; sólo el llamado es amado; el ser llamado incluye el ser
amado, (incluso gramaticalmente la palabra amado está dentro de la palabra llamado, y la palabra amar dentro de llamar).
En cierto modo vivimos en una cultura anti vocacional, donde casi
nadie se siente llamado por nadie. Esto da ilusión de autonomía y libertad,
porque nadie me molesta. Pero hace caer en la desesperación y la frustración.
Porque si ninguno me llama no cuento nada para nadie, no soy valioso para
nadie; si nadie me llama, nadie me ama.
Tenemos que dar forma a una cultura vocacional en la cual todos nos
sintamos llamados por Cristo, para realizar el plan o proyecto de Dios en la
vida, por la acción del Espíritu Santo. No estamos en este mundo en vano, sino para cumplir una misión.
Hay llamadas que son comunes para
todos: llamados a la vida, a la fe, a la santidad, a la misión. Otras son más
específicas: como las llamadas al sacerdocio y la vida consagrada. Y hay otras
llamadas que, junto a las anteriores, hoy se van volviendo más urgentes:
llamadas a ser esposos y padres, al compromiso político-social, al servicio
educativo en serio... ¡Qué pocos se sienten llamados por Dios en estos ámbitos
y viven con plena responsabilidad estas llamadas!
4. Año 2014 “en clave vocacional”. Lo “ recibido” tiende a ser “donado”
Ya hemos vivido de octubre de 2004 a 2005 un Año vocacional diocesano. Ahora queremos dar un paso más. A partir del 13 de
diciembre en adelante, quiero convocarlos a un Año en clave vocacional, en el que todos podamos descubrir, meditar, vivir y celebrar la propia vocación y misión; año en el
cual todo lo que realicemos sea mirado y entendido desde la clave de la
vocación, sea leído y "abierto" su significado con esta llave (clavis en latín quiere decir justamente
llave). Porque la vocación –mi vocación a una misión– es el eje sobre el que
gira toda mi vida y le da sentido.
Esto lo podemos entender desde el
mismo sentido vocacional de la vida
que Dios nos ha regalado: La vida es un
bien recibido, que tiende –por su propia naturaleza, por su fuerza interna–
a ser en un bien donado. Mi vida me fue donada-regalada y está llamada a convertirse en un don-un
regalo para los demás.
a) Esto implica, por una parte, la presencia de una Voluntad buena e
inteligente que me ha preferido a la no existencia, que me amó antes de que
yo existiera, desde siempre y por siempre, y esto me dispone a ver la vida y mi
vida fuera del caos y la casualidad y dentro de un diseño amoroso e
inteligente.
b) Pero, por otra parte, si
he recibido el valioso y maravilloso bien
que es la vida –y todo lo que se me
ha dado en ella-, debo a su vez dar este
bien, donarlo, es natural hacerlo,
sería extraño que no lo hiciera. Y esto en la convicción de que por mucho que
llegara a donarme –a los otros, a la vida, a Dios mismo– nunca emparejaré la
cuenta con todo lo que he recibido. Por lo cual, si no escucho y elijo el
"normal" llamado a donar mi vida –porque no es mía y me ha sido
regalada–, estoy eligiendo mi propia infelicidad.
5. Los modelos vocacionales de Adviento y Navidad
Las figuras de las vocaciones del
Profeta Isaías, San Juan Bautista y la Virgen María,
nos sirvan de modelo e intercesión amorosa en estos tiempos fuertes para vivir
hasta el fondo y en obediencia al Señor nuestra vocación.
Cada uno de nosotros está llamado
a vivir de esa manera su estado de vida y sus trabajos u ocupaciones. Y si
siente que su existencia cotidiana no tiene sentido, tendrá que ponerse a
escuchar a Dios para reconocer su llamado y descubrir su verdadera misión en
esta tierra. A veces no se trata de cambiar de tareas o lugares, sino de vivir
en docilidad al Señor y totalmente dedicados a lo que se está haciendo –en la lógica
del amor recibido que a su vez normalmente se da– como una respuesta al llamado
del Señor. Nos dice el Papa Francisco en su reciente Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium que
"estamos llamados a ser
personas-cántaros para dar de beber a los demás. A veces el cántaro se
convierte en una pesada cruz, pero fue precisamente en la cruz donde,
traspasado, el Señor se nos entregó como fuente de agua viva. ¡No nos dejemos
robar la esperanza!" (n. 86).
Junto
al Pesebre, al Altar y a los pobres,
vivamos la Navidad
de la Paz y del
Encuentro y sea el reencuentro de los argentinos y que el Niño Dios nos
ilumine en esta hora que vivimos.
¡Jesucristo Señor de la
Historia te necesitamos, queremos ser nación y vivir como
hermanos!
¡DIOS ES AMOR!
FIRMA
+Baldomero Carlos
Martini
Obispo de San Justo
Con mi
Bendición Pastoral en el Niño Dios , nuestra Paz.”