CLUB SOCIAL SAN JUSTO
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domingo, 16 de agosto de 2015

Masacre de Acosta Ñú

La historia no debe olvidar los sucesos más terribles ocurridos en la historia de Sudamérica. Y uno de ellos es la Masacre de Acosta Ñú.
Acosta Ñú fue una de las más terribles batallas de la historia militar del mundo. De un lado estaban los brasileños con veinte mil hombres. Del otro, en el medio de un círculo, los paraguayos con tres mil quinientos soldados de nueve a quince años, no faltando niños de seis, siete y ocho años!
Junto a los tres mil quinientos niños paraguayos, combatían quinientos veteranos comandados por el General Bernardino Caballero.
Esa batalla librada el día 16 de agosto de 1869, fue necesaria para que el Mariscal Francisco Solano López continuase su retirada del cuartel general de Ascurra y siguiese con seguridad hacia Cerro Corá, mientras los "niños combatientes" retardarían a las tropas brasileñas. (Esa batalla de Acosta Ñú es aludida por Tasso Fragoso como batalla de Ñú Guazú - Campo Grande).
La batalla comenzó por la mañana, en un campo abierto, cubierto de malezas. Bernardino Caballero -el mejor general de Francisco Solano López- con sus quinientos soldados del VI Batallón de Veteranos, reunió a los tres mil quinientos niños y esperó el ataque. Los paraguayos quedaron, como acentuó Tasso Fragoso, en un "círculo de fuego".
Sufrieron el ataque brasileño por los cuatro lados: por el norte, la caballería de Hipólito Ribeiro; por el este, las fuerzas del General Cámara; por el sur, los veteranos del General Resin; y, finalmente, por el oeste, atropellaban las fuerzas comandadas por el Conde D'Eu. Atacados por los cuatro flancos, en una flagrante desproporción de fuerzas de cinco brasileños por cada paraguayo, la resistencia duró todo el día y, aún por la noche, el renombrado Conde D'Eu se tuvo que preocupar con los sobrevivientes heridos.
Acosta Ñú es el símbolo más terrible de la crueldad de esa guerra: los niños de seis a ocho años, en el calor de la batalla, aterrados, se agarraban de las piernas de los soldados brasileños, llorando, pidiendo que no los matasen. Y eran degollados en el acto. Escondidas en las selvas próximas las madres observaban el desarrollo de la lucha. No pocas empuñaron las lanzas y llegaron a comandar grupos de niños en la resistencia.
Finalmente, después de todo un día de lucha, los paraguayos fueron derrotados. Por la tarde, cuando las madres vinieron a recoger a los niños heridos y enterrar los muertos, el Conde D'Eu mandó incendiar la maleza. En la hoguera se veían niños heridos correr hasta caer víctimas de las llamas.
La resistencia en Acosta Ñú y el sacrificio de esos niños simbolizan perfectamente cómo la guerra se tornó implacable. Tanto por el lado de Francisco Solano López, formando un ejército de niños, como por el lado brasileño que no se avergonzó en matarlos.
Simboliza, también, la conciencia máxima de la defensa de la nacionalidad; la lucha extrema por la independencia nacional, llegando al suicidio de un pueblo que no quiso rendirse para no perder la libertad: la libertad, en el Paraguay de la época era un concepto práctico y no una palabra abstracta. Era el derecho a la tierra; a la alimentación; en fin, a la autonomía del país.
(El historiador paraguayo Andrés Aguirre consiguió que el 16 de agosto, sea el "Día del Niño" en el Paraguay, en homenaje a los niños de Acosta Nú. Hay un movimiento para que la OEA reconozca ese día como el Día del Niño en América).
“Si hemos vencido fue porque hasta los niños paraguayos hemos matado”, entre otras más, fueron las declaraciones de Sarmiento ya finalizada la Guerra de la Triple Alianza. Esta es la historia de los niños mártires de Acosta Ñu.
Dicen que el Paraguay era una nación de héroes, que no existía casi el analfabetismo, que económicamente era una nación ejemplar, y muchas cosas buenas más. Hasta que llegó la llamada Guerra de la Triple Alianza, impulsada por la potencia mundial de ese entonces, Inglaterra. El Paraguay enfrentó a Brasil, Argentina y Uruguay unidos en Alianza, como toda guerra fue una aberración. Y el Paraguay quedó totalmente destruido.
La guerra de la Triple Alianza es una de las guerras que más pasiones ha despertado. Incluso ahora, cualquiera que vaya a Paraguay tendrá la oportunidad de comprobar hasta qué punto una contienda desarrollada hace casi siglo y medio continúa viva en sus monumentos, los nombres de sus calles, las conversaciones de su gente, los temas de sus publicaciones.
El 8 de diciembre de 1868, durante la Guerra de la Triple Alianza, el Mariscal López decretó el traslado de la Capital de la República al pueblo de Piribebuy. El ejército brasilero, dirigido por el Conde D'Eu, a medida que iba ganando batallas iba avanzando por el territorio paraguayo. Superiores en armas y en número de combatientes arrasaban con todo a su paso.
El 4 de agosto de 1869 llegaron a Sapucay, luego a Valenzuela, llegando el 10 de agosto a Piribebuy. La situación del ejército paraguayo era paupérrima, cansados, prácticamente sin armas y en condiciones infrahumanas, seguían resistiendo los ataques del enemigo. La situación llegó a un punto tal, que en Paraguay se podía afirmar que ya no quedaban soldados para seguir luchando.
El pueblo fue cercado e intimada la rendición al comandante Pedro Pablo Caballero, quien contestó textualmente: “Estoy aquí para pelear y si es necesario morir, pero no para rendirme”. No ha de existir pueblo que haya sufrido tanto como el de Piribebuy durante la Guerra contra la Triple Alianza: degüellos, violaciones, matanzas increíbles, humillaciones y demás.
El 12 de agosto de 1869 en la plaza principal, donde se encuentra la iglesia, ocurrió la sangrienta batalla de Piribebuy, en donde soldados paraguayos armados más de valor que con armas reales, se encargaron de retrasar el avance del ejército aliado.
Fue una batalla desesperante la de Piribebuy, en donde los cañones fueron cargados con piedras, vidrios y arena porque no había balas; las mujeres combatían junto a los hombres y si no tenían armas, tiraban tierra a los ojos de los invasores.
Días después, el 16 de agosto, se produce la heroica batalla de Acosta Ñu, donde a falta de soldados, los niños fueron disfrazados con barbas postizas para que el enemigo los tomé por adultos y les presente combate; “Seis horas resistieron las cargas de la pesada caballería brasilera, que vengando el engaño acabaría incendiando el campo de batalla con sus oponentes infantiles”. Según cuenta el historiador argentino José María Rosa en su libro "La Guerra del Paraguay y las Montoneras argentinas".
Dijo Juan José Chiavenatto en su libro: “Los niños de seis a ocho años, en el fragor de la batalla, despavoridos, se agarraban a las piernas de los soldados brasileros, llorando para que no los matasen. Pero eran degollados en el acto”.
“Después de la insólita batalla de Acosta Ñu, cuando estaba terminada, al caer la tarde, las madres de los niños paraguayos salían de la selva para rescatar los cadáveres de sus hijos y socorrer a los pocos sobrevivientes, el Conde D´Eu mandó incendiar la maleza, matando quemados a los niños y sus madres.” Su orden era matar "hasta el feto del vientre de la mujer".
El Hospital de Piribebuy fue incendiado luego de que se cerraran todas las puertas y ventanas con 600 heridos, médicos y enfermeras dentro. El Archivo Nacional de la República fue sacado a la calle y con los documentos históricos se hicieron fogatas. La sangre corría por las calles como agua de lluvia, cuando se degolló a 900 prisioneros.
La Batalla de Acosta Ñu fue algo que en las batallas bélicas del mundo no tiene comparación, no existen antecedentes de otros ejércitos integrados completamente por niños.
En la batalla de Acosta Ñu, aproximadamente 3.000 niños paraguayos enfrentaron a 20.000 soldados del ejército brasilero, lo que se conmemora como un acto de heroísmo sin igual. Por la masacre producida, hasta la actualidad en Paraguay se recuerda la "batalla" de Acosta Ñu como un episodio de gloria. Y para conmemorarlo, todos los 16 de agosto se festejan el Día del Niño.