Nació el 26 de
enero de 1934, en la ciudad de Granada, unos 45 kilómetros al sureste de
Managua. Sacerdote jesuita, referente de la Teología de la Liberación y
exministro de Educación durante la revolución sandinista, razón por la cual el
papa Juan Pablo II le prohibió el ejercicio religioso en 1984.
Cardenal fue un gran impulsor y renovador de la educación en este país
centroamericano. Dirigió la Campaña Nacional de Alfabetización impulsada por el
gobierno sandinista en los ochenta (que tantas simpatías atrajo a la revolución
que derrocó la dictadura de Anastasio Somoza) y como ministro de Educación del
gobierno revolucionario impulsó profundas reformas en un país con altas tasas
de analfabetismo y una educación mediocre. Su vinculación a la revolución le
valió la expulsión de la orden jesuita en 1985.
En los años ochenta, tras el triunfo de la llamada Revolución Popular
Sandinista, Fernando Cardenal formó parte de un grupo de sacerdotes que se
vincularon directamente con el gobierno revolucionario, lo que les generó
fuertes críticas de la jerarquía católica del país y del Vaticano. Junto a
Cardenal trabajaron en el gobierno sandinista el religioso de la Congregación
Maryknoll, Miguel D’Escoto, canciller del país en aquel entonces; el poeta
Ernesto Cardenal, sacerdote diocesano y ministro de Cultura; y Edgar Parrales,
también diocesano, embajador de Nicaragua ante la OEA. En el caso de Fernando
Cardenal la orden jesuita lo expulsó por lo que él mismo denunció como
presiones de Juan Pablo II, gran crítico de los movimientos revolucionarios de
izquierda en Latinoamérica.
"Quien se negó rotundamente a conceder la excepción a los sacerdotes de Nicaragua para seguir trabajando en el Gobierno Revolucionario fue el papa Juan Pablo II. Me duele esta afirmación pero cristianamente no puedo callarla”, escribió Fernando Cardenal en un conmovedor texto titulado "Carta a mis amigos”, en el que explicaba detalladamente las circunstancias de su expulsión. Cardenal presentó una “objeción de conciencia” ante su caso y en su alegato contra la decisión de la jerarquía jesuita dijo: "Estaría cayendo en un grave pecado si abandonara mi sacerdocio para los más pobres y mi trabajo por la Revolución Popular Sandinista”. Y agregó: “Dios me ha dado el deseo de no abandonar mi trabajo. No puedo concebir un Dios que me pida renunciar a mi compromiso con el pueblo”.
"Quien se negó rotundamente a conceder la excepción a los sacerdotes de Nicaragua para seguir trabajando en el Gobierno Revolucionario fue el papa Juan Pablo II. Me duele esta afirmación pero cristianamente no puedo callarla”, escribió Fernando Cardenal en un conmovedor texto titulado "Carta a mis amigos”, en el que explicaba detalladamente las circunstancias de su expulsión. Cardenal presentó una “objeción de conciencia” ante su caso y en su alegato contra la decisión de la jerarquía jesuita dijo: "Estaría cayendo en un grave pecado si abandonara mi sacerdocio para los más pobres y mi trabajo por la Revolución Popular Sandinista”. Y agregó: “Dios me ha dado el deseo de no abandonar mi trabajo. No puedo concebir un Dios que me pida renunciar a mi compromiso con el pueblo”.
Fernando Cardenal fue una de las voces más progresistas dentro del
catolicismo en Nicaragua. El año pasado, tras la convocatoria al Sínodo de la
Familia por el papa Francisco, Cardenal dijo que ese encuentro de 400
sacerdotes y obispos del mundo era idóneo para renovar la iglesia y que esta se
abriera a discutir temas considerados tabúes, como la homosexualidad, el aborto
o el celibato.
En una entrevista concedida en octubre de 2015 al periodista nicaragüense Carlos Fernando Chamorro, Cardenal hizo un acto de ‘mea culpa’ al aceptar que él mismo había atacado a los homosexuales en su juventud. “En el Colegio Centroamérica de Granada yo era una bestia en cuanto al homosexualismo, porque había una actitud de rechazo total. Es decir, hasta linchamos a uno. Éramos unos salvajes”, dijo Cardenal. “En el internado decíamos “aquí no hay homosexualismo”. Nosotros mismos nos lo prohibíamos. Después fui cambiando, por supuesto, a una actitud de gran respeto por los homosexuales, que es lo que está pidiendo el papa Francisco.
En una entrevista concedida en octubre de 2015 al periodista nicaragüense Carlos Fernando Chamorro, Cardenal hizo un acto de ‘mea culpa’ al aceptar que él mismo había atacado a los homosexuales en su juventud. “En el Colegio Centroamérica de Granada yo era una bestia en cuanto al homosexualismo, porque había una actitud de rechazo total. Es decir, hasta linchamos a uno. Éramos unos salvajes”, dijo Cardenal. “En el internado decíamos “aquí no hay homosexualismo”. Nosotros mismos nos lo prohibíamos. Después fui cambiando, por supuesto, a una actitud de gran respeto por los homosexuales, que es lo que está pidiendo el papa Francisco.
Respeto y misericordia por ellos”, agregó. Cardenal también se mostró
abierto a la práctica del aborto terapéutico en un país donde este fue
criminalizado en 2006, tras más de cien años de práctica por parte de los
médicos, con votos en el Parlamento del Frente Sandinista (controlado por
Daniel Ortega), movimiento político del que Cardenal se distanció, como lo
hicieron los intelectuales más importantes del país. “En el aborto terapéutico se
pretende salvar la vida de una mujer enferma que está embarazada. Como
consecuencia no deseada, se produce la muerte del feto. Ese feto no está
destinado a la vida, está destinado a morir, con o sin aborto terapéutico. Si
no hay aborto muere su mamá, si hay aborto muere el feto como efecto secundario.
La vida de la mujer es lo que se está salvando y eso es lo importante”,
dijo.
Fernando Cardenal fue un personaje muy querido en Nicaragua. Su trabajo
estuvo vinculado siempre a la juventud, a la que apoyó impulsando una educación
de calidad desde la organización Fe y Alegría, que él dirigía. Personalidades
nicaragüenses lamentaron el fallecimiento del sacerdote, quien había sido
readmitido en la Compañía de Jesús. El cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes,
arzobispo de Managua, dijo que se unía “en oración a toda la comunidad Jesuita en
Nicaragua”, mientras que el escritor Sergio Ramírez, vicepresidente del
país en los años ochenta, recordó que Cardenal fue “todo un símbolo de entrega y
humanidad”. “Queda (agregó el escritor) su ejemplo: la Cruzada de Alfabetización”.
Como ministro de
Educación del gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN),
Cardenal dirigió la Cruzada Nacional de Alfabetización, que movilizó a más de
60 mil jóvenes como parte de un esfuerzo nacional para elevar la tasa del
alfabetismo en el segundo país más pobre de América Latina.
Como
consecuencia de su actividad en la revolución en 1984, el papa Juan Pablo II le
suspendió a divinis del ejercicio del sacerdocio, por defender la teología de
la liberación y ocupar cargos en el gobierno, aduciendo que era incompatible
con su condición de religiosos.
Tras su
nombramiento como ministro de Educación, ocupó el cargo entre los años 1984 y
1990. Al momento de su muerte se desempeñaba como director nacional del
movimiento de educación popular “Fe y Alegría”.
Tenía 82 años y falleció el 20 de febrero de 2016, en un hospital de
Managua, donde era tratado por una hernia umbilical, informaron fuentes de la Compañía de Jesús.