CLUB SOCIAL SAN JUSTO
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"Al Servicio de la Comunidad de San Justo y La Matanza"

lunes, 22 de febrero de 2016

Fernando Cardenal

Nació el 26 de enero de 1934, en la ciudad de Granada, unos 45 kilómetros al sureste de Managua. Sacerdote jesuita, referente de la Teología de la Liberación y exministro de Educación durante la revolución sandinista, razón por la cual el papa Juan Pablo II le prohibió el ejercicio religioso en 1984.
Cardenal fue un gran impulsor y renovador de la educación en este país centroamericano. Dirigió la Campaña Nacional de Alfabetización impulsada por el gobierno sandinista en los ochenta (que tantas simpatías atrajo a la revolución que derrocó la dictadura de Anastasio Somoza) y como ministro de Educación del gobierno revolucionario impulsó profundas reformas en un país con altas tasas de analfabetismo y una educación mediocre. Su vinculación a la revolución le valió la expulsión de la orden jesuita en 1985.
En los años ochenta, tras el triunfo de la llamada Revolución Popular Sandinista, Fernando Cardenal formó parte de un grupo de sacerdotes que se vincularon directamente con el gobierno revolucionario, lo que les generó fuertes críticas de la jerarquía católica del país y del Vaticano. Junto a Cardenal trabajaron en el gobierno sandinista el religioso de la Congregación Maryknoll, Miguel D’Escoto, canciller del país en aquel entonces; el poeta Ernesto Cardenal, sacerdote diocesano y ministro de Cultura; y Edgar Parrales, también diocesano, embajador de Nicaragua ante la OEA. En el caso de Fernando Cardenal la orden jesuita lo expulsó por lo que él mismo denunció como presiones de Juan Pablo II, gran crítico de los movimientos revolucionarios de izquierda en Latinoamérica.
"Quien se negó rotundamente a conceder la excepción a los sacerdotes de Nicaragua para seguir trabajando en el Gobierno Revolucionario fue el papa Juan Pablo II. Me duele esta afirmación pero cristianamente no puedo callarla”, escribió Fernando Cardenal en un conmovedor texto titulado "Carta a mis amigos”, en el que explicaba detalladamente las circunstancias de su expulsión. Cardenal presentó una “objeción de conciencia” ante su caso y en su alegato contra la decisión de la jerarquía jesuita dijo: "Estaría cayendo en un grave pecado si abandonara mi sacerdocio para los más pobres y mi trabajo por la Revolución Popular Sandinista”. Y agregó: “Dios me ha dado el deseo de no abandonar mi trabajo. No puedo concebir un Dios que me pida renunciar a mi compromiso con el pueblo”.
Fernando Cardenal fue una de las voces más progresistas dentro del catolicismo en Nicaragua. El año pasado, tras la convocatoria al Sínodo de la Familia por el papa Francisco, Cardenal dijo que ese encuentro de 400 sacerdotes y obispos del mundo era idóneo para renovar la iglesia y que esta se abriera a discutir temas considerados tabúes, como la homosexualidad, el aborto o el celibato.
En una entrevista concedida en octubre de 2015 al periodista nicaragüense Carlos Fernando Chamorro, Cardenal hizo un acto de ‘mea culpa’ al aceptar que él mismo había atacado a los homosexuales en su juventud. “En el Colegio Centroamérica de Granada yo era una bestia en cuanto al homosexualismo, porque había una actitud de rechazo total. Es decir, hasta linchamos a uno. Éramos unos salvajes”, dijo Cardenal. “En el internado decíamos “aquí no hay homosexualismo”. Nosotros mismos nos lo prohibíamos. Después fui cambiando, por supuesto, a una actitud de gran respeto por los homosexuales, que es lo que está pidiendo el papa Francisco.
Respeto y misericordia por ellos”, agregó. Cardenal también se mostró abierto a la práctica del aborto terapéutico en un país donde este fue criminalizado en 2006, tras más de cien años de práctica por parte de los médicos, con votos en el Parlamento del Frente Sandinista (controlado por Daniel Ortega), movimiento político del que Cardenal se distanció, como lo hicieron los intelectuales más importantes del país. “En el aborto terapéutico se pretende salvar la vida de una mujer enferma que está embarazada. Como consecuencia no deseada, se produce la muerte del feto. Ese feto no está destinado a la vida, está destinado a morir, con o sin aborto terapéutico. Si no hay aborto muere su mamá, si hay aborto muere el feto como efecto secundario. La vida de la mujer es lo que se está salvando y eso es lo importante”, dijo.
Fernando Cardenal fue un personaje muy querido en Nicaragua. Su trabajo estuvo vinculado siempre a la juventud, a la que apoyó impulsando una educación de calidad desde la organización Fe y Alegría, que él dirigía. Personalidades nicaragüenses lamentaron el fallecimiento del sacerdote, quien había sido readmitido en la Compañía de Jesús. El cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua, dijo que se unía “en oración a toda la comunidad Jesuita en Nicaragua”, mientras que el escritor Sergio Ramírez, vicepresidente del país en los años ochenta, recordó que Cardenal fue “todo un símbolo de entrega y humanidad”. “Queda (agregó el escritor) su ejemplo: la Cruzada de Alfabetización”.
Como ministro de Educación del gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Cardenal dirigió la Cruzada Nacional de Alfabetización, que movilizó a más de 60 mil jóvenes como parte de un esfuerzo nacional para elevar la tasa del alfabetismo en el segundo país más pobre de América Latina.
Como consecuencia de su actividad en la revolución en 1984, el papa Juan Pablo II le suspendió a divinis del ejercicio del sacerdocio, por defender la teología de la liberación y ocupar cargos en el gobierno, aduciendo que era incompatible con su condición de religiosos.
Tras su nombramiento como ministro de Educación, ocupó el cargo entre los años 1984 y 1990. Al momento de su muerte se desempeñaba como director nacional del movimiento de educación popular “Fe y Alegría”.
Tenía 82 años y falleció el 20 de febrero de 2016, en un hospital de Managua, donde era tratado por una hernia umbilical, informaron fuentes de la Compañía de Jesús.

viernes, 12 de febrero de 2016

Encuentro de Francisco y Kirill en Cuba

El Papa Francisco y el Patriarca Kirill de Iglesia Ortodoxa rusa se reunieron en Cuba mil años después de escisión
El Papa Francisco y el Patriarca de la Iglesia rusa sostenían el viernes en Cuba el primer encuentro en la historia entre un líder católico romano y uno ruso ortodoxo, en una señal de acercamiento tras casi mil años de distanciamiento entre la Ortodoxia Oriental y Roma.
"Somos hermanos", dijo el Sumo Pontífice de la Iglesia católica al Patriarca Kirill entre sus primeras palabras en el intercambio de saludos, según lo poco que se escuchó en una transmisión en vivo de la televisión estatal cubana poco después del inicio de la reunión.
El Papa llegó a La Habana un día después que Kirill, quien dialogó en privado el viernes con el presidente cubano, Raúl Castro, en el marco de una visita oficial a la isla de Gobierno comunista.
Castro y las autoridades de la Iglesia católica cubana recibieron al Papa argentino en el aeropuerto de La Habana, sede del histórico encuentro, en una escala de unas tres horas y media del viaje que llevará a Francisco a México para una visita de cinco días.
Ambos líderes religiosos tratarán de poner fin a las profundas diferencias de más de un milenio entre las ramas occidental y oriental del cristianismo, según las expectativas sobre el encuentro.
También está previsto que se unan en un llamado para poner fin a la persecución y matanza de cristianos en Oriente Medio.
La reunión tendrá además matices políticos, en momentos en que existen desacuerdos entre Rusia y Occidente respecto a Siria y Ucrania. El Vaticano y el Patriarcado de Moscú hicieron el anuncio sorpresivo sólo una semana antes de la reunión. Castro es un aliado de Rusia y recibió al Papa en Cuba hace sólo cinco meses. Francisco jugó anteriormente un papel en la reconciliación entre Estados Unidos y Cuba, que reanudaron sus relaciones diplomáticas tras un quiebre de 54 años.
Ahora el Sumo Pontífice busca reparar una ruptura mucho más larga.
La Ortodoxia Oriental se separó de Roma en 1054 y hoy la Iglesia rusa cuenta con cerca de 165 millones de los 250 millones de cristianos ortodoxos en el mundo. Kirill se quedará durante más tiempo y visitará una pequeña iglesia ortodoxa en Cuba, construida entre 2004 y 2008, a la que asisten rusos que se quedaron en la isla tras décadas de influencia soviética en el país caribeño.
El presidente Vladimir Putin ha respaldado a la Iglesia rusa, que a su vez ha apoyado a la política exterior del Kremlin, particularmente en lo relacionado con Ucrania y Oriente Medio.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Miércoles de Ceniza

Con la imposición de las cenizas, se inicia una estación espiritual particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente para la vivir el Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús.
Este tiempo vigoroso del Año Litúrgico se caracteriza por el mensaje bíblico que puede ser resumido en una sola palabra: "metanoeiete", es decir "Convertíos". Este imperativo es propuesto a la mente de los fieles mediante el rito austero de la imposición de ceniza, el cual, con las palabras "Convertíos y creed en el Evangelio" y con la expresión "Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás", invita a todos a reflexionar acerca del deber de la conversión, recordando la inexorable caducidad y efímera fragilidad de la vida humana, sujeta a la muerte.
La sugestiva ceremonia de la ceniza eleva nuestras mentes a la realidad eterna que no pasa jamás, a Dios; principio y fin, alfa y omega de nuestra existencia. La conversión no es, en efecto, sino un volver a Dios, valorando las realidades terrenales bajo la luz indefectible de su verdad. Una valoración que implica una conciencia cada vez más diáfana del hecho de que estamos de paso en este fatigoso itinerario sobre la tierra, y que nos impulsa y estimula a trabajar hasta el final, a fin de que el Reino de Dios se instaure dentro de nosotros y triunfe su justicia.
Sinónimo de "conversión" es así mismo la palabra "penitencia"... Penitencia como cambio de mentalidad. Penitencia como expresión de libre y positivo esfuerzo en el seguimiento de Cristo.
¿Cuál es el origen del Miércoles de Ceniza?
Una práctica que hunde sus raíces en la Biblia y que se desarrolló en la Edad Media
El Miércoles de Ceniza recibe en la tradición litúrgica de la Iglesia el nombre de “miércoles al inicio del ayuno” (in capite ieiunii). Comienza con el austero rito de la imposición de la ceniza, y, de este modo, inaugura la Cuaresma. La Cuaresma representa, en el Año litúrgico, el ciclo de preparación a celebrar el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
El Miércoles de Ceniza se halla estrechamente unido con la idea de la penitencia,  que ya se expresaba entre los hebreos cubriéndose la cabeza de ceniza y vistiéndose de aquel áspero paño llamado cilicio.
Judit, antes de emprender la ardua empresa de liberar Betulia, “entró en su oratorio y, vestida con el cilicio, cubrió de cenizas su  cabeza  y,  postrándose  delante  de  Dios, oró” (Jud 9, 1). Jesús mismo, deplorando la impenitencia de las ciudades de Corozaín y de Betsaida, dice que merecerán el mismo fin que Tiro y Sidón, si no hacen penitencia con ceniza y cilicio (Mt 11, 21).
He aquí por qué Tertuliano, San Cipriano, San Ambrosio, San Jerónimo y otros Padres y escritores cristianos antiguos aluden frecuentemente a la penitencia in cinere et cilicio; y la Iglesia, cuando en los siglos V y VI organizó la “penitencia pública”, escogió la ceniza y el saco para señalar el castigo de aquellos que habían cometido pecados graves y notorios.
El período de esa penitencia canónica comenzaba precisamente en este día y duraba hasta el Jueves Santo.  En Roma del siglo VII, los penitentes se presentaban a los presbíteros, hacían la confesión de sus culpas y, si era del  caso,  recibían un vestido de cilicio impregnado de ceniza, quedando excluidos de la iglesia, con la prescripción de retirarse a alguna abadía para cumplir la penitencia impuesta en aquella Cuaresma. En otras partes, los penitentes  públicos  cumplían su pena privadamente, es decir, en su propia casa.
Era general la costumbre de comenzar la Cuaresma con la confesión, no sólo para purificar el alma, sino también para recibir más frecuentemente la sagrada Comunión. La confesión de los propios pecados estaba siempre orientada a tener “comunión con el altar”, es decir, a poder acceder al Sacramento eucarístico, pues la Iglesia vive de la Eucaristía.
El primer formulario de bendición de cenizas data del siglo XI. El rito de imponer cenizas sobre la cabeza de los penitentes, gesto de gran carga simbólica, se extendió rápidamente por Europa. Las cenizas, que provienen de la combustión de los ramos de olivo del Domingo de Ramos del año anterior,  se depositaban sobre la cabeza de los varones. A las mujeres se les hacía una cruz sobre la frente.
La tradición
En la Iglesia primitiva, variaba la duración de la Cuaresma, pero eventualmente comenzaba seis semanas (42 días) antes de la Pascua. Esto sólo daba por resultado 36 días de ayuno (ya que se excluyen los domingos). En el siglo VII se agregaron cuatro días antes del primer domingo de Cuaresma estableciendo los cuarenta días de ayuno, para imitar el ayuno de Cristo en el desierto.
Era práctica común en Roma que los penitentes comenzaran su penitencia pública el primer día de Cuaresma. Ellos eran salpicados de cenizas, vestidos en sayal y obligados a mantenerse lejos hasta que se reconciliaran con la Iglesia el Jueves Santo o el Jueves antes de la Pascua. Cuando estas prácticas cayeron en desuso (del siglo VIII al X), el inicio de la temporada penitencial de la Cuaresma fué simbolizada colocando ceniza en las cabezas de toda la congregación.
Hoy en día en la Iglesia, el Miércoles de Ceniza, el cristiano recibe una cruz en la frente con las cenizas obtenidas al quemar las palmas usadas en el Domingo de Ramos previo. Esta tradición de la Iglesia ha quedado como un simple servicio en algunas Iglesias protestantes como la anglicana y la luterana. La Iglesia Ortodoxa comienza la cuaresma desde el lunes anterior y no celebra el Miércoles de Ceniza.
El significado simbólico de la Ceniza
La ceniza, del latín "cinis", es producto de la combustión de algo por el fuego. Muy fácilmente adquirió un sentido simbólico de muerte, caducidad, y en sentido trasladado, de humildad y penitencia. En Jonás 3,6 sirve, por ejemplo, para describir la conversión de los habitantes de Nínive. Muchas veces se une al "polvo" de la tierra: "en verdad soy polvo y ceniza", dice Abraham en Gén. 18,27. El Miércoles de Ceniza, el anterior al primer domingo de Cuaresma (muchos lo entenderán mejor diciendo que es el que sigue al carnaval), realizamos el gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente (fruto de la cremación de las palmas del año pasado). Se hace como respuesta a la Palabra de Dios que nos invita a la conversión, como inicio y puerta del ayuno cuaresmal y de la marcha de preparación a la Pascua. La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo.
Mientras el ministro impone la ceniza dice estas dos expresiones, alternativamente: "Arrepiéntete y cree en el Evangelio" (Cf Mc1,15) y "Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver" (Cf Gén 3,19): un signo y unas palabras que expresan muy bien nuestra caducidad, nuestra conversión y aceptación del Evangelio, o sea, la novedad de vida que Cristo cada año quiere comunicarnos en la Pascua.

lunes, 8 de febrero de 2016

Luisa Etxenike

“La cultura no es una actividad del tiempo libre; es lo que nos hace libres todo el tiempo”
Luisa Etxenike (San Sebastián, 1957) es escritora de novelas y relatos, pero también reflexiona sobre el lenguaje, la realidad política o el porvenir con certera clarividencia como muestran sus frecuentes artículos en prensa.
El próximo 18 de junio presentará un nuevo libro en San Sebastián, El arte de la pesca, reescritura de la última parte de su novela Los peces negros, una especie de 'collage' de cortos en relación con ese texto, que llevará una ilustración sonora a cargo del compositor Borja de Miguel.
Directora del festival literario Un mundo de escritoras, miembro del Consejo de Redacción de la revista de cultura y pensamiento Grand Place, el pasado sábado 18 de abril intervino en el evento TEDx Almendra Medieval, en Vitoria, para hablar sobre ecología lingüística: "Como las selvas amazónicas, las palabras también se expolian, se violan, se maltratan y hay que cuidarlas", comentó.
¿De dónde surge tu argumentación sobre la necesidad de una ecología lingüística ante el empobrecimiento del lenguaje?
Yo le llamo ecología lingüística, pero podríamos hablar también de ecología del pensamiento, de ecología cultural. La reflexión viene de la constatación de la desertización que avanza en determinados campos que considero fundamentales, que son el de la cultura, el pensamiento, el arte, la creación intelectual. Y que tiene que ver también con un empobrecimiento del lenguaje. La relación con el lenguaje es la relación estelar de nuestras vidas y el perder ese matiz, esa ambición, se convierte en una catástrofe personal y social. Las Humanidades están siendo desterradas del sistema educativo y eso tiene consecuencias. Vemos cómo se ha despertado la conciencia ecológica y la ciudadanía comprende la pérdida colosal que supone la devastación del Amazonas, del mismo modo, hay bienes culturales, patrimonio, libros, capacidad de lectura de referencias que se están perdiendo, que se están devastando por el poco aliento que desde instancias institucionales se da a la preservación de ese patrimonio.
¿Podemos decir que esto es premeditado?
No quiero que mi pensamiento se articule en forma de la polémica o la provocación. Decir que esto es "premeditado" es un titular fácil. Sinceramente, creo que lo tenemos que abordar con serenidad. Es verdad que hay una identificación excesiva de la cultura con el entretenimiento, pero la cultura no es una actividad del tiempo libre sino lo que nos hace libres todo el tiempo. Hay una poderosísima industria del entretenimiento y eso nos hace perder de vista el sentido emancipador, el sentido de crecimiento personal y social que la cultura, y lo fundamental que es en este sentido la capacidad del lenguaje. No es lo mismo poseer 1.000 palabras que 40.000, en ningún orden de la vida. No en la vida del conocimiento íntimo, pero tampoco en la comunicación social y política, por eso creo que hay democracias de 1.000 palabras y democracias de 40.000. La cultura está mucho más cerca de la creación artística que del entretenimiento.
Junto al empobrecimiento del lenguaje, vivimos también la perversión de los significados, la invasión de la neolengua.
Es que al mismo tiempo que hablamos de la falta de siembra en el lenguaje, hay que citar la manipulación del mismo, acompañado por un conformismo con la ausencia de matiz, con la brocha gorda, con la perversión de los conceptos. Lo que llamo las apropiaciones indebidas del lenguaje, que es llamar a las cosas por nombres que no les corresponde. Todo forma parte del mismo conjunto que nos hace vulnerables a cualquier tipo de manipulación. Es fundamental tener del otro lado un receptor que sepa distinguir lo que le cuentan. Y no solo es responsabilidad de la escuela, también los medios de comunicación que no informan con el rigor que corresponde, o los discursos públicos que no preconizan el matiz, el hilar fino en la expresión.
Eres escritora vasca en castellano, vives junto a la frontera con Francia, cuyo gobierno te ha reconocido como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, y tu obra se traduce a esta lengua... ¿Cómo vives el día a día de esta cultura trilingüe?
Cuando hablaba de ecología lingüística, hablaba de ecologismo de las lenguas, sin duda: lo que amenaza a una lengua, amenaza al resto. Creo que es una situación que se vive en todas partes, aunque bien es verdad que hay sistemas educativos que lo ven más claro y tratan de combatirlo. Cuando alguien cruza la frontera o se coloca frente a la ciudadanía francesa en el ámbito que sea, se queda maravillado ante lo bien que hablan. Está claro que el sistema educativo y el debate público franceses están más preocupados por la calidad de la lengua que el que tenemos a este lado de la frontera.
¿Y en cuanto a la convivencia entre el euskera y el castellano?
A mí no me importa en qué lengua escribe una persona, sino lo que dice. Por tanto, quienes escribimos en euskera y castellano ya llevamos muchos años de convivencia, tenemos entre nosotros una relación fluida y natural y no confundimos la lengua de expresión con las convicciones de cada cual ni con los respectivos proyectos creativos. Otra cosa es el apoyo institucional, donde todavía hay trabajo que hacer. Seguimos teniendo instituciones volcadas en apoyar la creación en euskera más o de manera diferente que la que se hace en castellano. Y yo sí creo que se debería revisar la discriminación positiva al euskera. Por ejemplo, hasta años muy recientes, hasta que llegó el gobierno del lehendakari Patxi López, la edición en castellano no recibía ningún apoyo. Fueron muchos años de discriminación. Patxi López lo resolvió, pero a mi juicio todavía falta en las instituciones vascas una convicción más decidida para considerar que el apoyo a la creación no tiene que tener esa variable lingüística que deja en un segundo plano la creación literaria en castellano. Y me refiero, por ejemplo, al Instituto Etxepare, una ventana al exterior de la cultura vasca, que en su trabajo en la literatura en castellano necesita revisarse y, sobre todo, reforzarse.
En más de una ocasión, has reflexionado sobre la relación de Euskadi con España, ¿Cómo entiendes tú esa relación, o la de Cataluña, en estos momentos quizás más crispada que la vasca?
Lo voy a decir simplemente: supongo que habrá personas que viven con conflicto el hecho de ser español o vasco. Pero hay muchas personas, entre las que me incluyo, que no viven con ningún conflicto el ser vascas y españolas. Es más, ese vivir sin conflicto les prepara también para ser otras cosas: europeos. No estamos en esa polaridad, sino en esa triangulación que es estimulante, necesaria, fundamental. Además, crucemos la frontera, como yo hago constantemente. Y me encuentro a mi alrededor con una mayoría de personas que viven sin conflicto ser vascos y franceses. Y a este lado, ocurre lo mismo: muchísimas personas que viven con alegría, con naturalidad, sin conflicto. Ese vivir así necesita un amparo político, que esté en el discurso público. A veces, la crispación viene de que el debate lo copan quienes viven en ese conflicto. En cualquier caso, creo que en el ámbito de las identidades, mi posición fundamental es que la identidad no es algo que recibimos de serie, como el equipamiento de los coches. La identidad es algo singular. Yo abogo, antes que por ser vasco, español..., por ser yo misma, con los mestizajes que la vida me va proponiendo. Hablaría de la originalidad íntima de la identidad. En ese sentido, sí puedo participar de una identidad común, dinámica, que es la de las convicciones políticas.
La aparición de nuevas fuerzas políticas, ¿nos sitúa ante una nueva era en la que esas identidades políticas de las que hablas tengan un impulso?
La crisis económica ha destapado una realidad que estaba tapada por una ilusión de riqueza que no afectaba a todo el mundo. La crisis nos obliga a replantearnos muchísimas cosas, como una cierta inercia política que nos hacía entender como si las cosas funcionaran porque sí. Hay que replantear las convicciones de la izquierda, de la democracia y la aparición de nuevas fuerzas obliga a replantear esa inercia en una dinámica. Y todo lo que supone una dinámica es bueno. Dicho esto, yo no creo que necesitemos líderes o partidos providenciales, sino que necesitamos regenerar la relación entre la ciudadanía y la política, desde la convicción de que la política debe estar libre de toda sospecha. La calidad de la política viene por la monitorización que hace el ciudadano de la misma en tiempo real. Ha habido una inercia de abandono de esa capacidad que es al mismo tiempo una responsabilidad de la ciudadanía. Creo que estamos ante un momento estimulante.
¿Puede haber un paralelismo con los momentos posteriores a la muerte de Franco? 
Yo era muy joven entonces. Ahora las hemerotecas hablan de líderes políticos, pero yo me acuerdo de la calle, de la importancia que le dábamos a votar. Había una comprensión de que la democracia no se hacía de arriba hacia abajo, sino de la ciudadanía a la clase política. Es necesaria una ciudadanía lúcida, responsable, que sabe que la calidad de la democracia están en sus manos. Yo creo que tenemos que recuperar eso, pero para recuperar eso hay que recuperar lo primero, lo que iniciaba la conversación: una ciudadanía lúcida es una ciudadanía formada, capaz de hilar fino y sobre todo de leer fino los discursos.
Fuente: Libros y Letras – jueves 04 de febrero de 2016.
http://www.eldiario.es/norte/cultura/cultura-actividad-tiempo-libre-libres_0_380062062.html