“La misión de la Iglesia es
que todos encuentren la misericordia de Dios”
La esencia del cristianismo es difundir el amor
regenerador y gratuito de Dios, su ternura y misericordia
(RV).- «La
lógica que guía la misión de Jesús y la misión de la Iglesia es ir a buscar a
los hombres y a las mujeres para devolver a todos su plena dignidad y libertad,
mediante el perdón de los pecados». El Papa Francisco reiteró una vez más que
«en este Año Santo de la Misericordia estamos llamados a
confortar a cuantos se sienten pecadores e indignos ante el Señor», diciéndoles
las mismas palabras de Jesús: «No temas».
En la cita
mariana dominical, con la participación de numerosos peregrinos en la Plaza de
San Pedro, el Obispo de Roma invocó la ayuda de la Virgen María
para que comprendamos que ser discípulos del Señor es seguir las huellas que ha
dejado el Maestro: «las huellas de la gracia divina que regenera vida para
todos».
¿Sabemos
confiar de verdad en la palabra del Señor?
El Evangelio de
hoy nos interpela, señaló el Papa, tras evocar el ejemplo de los santos
confesores, San Pío de Pietralcina y de San Leopoldo Mandić. Y
reflexionando sobre la lectura del V domingo del Tiempo Ordinario, que cuenta –
en la narración de San Lucas – la llamada de los primeros discípulos de Jesús y
la respuesta del Señor a Simón Pedro
«¡Queridos
hermanos y hermanas, buenos días!
El Evangelio de
este domingo cuenta – en la narración de San Lucas – la llamada de los primeros
discípulos de Jesús (Lc 5,1-11). El hecho sucede en un contexto de vida
cotidiana: hay algunos pescadores en la orilla del lago de Galilea, los cuales,
después de una noche de trabajo pasada sin pescar nada, están lavando y
arreglando las redes. Jesús sube a la barca de uno de ellos, Simón, llamado
Pedro, le pide que se aparte un poco de la orilla y se pone a predicar la
Palabra de Dios a la multitud que se había reunido. Cuando termina de hablar le
dice que navegue mar adentro y que echen las redes. Simón había conocido ya a
Jesús y experimentado el poder prodigioso de su palabra, por lo que le
responde: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada,
pero si tú lo dices, echaré las redes». (v 5). Y esta su fe no queda
decepcionada; en efecto las redes se llenan de tal cantidad de peces que
estaban a punto de romperse (cf v.)
Ante este evento
extraordinario, los pescadores quedan apoderados por el temor. Simón Pedro se
echa a los pies de Jesús diciendo: «Aléjate de mí, Señor, porque soy un
pecador». (v 8) Este signo prodigioso lo ha convencido de que Jesús no es solo
un formidable maestro, cuya palabra es verdadera y poderosa, sino que Él es el Señor,
es la manifestación de Dios. Y esa presencia tan cercana suscita en Pedro el
fuerte sentido de su mezquindad e indignidad. Desde un punto de vista humano,
piensa que debería haber una distancia entre el pecador y el Santo. En verdad,
precisamente su propia condición de pecador requiere que el Señor no se aparte
de él, de la misma forma en que un médico no puede alejarse de las personas que
están enfermas.
La respuesta de
Jesús a Simón Pedro es aseguradora y firme: «No temas, de ahora en adelante
serás pescador de hombres». (v 10) y nuevamente el pescador de Galilea,
volviendo a confiar en esta palaba, abandona todo y sigue a Aquel que se ha
vuelto su Maestro y Señor. Y así hicieron también Santiago y Juan, socios en el
trabajo con Simón. Ésta es la lógica que guía la misión de Jesús y la misión de
la Iglesia: ir a buscar, ‘pescar’ a los hombres y a las mujeres, no para hacer
proselitismo, sino para devolver a todos su plena dignidad y libertad, mediante
el perdón de los pecados. Esto es lo esencial del cristianismo: difundir el
amor regenerador y gratuito de Dios, con actitud de acogida y de misericordia
hacia todos, para que cada uno pueda encontrar la ternura de Dios y tener
plenitud de vida. Y aquí, en particular, pienso en los confesores: son los
primeros en tener que dar la misericordia del padre, según el ejemplo de Jesús,
como hicieron también los dos frailes santos, el Padre Leopoldo y el Padre Pío.
El Evangelio de
hoy nos interpela: ¿sabemos confiar verdaderamente en la palabra del Señor? O
¿nos dejamos desalentar por nuestros fracasos? En este Año Santo de la
Misericordia estamos llamados a confortar a cuantos se sienten pecadores e
indignos ante el Señor y abatidos por sus propios errores, diciéndoles las
palabras de Jesús: «No temas». ¡La misericordia del Padre es más grande que tus
pecados! ¡No temas!
Que nos ayude la
Virgen María a comprender cada vez más que ser discípulos significa poner
nuestros pies en las huellas dejadas por el Maestro: son las huellas de la
gracia divina que regenera la vida para todos».
(Traducción del
italiano: Cecilia de Malak)
7-02-2016
- Radio Vaticana
Fuente: http://www.news.va/es/news/angelus-del-papa-mision-de-la-iglesia-es-que-todos