A MIS COLEGAS.
Ustedes saben
que un antiguo saber común, supone con cierta simpleza que;”La literatura es el
lugar de la imaginación, y la historia el lugar de la verdad”, aunque la
historia muchas veces esta fundada sobre la duda, es por eso mismo que no hay
verdades absolutas, pero en la historia hay un orden, lógica, ética principios.
Toda escritura
es un pacto con el lector, quien toma un libro de historia se dispone a leer la
verdad, le sorprendería al lector que esa información fuera otra cosa.
Aunque tenemos
que entender que el Arte en si es un juego, Jorge Luis Borges decía,
–refiriéndose a la literatura–:“Hay que jugar con la seriedad del niño que
juega”, Louis Stevenson –La isla del tesoro, La flecha negra, El extraño caso
del doctor Jekyll y Mr. Hyde–, afirmaba que: “El arte dignifica y eleva, no
solamente al que lo practica sino a todos los que los rodean”, los filósofos
contemporáneos Freud, Schiller, Marcuse, aseveraban que: ”El arte es algo
totalmente lúdico, no utilitario”.
Algunos pueden
pensar que la historia es, como diría el filosofo francés Descartes;”viajar a
otros países verlos y regresar a casa”, si decimos en cambio nuestra historia
estamos consientes de que nos forma como seres humanos.
Siempre resulta
vital e interesante aquella historia que más directamente dice algo de
nosotros. Entonces es necesario estudiarla porque la historia nos rodea, la
historia es algo vital y su conocimiento nos llena de sentido.
El filosofo
griego Sócrates, maestro de Platón, allá por el año 490 antes de Cristo dijo
“Conócete a ti mismo”, y que mejor manera de conocernos a nosotros mismos que sabiendo
nuestra historia. Creo que el vinculo historia-vida es algo que nunca debemos
olvidar.
Siempre debemos
de recordar que somos un producto de la historia, la historia es un proceso, de
ahí que no debemos asumirnos como un producto no acabado, definido, terminado,
sino como uno histórico en movimiento, que va integrándose con los nuevos
sucesos que ocurren.
Yo creo que el
compromiso del historiador es ofrecer certidumbre, garantizar que lo que dice o
escribe, efectivamente ocurrió. Ahí estaría la cientificidad que nos reclama el
compromiso adquirido, ofrecer certidumbre. Para eso, desde luego hay toda una
metodología que es parte de la formación y la práctica de los historiadores.
De lo contrario
tendremos que plegarnos definitivamente a la antigua frase que dice. :”Hasta
que los leones no tengan sus propios historiadores, las historias de cacería
seguirán glorificando al cazador”.
Por Carlos Boragno