En el calendario católico, hoy, se celebra la festividad de Nuestra Señora de Lourdes en el día su primera aparición: el 11 de febrero de 1858. Recién en 1992, el Papa Juan Pablo II instituyó la celebración de la “Jornada Mundial del Enfermo” en ese mismo día, en memoria de la Virgen de Lourdes. Cuenta la historia que el 11 de febrero de 1858, en la villa francesa de Lourdes, a orilla del río Gave, apareció la Virgen María ante una niña de 14 años, llamada Bernadette (Bernardita) Soubirous. Esta niña había salido junto a sus dos amigas en buscar de leña, en la Roca de Masabielle. Para ello tenían que atravesar un pequeño río, pero como Bernardita sufría de asma, no podía meter los pies en agua fría, y las aguas de aquel riachuelo estaban muy heladas. Por eso ella se quedó a un lado del río, mientras las dos compañeras iban a buscar la leña. Fue en ese momento, que Bernardita vio a Nuestra Madre, y rezaron juntas. A los pocos día, la Virgen vuelve a aparecer ante Bernardita en la misma gruta. Sin embargo, al enterarse su madre se disgustó mucho creyendo que su hija estaba inventando cuentos, al mismo tiempo algunos pensaban que se trataba de un alma del purgatorio, y a Bernardita le fue prohibido volver a la roca y a la gruta de Masabielle. A pesar de la prohibición, muchos amigos de la niña le pedían que vuelva a la gruta; ante ello, su mamá le dijo que consultara con su padre. El señor Soubiruos, después de pensar y dudar, le permitió volver el 18 de febrero. Esta vez, Bernardita fue acompañada por varias personas. Al llegar todos los presentes comenzaron a rezar el rosario; es en ese momento que Nuestra Madre se aparece por tercera vez, donde la niña hablo con la Virgen y le dijo “si vienes de parte de Dios, acércate”. Ella dio un paso hacia delante. La Virgen le dijo “ven aquí durante quince días seguidos y yo te prometo que serás muy feliz, no en este mundo, sino en el otro”. Luego de ese intenso momento que cubrió a todos los presentes, la noticia de las apariciones se corrió por todo el pueblo, y muchos acudían a la gruta creyendo en el suceso que les había relatado.