A los comienzos del 1900
la prensa escrita mantenía todavía una relación íntima con la política,
poniéndose explícitamente en defensa de uno u otro partido u organización. A
través de los diarios doctrinarios, los distintos protagonistas de la vida
nacional expresaron sus ideas, afinaron sus discursos, ofrecieron propuestas y
debatieron con sus opositores. En este rubro encontramos al diario La Época, que defendió a los tres gobiernos
radicales que se sucedieron hasta 1930. El proyecto de prensa radical, en
verdad, se concretó poco antes de que Hipólito Yrigoyen asumiera la primera
magistratura. El número inaugural salió a la calle el 15 de diciembre de 1915,
en defensa de La Causa.
Cada tarde, en las esquinas porteñas, se vendía esta publicación de 16 páginas,
cuya redacción quedaba en Avenida de Mayo 769 y en cuya portada se indicaba el
nombre de su director: Diputado Nacional José Luis Cantilo, con
quien colaboraría otro hombre radical, Delfor del Valle, hermano de Aristóbulo.
Al año de su salida, el diario se convirtió en publicación oficial. Cantilo,
radical revolucionario de la primera hora, había sido electo como diputado
nacional para el período 1912-1916, bajo los auspicios de la nueva ley
electoral, y, a pesar de ser reelecto, debió en 1916 asumir la intervención
federal de la provincia de Buenos Aires, luego la intendencia porteña y
finalmente, en 1922, fue -entonces sí- electo como gobernador bonaerense. En
todo aquel período, La Época defendió
las ideas del primer movimiento político popular del país. La publicación fue
censurada tras el golpe de estado de 1930. A 97 años de su fundación, recordamos las
palabras dirigidas en su primer editorial. Fuente:
Diario La Época, 15 de
diciembre de 1915, página 1, columna 1, en Rosalía Gallo, (Editorial), Prensa Política. Historia del radicalismo a
través de sus publicaciones periódicas, 1890-1990, Instituto de
Investigaciones Históricas Cruz del Sur, Editorial Dunken. “Al acometer la
publicación de La Época, conocemos las dificultades que nos aguardan,
las asperezas del camino y los sinsabores de la lucha. Si hubiéramos pesado
todo ello calculando con frío egoísmo solamente nuestro interés personal, esta
hoja no habría aparecido. Cumplimos, en cambio, un deber y nos mueve un
generoso impulso. Venimos en días solemnes para la República, a servir una
nobilísima causa; creemos que sólo las grandes causas merecen los grandes
sacrificios y ofrecemos, en consecuencia, a la Unión Cívica Radical
esta prueba de nuestra lealtad y adhesión a sus ideales, afrontando la obra de
escudarla, altiva y serenamente, en la jornada que se inicia.[...] No nos
inspiran ni odios, ni miras estrecha, iniciamos la marcha, altas la frente y la
mirada. Buscamos, elevándonos sobre las pasiones de los hombres y las rencillas
de los círculos, la salvadora orientación de mañana, y vamos en pos de la vieja
enseña radical, con la convicción profunda de que ella conduce al país hacia
grandes destinos. [...] La prensa de
hoy a juicio nuestro debe ser espejo fiel de la vida del país, de las ideas y sentimientos del
pueblo argentino. Los tiempos reclaman cultura, hidalguía, nobleza en la manera
de expresar las convicciones. [...] La agresividad sistemática cae fatalmente
en el vacío. El pueblo consciente quiere, con razón, argumentos que lo
ilustren. La prédica ha de hacerse con serenidad y altura. Acometemos la tarea
inquebrantablemente resueltos a mantener el debate dentro de este criterio, que
es, por otra parte, el imperante en la vida social argentina.[...] Hemos
de ser severos en la defensa de nuestros ideales, sin apelar jamás a la
procacidad y no hemos de parar mientes en la vulgar diatriba, sino en el caso
desgraciado de que exceda los límites tolerables, lo cual ni esperamos ni deseamos...”
por José Luis Cantilo.