El 7 de
octubre de 1734 es consagrado en Buenos Aires el Templo de San Ignacio, obra
del arquitecto jesuita Juan Kraus. En 1686, con el producido
de los primeros hornos de ladrillos de Buenos Aires, comenzaron a levantarse la
torre sur y los muros del frente de la iglesia, que ya existía, construida
sobre muros de adobe. Desde 1712, según planos del jesuita Juan Krauss, comenzó
a edificarse la iglesia actual, que conserva aquella torre sur y muro frontal
originales: junto con un tramo de galería subterránea del desaparecido Fuerte,
son los elementos arquitectónicos más antiguos de la ciudad. La construcción
fue dirigida por el propio Krauss y por los Coadjutores jesuitas Andrés Blanqui
y Juan Bautista Prímoli (arquitectos), Juan Wolff (maestro de carpintería), y
Pedro Weger (maestro de herrería). La
iglesia se inauguró en 1722 y se consagró, ya terminada, en 1734. Es la más
antigua que se conserva en Buenos Aires, para cuya defensa fue bastión durante
las Invasiones Inglesas. La iglesia, que responde a la
tipología originada en Il Gesú de Roma (Arq. Vignola, siglo XVI), tiene planta
en cruz latina, con una nave principal, dos laterales -cada una constituida por
cinco capillas- y ábside rectangular. Características singulares de San
Ignacio, que comparte únicamente con la Catedral de Montevideo, son la cúpula sobre
tambor cuadrangular, en el crucero, y la doble altura de las naves laterales.
La fachada, cuya autoría se discute, muestra influencia del barroco bávaro. El
Ingeniero Felipe Senillosa la completó, a mediados del siglo XIX, agregándole
la torre norte, similar a la sur, ambas rematadas por cupulines revestidos en
azulejos Pas de Calais. El altar mayor, original del siglo XVII, fue tallado en
madera y dorado por Isidro Lorea. En esta iglesia, que integra la Manzana de las Luces, tuvo
lugar en 1821, el acto de inauguración de la Universidad de Buenos
Aires.