Biografía de Carlos Páez Vilaró: Nació en Montevideo el 1
de noviembre de 1923 en una familia acomodada, este autodidacta partió en su
juventud a Buenos Aires, donde se vinculó a las artes gráficas. A su regreso,
en la década de 1940, se apasionó por el mundo de la cultura afrouruguaya: para
conocerlo de cerca se instaló en el conventillo Mediomundo, un caserón habitado
por familias negras, hoy demolido, donde pintaba ropa para las comparsas,
decorando sus caras y tambores o componiendo candombes, pero pronto pasó a
pintar escenas sobre las lavanderas, los velorios o los casamientos de la
comunidad.
Su fascinación por ese tema lo
llevó luego a Brasil y a recorrer África. Sobre su experiencia en ese
continente realizó el documental "Batouk"
(1967), junto al francés Jean-Jacques
Manigot. Pintó centenares de obras y realizó múltiples exposiciones,
pero sobre todo dejó su sello en monumentales murales en Argentina, Australia,
Brasil, Camerún, Chile, Congo, Estados Unidos, Gabón, Panamá y Polinesia,
muchos en hospitales, en el marco de su cruzada "Color para el dolor".
En una oportunidad dijo "Si la pintura de caballete nace confinada a
actuar dentro de un escenario elitista, reservado para el goce íntimo de quien
puede adquirirla, el arte mural en cuestión es un mensaje despojado de egoísmo,
abierto a todos".
En 1972, su nombre ganó una
notoriedad mundial extra-artística. Su hijo Carlos viajaba en el avión que
transportaba a rugbistas uruguayos a Chile y que cayó y desapareció en la Cordillera de los
Andes. Páez Vilaró
colaboró con la búsqueda, que continuó tenazmente cuando terminó el operativo
oficial, reclutando voluntarios, consultando a videntes e internándose en la
montaña.
Finalmente su hijo estuvo entre
los 16 sobrevivientes de la tragedia y Páez
plasmó esa búsqueda en su libro "Entre
mi hijo y yo, la Luna"
(1982).
A medio camino de la crónica y la
biografía, entre otros títulos publicó además "Así te veo... Montevideo" (1985), "Cuando se pone el sol"
(1993) y "Arte y parte"
(1995). Tras ser homenajeado en el Parlamento en agosto de 2013, el artista se
definió como un "hacedor" de cosas. "He sido un intento: intenté la cerámica sin ser alfarero, intenté
la construcción sin ser arquitecto, intenté la pintura sin maestros, intenté la
música haciendo candombe pero sin ser compositor. Soy un hacedor",
dijo entonces. Sus restos serán inhumados hoy en el panteón de la gremial de
autores uruguayos, tras ser velados en el salón de los Pasos Perdidos del
Palacio Legislativo.
Un apasionado por el candombe y
la cultura afrouruguaya, temas predominantes en una prolífica obra que abarcó
la pintura, la escultura, la cerámica, el cine, la música y las letras, Páez Vilaró participó hace pocos días
tocando el tambor (como desde hace casi 50 años) en el tradicional desfile de
Llamadas de Montevideo. "El último
desfile lo realizó con nosotros, con todo el esfuerzo", recordó el
director de la comparsa Cuareim 1080, Waldemar
"Cachila" Silva. Sus soles y personajes con su trazo
inconfundible pueden encontrarse en lienzos y murales en edificios públicos y
viviendas privadas de todo el país. También le dieron color a los aviones de la
desaparecida aerolínea uruguaya Pluna o a una línea nacional de vajilla.
Ayer 24 de febrero de 2014,
a los 90 años de edad falleció en Casapueblo, en su
casa-museo-taller modelada con sus propias manos sobre los acantilados en Punta
Ballena.