El 17 de setiembre se conmemora el Día del Profesor en recuerdo al profesor,
orador, escritor, periodista y educador José Manuel Estrada.
Biografía de
José Manuel Estrada: nació en buenos Aires el 13 de julio de 1842 y fue uno
de los más destacados intelectuales de la segunda mitad del siglo XIX, además
de ser quizás el orador más eminente de nuestro país durante esos años.
Historiador por vocación y de formación autodidacta, católico combativo,
periodista y político encumbrado, Estrada se erige en uno de los representantes
más genuinos del pensamiento argentino a comienzos del período moderno. Los
datos relativos a su biografía destacan que Estrada quedó huérfano a muy
temprana edad, y que de su educación se hizo cargo su abuela, Carmen de
Liniers. Su primer maestro fue Manuel Pintos, y su educación formal la
desarrolló en el Colegio de San Francisco, donde aprendió filosofía,
teología, religión y humanidades. A través de esta enseñanza, Estrada se
formó como un férreo católico, al punto que sería la defensa de este dogma la
que lo llevaría a destacar como político. En 1858, cuando finalizó con sus
estudios primarios, recibió un premio en el concurso de historia del Liceo
Literario, por su obra relativa al descubrimiento de América. Este estímulo
fue suficiente para que orientara su formación autodidacta a los asuntos
históricos, que a la postre lo convertiría en uno de los más destacados
historiadores argentinos. Por esa época, además, Estrada comienza su
actividad como periodista, como redactor de La Guirnalda, Las
Novedades y La
Paz. Incorporada Buenos Aires a la Confederación,
adhirió a la
Constitución Nacional, y publicó el opúsculo Signun
Foederis (El signo de la Confederación), que se convirtió en su
profesión de fe religiosa, nacional y política. Poco después, en 1861,
publicó El génesis de nuestra raza, una obra polémica en la que
replicaba al profesor Gustavo Minelli, quien había levantado banderas
anticatólicas. Al año siguiente publicó otra réplica, llamada El
catolicismo y la democracia en la que respondía a Francisco Bilbao, quien
sostenía la incompatibilidad de la democracia y la religión. En 1865, Estrada
presentó su primera obra decididamente histórica (Ensayo histórico sobre
la revolución de los comuneros del Paraguay en el siglo XVIII), y comenzó
a escribir la Historia
de la Provincia
de Misiones (obra que dejaría inconclusa). Un año después, en 1866, se
inició en la docencia, en la Escuela Normal, donde desarrollaría unas muy
famosas Lecciones sobre la
Historia de la República Argentina,
compiladas luego en un libro que publicó la Revista Argentina,
y que es quizás el primero de la historiografía nacional. (La Revista Argentina
era una creación suya, y por él fue dirigida durante dos períodos: 1868 a 1872, y entre 1880
y 1882.) Por entonces, Estrada gozaba ya de un profundo reconocimiento, a
pesar de su juventud. Tanto, que Sarmiento lo nombró Secretario de Relaciones
Exteriores, y le encargó la enseñanza de Instrucción Cívica en el Colegio
Nacional, donde ya enseñaba filosofía. Poco después, en 1869, fue nombrado
Jefe del Departamento General de Escuelas, cargo en el que permaneció sólo un
año. Comenzó su actividad política en
1871, cuando formó parte de la Convención Provincial
Constituyente, encargada de redactar y sancionar la Constitución
provincial de 1874. En 1873, fue elegido diputado por Buenos Aires. En ese
año, además, fundó el periódico El Argentino, en el que publicaría
varios estudios históricos. En 1874, Estrada se hizo cargo de la Dirección de Escuelas
Normales, y del Decanato de la recién creada Facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad
de Buenos Aires. Es de destacar este altísimo honor, teniendo en cuenta que
Estrada no tenía título profesional alguno, pese a ser un intelectual de
primer orden dentro del panorama del pensamiento argentino de la época. Dictó, también, clases de Derecho
Constitucional y Administrativo en la Facultad de Derecho. Algunos de estos cursos,
sobre el sistema federal argentino, el régimen municipal o la libertad de
sufragio, fueron magistrales. Las versiones taquigráficas de dichas clases
fueron posteriormente compiladas en la obra Curso de Derecho
Constitucional. Esta faceta de publicista, además de docente y buen
orador, sería una de las más destacables de su actuación pública. Siendo
Rector del Colegio Nacional (entre 1876 y 1888), Estrada pronunció discursos
memorables. Por ejemplo, el del 24 de abril de 1877, que versaba sobre La
tiranía de Rosas, fue realmente apoteótico, hasta el punto que, al cabo
de la conferencia, los alumnos y docentes lo siguieron en manifestación por
las calles céntricas hasta que llegaron al pie de la estatua de San Martín.
Allí, Adolfo Mitre, en nombre de los alumnos, debió improvisar un discurso
expresando su emoción. A partir de 1880, no obstante su labor docente,
Estrada debió ocuparse de asuntos que le merecían mayor atención. Transcurría
la primera presidencia de Julio A. Roca, y en el país se vislumbraba una
fuerte corriente de pensamiento anticatólico. Estrada comenzó entonces una
lucha publicística sin cuartel en defensa del catolicismo, ya desde el
periodismo, ya desde la tribuna. Se discutía entonces la exclusión de la
enseñanza católica de las escuelas, la ley de matrimonio civil y otra
legislación que era considerada por los católicos como un atentado contra la Iglesia. Estrada
fue elegido presidente de la Asociación Católica y fundó en 1882 el diario La Unión desde donde
mantuvo una lucha constante contra los liberales. Estos conseguían triunfos,
como la consagración de la enseñanza laica, sancionada por el Congreso
Pedagógico de 1882 y tratada en la
Cámara de Diputados de la Nación en julio de 1883. Estrada, mientras
tanto, realizaba giras proselitistas por el interior, celebrando congresos
católicos y lanzando sus más furibundas diatribas contra el Gobierno. En
represalia, fue separado de todos sus cargos públicos, aunque no pudieron
callarlo. En 1884, la
Primera Asamblea de Católicos Argentinos tuvo una
concurrencia excepcional y gestó una alianza política en defensa de las ideas
católicas. Estrada fue elegido diputado nacional. En el Congreso, pronunció
discursos llenos de vigor expositivo y que fueron centrales en varios
debates, especialmente los que enmarcaron el tratamiento de la Ley de Matrimonio Civil,
sancionada finalmente en 1888. Luego de apoyar el gobierno de Juárez Celman,
Estrada se incorporó a la
Unión Cívica. En abril de 1890, mientras pronunciaba un
discurso en el Frontón de Buenos Aires, sufrió una descompensación que le
obligó a retirarse por un tiempo de la vida pública. La revolución radical de
julio lo encontró en Rosario de la Frontera, donde se hallaba descansando y
reponiéndose. De inmediato, viajó a Buenos Aires y tomó parte de las
gestiones políticas que siguieron a la fallida revolución. Comandando las
fuerzas políticas católicas, apoyó la candidatura de Luis Sáenz Peña, quién
en agradecimiento le ofreció el cargo de Ministro. Rehusó ese cargo, pero
aceptó el de Ministro plenipotenciario en Paraguay, función en la que
permanecería durante un año. En septiembre de 1894, la enfermedad lo venció y
falleció en la capital paraguaya. Murió en Asunción en Paraguay el 17 de
setiembre de 1894.
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