CLUB SOCIAL SAN JUSTO
Fundado: 21 de Diciembre de 1919

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Actividad: SOCIAL - CULTURAL - DEPORTIVA - FOMENTO - PRO BIBLIOTECA

"Al Servicio de la Comunidad de San Justo y La Matanza"

sábado, 31 de octubre de 2015

Papa Francisco: La persona centro de la economía

Que los empresarios sean guiados por el Evangelio
Economía y persona
Con el Evangelio y el Magisterio social de la Iglesia, los empresarios católicos sean artífices del desarrollo al servicio del bien común, en la familia, en el trabajo, en la sociedad y en el cuidado de la creación, con especial atención a los más necesitados, exhortó el Papa Francisco al recibir a numerosos miembros de la Unión Cristiana de Empresarios y Dirigentes, asociación eclesial, reconocida por los Obispos italianos.
El Santo Padre recordó la importancia de que se tutele «la armonización entre trabajo y familia» y el derecho de las trabajadoras, en su vocación a la maternidad y a la presencia en los hogares. Y puso de relieve asimismo que «las instituciones, los empresarios, los economistas, los organismos financieros y bancarios» y todos los sujetos implicados en el mundo laboral tienen la responsabilidad de actuar con «ética», «honradez» y «competencia».
Con su llamada a poner en el centro a la persona humana, alentó a los empresarios a mantener el Evangelio vivo en sus corazones, en sus mentes y en sus acciones. Y con su invitación a ser misioneros en la dimensión social del Evangelio, el Papa Francisco recordó el Jubileo de la Misericordia:
«Esta llamada a ser misioneros en la dimensión social del Evangelio, en el mundo difícil y complejo del trabajo, de la economía y de la empresa, conlleva también una apertura evangélica a las diversas situaciones de pobreza y de fragilidad. Se trata, también aquí, de una actitud, de un estilo con el cual llevar adelante los programas de promoción y asistencia, incrementando las numerosas y beneméritas obras concretas del compartir y de la solidaridad que sostienen en varias partes de Italia. Éste será también un modo que les es propio para poner en práctica la gracia del Jubileo de la Misericordia».

viernes, 30 de octubre de 2015

Un cuento basado en hechos reales

La buena lectura es para apreciar los buenos contenidos, he aquí una perlita literaria: “Un poco largo para lo que estamos acostumbrados hoy a leer por aquí. Pero lo encontré y creo que a muchos de mis contactos los va a remontar a momentos muy emotivos, momentos fuertes, y hoy me parece que viene bien. Gracias por tu tiempo.”
FEBRERO DE 2002. E-mail recibido desde USA, enviado por Irma, una alumna de mi taller literario, 70 años, que está de paseo por California desde hace tres meses, visitando a una de sus hijas.
Pedro empezó su día bien temprano, cuando a las 6 de la mañana sonó su despertador (MADE IN JAPAN) Mientras esperaba que en la pava (MADE IN CHINA) hirviera el agua, se afeitó con su
afeitadora eléctrica (MADE IN HONG KONG) Se puso una camisa (MADE IN SRILANKA), un pantalón de marca (MADE IN SINGAPORE), y zapatillas (MADE IN KOREA). Se hizo una tostada en su tostadora (MADE IN INDIA) y se puso a hacer cuentas con su calculadora (MADE IN MEXICO) para ver cuánto podría gastar ese día. Después de poner en hora su reloj (MADE IN TAIWAN) con el top de la hora de la radio (MADE In INDIA), se subió a su auto (MADE IN BRAZIL) y salió, como todos los días, a buscar UN BUEN TRABAJO EN LA ARGENTINA.
Y al final del día, otro desalentador e infructuoso día, Pedro decidió relajarse un poco. Se puso sus sandalias (MADE IN BRAZIL), sacó de la heladera una cerveza (MADE IN GERMANY) y encendió la TV (MADE IN INDONESIA) Mientras veía el noticiero (CNN), pensaba y seguía sin entender por qué no podía encontrar un trabajo en LA ARGENTINA.
Esta es otra forma de imaginar la realidad...
Hecho en Argentina (Marta Pizzo). (Un cuento basado en hechos reales)
Azucena se despertó de golpe, sorprendida por el canto del gallo de su vecina.
Hacía como un año que a Viviana se le había dado por emprender lo de la granja, pero a ella aún le costaba acostumbrarse a los sonidos y –sobre todo– a los olores.
Miró de reojo el reflejo que entraba por las antiguas celosías de hierro y calculó que serían las seis.
Se levantó suavemente de su cama de caña y en un gesto maternal cubrió a su esposo con las sábanas bordadas por su abuela, que le regalara para el casamiento. Mientras lo hacía, recordó las palabras del vendedor de telas de San Justo: “Esto lo hacemos acá, en el tallercito del fondo... ¡tienen sábana para rato muchachos!” ¡Cuánta razón tenía... las sábanas –aunque algo deslucidas– ya estaban por cumplir su aniversario número diecisiete!
Fue hasta el baño, se lavó los dientes, se duchó, lavó su pelo, se secó con una toalla hecha en Argentina, se puso desodorante elaborado en Argentina y desenredó su pelo con un cepillo producido en Argentina.
Luego secó el baño con un trapo y un secador fabricados en Argentina, mientras pensaba lo buenos que habían resultado los sanitarios y la cerámica fabricados en Argentina, que su esposo –Maestro Mayor de obras desocupado recibido en escuela del estado– había instalado doce años atrás.
Con una mirada crítica frente a su espejo fabricado en Argentina, se puso un conjunto de ropa interior fabricado en Argentina y luego su solero preferido, que le compró a unos artesanos de Bariloche hacía ya varios años.
Trató de disimular las ojeras con corrector elaborado en Argentina, mientras escuchaba en la vieja radio producida en Argentina, a un condescendiente periodista argentino haciéndoles un reportaje en dúplex a un sindicalista y un político argentinos. Inmediatamente cambió el dial y puso música nacional.
Tomó unos mates con yerba misionera y azúcar de tucumana y con algo de culpa saboreó un trozo de torta casera que le trajo a probar una vecina el día anterior: Estoy cocinando para el club del trueque...
¡Cuándo necesites algo de repostería, ya sabés! ¡Y qué mano tenía la güacha; estaba riquísima!
Después de humedecer un poco su jardín, se fue caminando hasta el centro comercial del barrio y luego de un estudio pormenorizado de los precios, compró con su magro presupuesto algunos productos autóctonos que necesitaba para el día: leche, huevos, arroz, aceite, queso duro, pan, cebollas, tomates y un ají. También un pedacito de carne argentina para el estofado. Los precios le parecieron de productos importados.
Antes de regresar, pasó a buscar una ropa por lo de Mirta, que como está desocupada y es una excelente costurera, se ofreció para hacerle algunos arreglitos; por lo de Silvia, que le regaló unos zapallitos de su floreciente huerta y por la casa de Ebe, para averiguar cómo les había ido en la entrevista con la gente de Canadá. ¡Qué lástima que tengan que irse! –pensó–, nos estábamos haciendo amigas.
Al llegar, la familia ya se había levantado. Los chicos se habían puesto a jugar con una pelota que fabrica un vecino y su esposo tomaba mate, mientras hojeaba Clarín de ayer que le prestó un vecino, tratando de hallar lo inexistente: un trabajo.
El resto del día fue rutinario para Azucena: comieron el delicioso arroz con salsa que preparó su esposo, realizó tres sesiones de masajes en su gabinete (todos con productos argentinos), aprovechó una horita para tirarse al sol que le encantaba, leyó unos poemas de Leopoldo Lugones mientras saboreaba una deliciosa manzana de Río Negro, hizo algunas tareas del hogar y ya llegada la tardecita, como casi siempre, se encontró con su amiga Liliana para dar unas vueltas alrededor de la plaza Ciudad de Banff.
Iban por la segunda vuelta cuando una chica de unos dieciocho años estiró la mano hacia ellas con convicción, ofreciéndoles un volante que decía:
“PORQUE QUEREMOS SER PROTAGONISTAS DE NUESTRO PRESENTE Y CONSTRUIR LA ARGENTINA QUE MERECEMOS”...
Asamblea Barrial de Versalles, todos los sábados a la 16 hs. en Plaza Ciudad de Banff.
Azucena sintió una gran emoción... ¡el volante había quedado precioso!
Su corazón empezó a latir con más fuerza y no precisamente por la caminata.
Entonces Liliana preguntó: ¿Asamblea en Versalles... servirá para algo?
Es la segunda vez que nos reunimos -dijo Azucena sonriendo- y ante el asombro de su amiga agregó:
...esta tarde te paso a buscar; claro que sirve de mucho, y todos somos necesarios.
Mientras regresaba a su casa Azucena pensó cuántas cosas quedaban por hacer en La Argentina.
Marta Pizzo 27 de febrero de 2002
Cuando escribí esta historia yo formaba parte de la Asamblea...
Hoy, 4 de abril de 2003, lamentablemente la Asamblea de Versalles se ha disuelto.

Restablecimiento del orden democrático

1983 – 30 de octubre - 2015
En el día hoy se cumplen 32 años del restablecimiento del orden democrático, cuando el Dr. Raúl Alfonsín fue elegido Presidente de la Nación. El 10 de diciembre Alfonsín asumiría el primer gobierno democrático tras más de siete años de gobiernos militares.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Verdades que dan a la reflexión

26 de octubre 2015 cerca de Buenos Aires.
Subía mi bici inglesa al furgón del San Martin, y viajaba colada hasta José C. Paz para ir a dar clases. Los lunes eran tremendos. Dejamos de saludar a la bandera en la entrada porque los pibes se nos desmayaban, habían pasado todo el fin de semana sin morfar. La única comida que ingerían, era la del comedor de la escuela.
Alquilaba. La dueña del departamento no quería aceptarme los Patacones como parte de pago del alquiler. Los tuvo que aceptar.
Cuando iba a trabajar a esa escuela en Tortuguitas, tomaba el 176 que iba para Pilar/Escobar. El bondi iba vacío. Solo maestras. Más de una vez el chofer nos decía que pasemos sin cobrarnos boleto. Y después del 2005, ese bondi se lleno de hombres que iban con sus bolsos a las fabricas... y ya no viaje más, me compre un auto.
Tengo muy grabado en la memoria corporal cada instante vivido en la escuela durante el neoliberalismo.
Cuando recién comencé a trabajar, siempre me pasaba que la portera me interrumpía la clase para darle la merienda a los pibes. Un vaso de mate cocido con una rodaja de pan, que no siempre alcanzaba para todos. Un día, estaban tan concentrados en la clase, que cuando la portera abrió la puerta se me ocurrió decirle que venga más tarde, que en ese momento estábamos ocupados. Los pibes se me pararon de manos. "yo tengo hambre" me grito uno, mirándome a los ojos. No sabía cómo disculparme.
A LOS 90 NO VOLVEMOS!
Ana Teplitzky

Palabras en voz alta

Me Gusta La Grieta
Lo lamento por ustedes que se asustan, pero a mí, me encanta la grieta.
Me encanta que haya un abismo entre tipos que odian tener que tributar por la riqueza que acumulan, y yo. Me encanta que haya una grieta enorme entre mujeres con cuerpo de mujeres y alma de mujeres que pueden sospechar que niñas de 12 años “se embarazan” para no trabajar.
Amo que una gran muralla más enorme que la muralla china me separe de personas que en nombre de la corrupción que existe, se oponen a que nuestra patria tenga trenes y petróleo para poder moverse y crecer. Adoro esa grieta visible que me separa de otras mujeres que han parido hijos con hombres, y que juntos sostienen que la lucha de madres como Estela, Hebe o Sonia, que vieron los cuerpos de sus hijos torturados hasta morir o desvanecerse en la nada, es un kiosquito de “derechos humanos”.
Amo estar a una grieta de distancia de la gente que - a pesar de tener trabajo, empleo, crédito, universidades públicas y gratuitas, hijos que se reciben y encuentran trabajo en fábricas y laboratorios,- insiste en medir el bienestar común en proporción directa a cuántos dólares puede adquirir por mes.
Gente con el alma estrecha, por decirlo con cariño. Porque – a pesar de que muchos de ellos son de odio fácil, odian nimiedades como la cadena, la carterita de marca y lo que venga, porque tiene ganas de odiar, nomás- yo a muchos los quiero porque son mis amigos.
Pero la grieta está, y está bueno que está. A mí, me separa una grieta enorme, inmensa, de las personas que aman lo que Francisco dice pero no hacen lo que él hace, porque le tienen miedo y entonces rabia a los pobres, a los “negros”, a los “putos”, a los distintos.
Que son capaces de linchar o aplaudir a quienes linchan por un plasma. A mí me separa un abismo de las personas que eligen a un tipo que promete entrar con tanques militares a las villas o que besa y abraza a los pobres porque lo mandó su jefe de prensa admirador de Hitler.
A mí que no recibí ni asignación universal, ni procrear, ni jubilación, ni subsidios para el agro, ni volé en arsat, ni uso trenes nuevos, ni monté una empresa familiar, ni me amparan las paritarias vigentes y gloriosas, ni casi nada, a mí, me separa una enorme y clara grieta de las personas mezquinas que putean por todo con verdadero odio, y que dicen que en este país no se puede pensar distinto mientras insultan y maldicen como piratas ingleses a cualquier brotecito de amor celeste y blanco.
O festejan las decisiones de un juez extranjero que nos perjudica. Yo quiero estar separada por una grieta bien honda de la gente que espera una devaluación como se espera una estrella fugaz y en vez de la ve de la paz o de la victoria elige el dedo odiador de fuck you.
Cortito y al pie, yo celebro que exista una grieta. De este lado, del que yo me paro todas las mañanas para ir a un futuro colectivo brilloso, me acompañan millones de personas buenas de buena fe, trabajadoras, que se levantan temprano y salen a ganarse el día, que no cagan a nadie, que construyen un país con sus manos , que le dan de comer a sus hijos, que confían, que honran la memoria de sus padres, y que, cuando pueden, cogen, descansan, bailan, charlan, abrazan, se ríen y comparten una mesa con los suyos.
A mí me gustan las grietas que separan lo claro de lo oscuro, lo árido de lo fértil, lo individual de lo colectivo, el amor del odio, lo cálido de lo frío, la verdad con errores pero humilde de la hipocresía. Me gustan las grietas además, porque he visto muchas veces, fíjense qué preciosura, crecer florcitas obstinadas y hermosas, entre las grietas más tristes de los muros más altos y las zanjas más feroces.
No me vengan con estar todos unidos. Yo no odio. Los que me conocen saben que no odio. Pero nunca voy a estar de ese lado de la orilla de los que sí odian porque se sienten asustados o superiores.
Únanse ustedes, y si quieren, cambien. Todo lindo, pero cada uno en su orilla.
G.B.