Luis Sandrini decía: “Hasta que el cuerpo aguante”
Hoy 5 de julio de 2013 se
cumplen 33 años del alejamiento físico de una de las figuras más destacadas
del cine argentino, Luis Sandrini, quien con su modo particular de interpretar
cada papel, lograba a la perfección generar una verdadera comunión entre su
persona y el público.
Fue precisamente un frío 5 de
julio de 1980 cuando la muerte golpeó a su puerta. No obstante, en sus 75 años
de vida terrenal Luis había logrado conseguir todo lo que se había propuesto, por
lo que no dudaba en asegurar: "Estoy conforme con mi vida porque hice todo
lo que sentí y porque trabajé durante 50 años respetando al público. Soy un
cómico sentimental, hacer lo que hago me ayuda a vivir".
Su nombre real Luis Santiago
Sandrini Lagomarsino que nació el 22 de febrero de 1905 en la ciudad de San
Pedro en la Provincia
de Buenos Aires, donde desde hacía años se había radicado su padre, un genovés
actor de teatro que amaba el circo.
Ese fue seguramente el motivo por
el cual el pequeño Luisito comenzó a trabajar como payaso en una compañía
circense junto a sus progenitores, cuando aún no había comenzado la escuela
primaria.
De esta forma, en el pequeño Luis
fueron creciendo las ansias de convertirse en un adulto que pudiera compartir
su alegría de payaso con un público cada vez más grande, y que en definitiva lo
llevarían a transitar el camino de la actuación, no sólo humorística, sino que
incluyendo también el melodrama.
Sin embargo, en una primera
instancia, Luis decidió que tenía cierta vocación de docente, por lo que logró
obtener su título, aunque jamás llegó a ejercer. Es que el circo y el teatro se
fueron convirtiendo poco a poco en su máxima pasión.
Motivado por su vocación, al
cumplir los 18 años decidió mudarse a la ciudad de Buenos Aires, y allí comenzó
a dar sus primeros pasos en el Circo Rinaldi, donde también se desenvolvió como
payaso, tony y miembro de la comparsa, funciones a las que supo añadirles su
toque mágico.
Y fue precisamente ese toque
mágico el que le abrió las puertas del teatro, y Luis cambió la arena por las
tablas, cuando a principios de la década del treinta se incorporó a la
prestigiosa compañía de Enrique Muiño y Elías Alippi, en principio participando
del llamado género del circo criollo, destinado a las obras gauchescas, y luego
progresando hacia los protagónicos de otras piezas teatrales. Cabe en este
punto recordar el inmenso éxito obtenido en 1933 con su personaje de “el
Eusebio” dentro de la obra "Los tres berretines", de Malfatti y De
Las Llanderas, que posteriormente llegó al séptimo arte, consagrando para
siempre a Luis en el firmamento de las grandes estrellas del cine nacional.
Pero su verdadero debut en el
cine se produjo en el año 1933, cuando integró el elenco de la película
"Tango" de Luis Moglia Barth, la cual es considerada la primera pieza
sonora del cine nacional. Allí compartió su trabajo con la mujer que en aquel
entonces era su pareja: Tita Merello.
A este filme le siguió la versión
cinematográfica de “Los tres berretines” y luego "Riachuelo" de Luis
Moglia Barth, donde finalmente Luis Sandrini logró conquistar el corazón de los
espectadores, y convertirse en uno de los actores más solicitados de ese
momento.
Las décadas que le siguieron
llevaron a Luis a la pantalla grande en más de 70 películas, elevando su figura
al estandarte de referente inevitable del cine argentino en el período que va
desde la década del treinta a la del sesenta.
La clave de su éxito fue en
definitiva su talento, ya que Sandrini supo conquistar al público no sólo de nuestro
país, sino a todos aquellos de habla hispana, precisamente gracias a su manera
particular de interpretar los diversos roles que se le presentaban, superando
con su personalidad las facetas de los personajes que le tocaron encarnar.
La mezcla exacta de humor y
sensibilidad, le permitieron reflejar el arquetipo del argentino de la época,
aquel que por su ingenuidad caía preso de las trampas de los hombres con malas
intenciones. Otras veces su picardía eran motivo suficiente para desarrollar
las historias que se tejían alrededor de sus personajes.
Tal es el éxito eterno de las
películas en las que participó, que aún hoy la gente se refiere a las mismas
como “las películas de Sandrini”, dejando en las sombras al resto del elenco, e
incluso a los directores de los filmes, porque la figura de Luis eclipsaba por
completo el metraje.
Todavía se recuerdan con ternura
las inolvidables expresiones de sus personajes, aquel tartamudeo nervioso, el
siempre presente amor a la madre, y frases que con el correr del tiempo se han
vuelto un ícono, como aquella que decía "¡La vieja ve los colores!".
El ingreso y el éxito en el cine
le permitieron a Sandrini ser parte en primera instancia de la radio, con su
inolvidable personaje llamado Felipe, el cual posteriormente llegó a la
televisión, dentro de un ciclo cómico emitido por Canal 13, compartiendo la
pantalla con humoristas de la talla de Pepe Biondi, José Marrone, Dringe
Farías, Juan Carlos Altavista, Carlos Balá, Alberto Olmedo y Tato Bores.
No obstante, a pesar del amor que
le tenía su público, Sandrini se vio obligado por un tiempo a dejar su vocación
y dedicarse a la carpintería, en un taller improvisado en su casa, en cuya
puerta de entrada colgaba un cartel improvisado que decía "Aquí trabaja
Sandrini". Este período coincide con la caída del Peronismo, en 1955.
A pesar de todo ello, jamás se
alejó de su vida profesional, la cual culminó a la par de su vida, durante la
filmación de su última película titulada “Qué linda es mi familia”, dirigida
por Palito Ortega, y en la que compartió su trabajó junto a Niní Marshall. Fue
durante el rodaje de este filme, que Luis Sandrini comienza a presentar
síntomas de enfermedad, que le produjeron una agonía de 16 días, hasta el final
inevitable.
Hoy, su trabajo no sólo es reconocido a nivel internacional, sino que
nuestro querido Sandrini es también un ícono en otros países como España, y un
verdadero ídolo entre las comunidades de habla hispana en Estados Unidos.