El
24 de julio de 1926 se inaugura en Buenos Aires el Monumento a Manuel Dorrego.
Breve
reseña histórica: El monumento al coronel Manuel Dorrego, obra del escultor
argentino Rogelio Yrurtia (1879-1950). Al aprobarse en 1885 la erección de los
monumentos a Bernardino Rivadavia y a Mariano Moreno, a iniciativa del diputado
Federico de la Barra,
los legisladores añadieron otro tanto para Manuel Dorrego; pero el proyecto
languideció en la Cámara
de Senadores. En 1900 y merced a la iniciativa “popular” se formó una comisión,
integrada entre otros por Luis Güemes, Roque Sáenz Peña, Adolfo P. Carranza y
Alejandro Sorondo, para reinstalar la necesidad de un monumento a Dorrego. En
1905 fue aprobada la ley y después de un concurso se le adjudicó la obra a
Rogelio Yrurtia. Toda una serie de vicisitudes (la inflación, la guerra mundial
y la falta de materiales) fueron demorando la obra que recién pudo inaugurarse
en 1923. La composición tiene por eje un pedestal de granito gris, en su núcleo
central se encuentra emplazada una victoria alada, que guía la figura ecuestre
de Manuel Dorrego. A los costados las figuras alegóricas de “La Historia” y “La Fatalidad”.
La
figura ecuestre de Manuel Dorrego es una de las mejor logradas por el artista.
La cabeza es extraordinariamente expresiva. El grupo escultórico está en la
pequeña plaza de Viamonte y Suipacha y, cuando Yrurtia lo pergeñó, tuvo muy en
cuenta el lugar de su emplazamiento para que se correspondiese el espacio
ocupado por el monumento con el cubo de aire que lo rodeaba, como así también
las fachadas de los edificios que le sirven de fondo, al destacarse el patinado
oscuro de las figuras de bronce, respecto de aquellos. La incivilidad de la que
hablábamos al comienzo de nuestra nota, más las especulaciones económicas de la Municipalidad (por
entonces el intendente era Carlos Grosso) y los intereses especulativos de
determinadas empresas constructoras llevaron a retirar la obra en 1992 para
construir una playa de estacionamiento subterránea. Felizmente la iniciativa no
prosperó y pocos años más tarde volvió a emplazárselo en su lugar original.
Rogelio Yrurtia “siempre sostuvo la tesis de considerar en la ubicación de las
obras de arte, su proporción en relación con el cubaje de aire que debía
rodearlas y la conveniencia para su valoración que estuvieran cerca de un
edifico (importante) como sucede con el Monumento a Dorrego, en la plazoleta de
Suipacha y Viamonte”.
Finalmente
no podemos dejar de señalar que la
Comisión que patrocinó este monumento estuvo presidida por
Antonio Dellepiane, tercer director del Museo Histórico Nacional y que a éste,
en calidad de presidente de la
Comisión, le cupo mediar entre Yrurtia y el gobierno en torno
a un incremento de las sumas de dinero estipuladas (debido a la inflación y la
demora en la ejecución de la obra) y en las leyendas alusivas que se encuentran
grabadas en la obra. Dorrego, precursor del federalismo, sigue teniendo su
escultura en Buenos Aires; bueno es que lo recordemos porque se refiere a los
avatares del federalismo en nuestra historia y de cómo la inserción popular que
había logrado, más el nefasto resultado de la guerra con Brasil (1825-1828), le
costaron la vida al gobernador de Buenos Aires al ser fusilado por Juan Lavalle
en diciembre de 1828.