CLUB SOCIAL SAN JUSTO
Fundado: 21 de Diciembre de 1919

Dirección: Av. Arturo Illia 2632 - San Justo - La Matanza - Buenos Aires.
Correo Electronico: clubsocialsanjusto@gmail.com
Actividad: SOCIAL - CULTURAL - DEPORTIVA - FOMENTO - PRO BIBLIOTECA

"Al Servicio de la Comunidad de San Justo y La Matanza"

lunes, 30 de marzo de 2015

Invitación del Señor Intendente Municipal

Señores Socios y Vecinos.
Invitación recibida, la cual la hacemos extensiva a todos ustedes y expresa:
“El Intendente Municipal Fernando Espinoza tiene el agrado de invitar a usted a la Inauguración del Centro de Eventos Culturales y Deportivos “Juan Domingo Perón”, en González Catán, Ruta Nacional Nº 3 Km 32, con la presencia de la Presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner a realizarse el día 31 de marzo a las 16,15 horas”.

Creación de la Diócesis de Buenos Aires

El 30 de marzo de 1620 el Papa Paulo V,  creó la diócesis de Buenos Aires y designó como primer obispo a fray Pedro Carranza, carmelito descalzo quien tomó posesión de la sede el 17 de noviembre de 1621 y recibió la consagración episcopal al año siguiente, en 1622. Carranza falleció el 29 de noviembre de 1632 y fue sucedido en su importante labor por fray Cristóbal de Aresti, benedictino.
Pío IX fue el papa que se encargó de elevar a Buenos Aires al rango de arquidiócesis, el 5 de marzo de 1865 y Su Santidad Pío XI, el 29 de enero de 1936, la declara “Primada de la Argentina”. Comprende todo el territorio de la ciudad de Buenos Aires y el correspondiente a la isla Martín García.

domingo, 29 de marzo de 2015

Tragedia aérea en Francia

Reconstrucción de los últimos minutos en la cabina del vuelo GWI9525
Conversaciones registradas por la caja negra del Airbus 320 de Germanwings; El piloto del avión a Andreas Lubitz: “Por el amor de Dios, abre la maldita puerta”.
Fuente: el país (29-3-2015)

Homiía de Domingo de Ramos



No hay humildad sin humillación, dijo el Papa en su homilía
En una soleada Plaza de San Pedro, adornada para esta ocasión con numerosos olivos y flores, el Papa Francisco presidió la Procesión y la bendición de las Palmas y celebró la Santa Misa del Domingo de Ramos, en coincidencia con la 30ª Jornada Mundial de la Juventud, que este año se celebra a nivel diocesano.
Ante miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosos países, el Obispo de Roma afirmó en su homilía que en el centro de esta celebración, que se presenta tan festiva, está la palabra escuchada precedentemente en el himno de la Carta a los Filipenses, en que leemos que Jesús “se humilló a sí mismo”.
Palabra que – como dijo el Papa Bergoglio –  nos desvela el estilo de Dios y del cristiano: la humildad. Un estilo que nunca dejará de sorprendernos y ponernos en crisis: nunca nos acostumbraremos a un Dios humilde.
Tras explicar que humillarse es ante todo el estilo de Dios; porque  Dios se humilla para caminar con su pueblo, para soportar sus infidelidades, Francisco destacó que en esta semana, la Semana Santa, que nos conduce a la Pascua, seguiremos este camino de la humillación de Jesús, puesto que sólo así será “santa” también para nosotros.
En efecto, el Pontífice dijo que veremos el desprecio de los jefes del pueblo y sus engaños para acabar con él. Asistiremos a la traición de Judas, uno de los Doce, que lo venderá por treinta monedas. Veremos al Señor apresado y tratado como un malhechor; abandonado por sus discípulos; llevado ante el Sanedrín, condenado a muerte, azotado y ultrajado. Escucharemos cómo Pedro, la “roca” de los discípulos, lo negará tres veces. Oiremos los gritos de la muchedumbre, pidiendo que Barrabás quede libre y que a él lo crucifiquen. Veremos cómo los soldados se burlarán de él, vestido con un manto color púrpura y coronado de espinas. Y después, a lo largo de la vía dolorosa y a los pies de la cruz, sentiremos los insultos de la gente y de los jefes, que se ríen de su condición de Rey e Hijo de Dios.
Esta es la vía de Dios – dijo el Papa – el camino de la humildad. Es el camino de Jesús, no hay otro. Y no hay humildad sin humillación.
Después de recordar que el Hijo de Dios tomó la “condición de siervo”, Francisco  afirmó que “la humildad quiere decir servicio, significa dejar espacio a Dios negándose a uno mismo, “despojándose”, como dice la Escritura, porque ésta es la humillación más grande.
Además destacó que hay otra vía, contraria al camino de Cristo que es la mundanidad. La mundanidad que nos ofrece el camino de la vanidad, del orgullo y del éxito, que el maligno también se la propuso a Jesús durante cuarenta días en el desierto. Pero el Señor la rechazó sin dudarlo. Y, con él, nosotros podemos vencer esta tentación, no sólo en las grandes ocasiones, sino también en las circunstancias ordinarias de la vida.
De ahí que el Santo Padre haya puesto de manifiesto la ayuda que nos da el ejemplo de muchos hombres y mujeres que, en silencio y sin hacerse ver, renuncian cada día a sí mismos para servir a los demás como a un familiar enfermo, a un anciano solo o una persona con discapacidad.
Y concluyó pidiendo que  también nosotros emprendamos con decisión este camino, movidos por el amor a nuestro Señor y Salvador, quien nos guiará y nos dará fuerza.
Texto y audio de la homilía del Domingo de Ramos del Papa Francisco:
En el centro de esta celebración, que se presenta tan festiva, está la palabra que hemos escuchado en el himno de la Carta a los Filipenses: “Se humilló a sí mismo” (2, 8). La humillación de Jesús.
Esta palabra nos desvela el estilo de Dios y, en consecuencia, el que debe ser del cristiano: la humildad. Un estilo que nunca dejará de sorprendernos y ponernos en crisis: nunca nos acostumbraremos a un Dios humilde.
Humillarse es ante todo el estilo de Dios: Dios se humilla para caminar con su pueblo, para soportar sus infidelidades. Esto se aprecia bien leyendo la historia del Éxodo: ¡Qué humillación para el Señor oír todas aquellas murmuraciones, aquellas quejas! Estaban dirigidas contra Moisés, pero, en el fondo, iban contra él, contra su Padre, que los había sacado de la esclavitud y los guiaba en el camino por el desierto hasta la tierra de la libertad.
En esta semana, la Semana Santa, que nos conduce a la Pascua, seguiremos este camino de la humillación de Jesús. Y sólo así será “santa” también para nosotros.
Veremos el desprecio de los jefes del pueblo y sus engaños para acabar con él. Asistiremos a la traición de Judas, uno de los Doce, que lo venderá por treinta monedas. Veremos al Señor apresado y tratado como un malhechor; abandonado por sus discípulos; llevado ante el Sanedrín, condenado a muerte, azotado y ultrajado. Escucharemos cómo Pedro, la “roca” de los discípulos, lo negará tres veces. Oiremos los gritos de la muchedumbre, soliviantada por los jefes, pidiendo que Barrabás quede libre y que a él lo crucifiquen. Veremos cómo los soldados se burlarán de él, vestido con un manto color púrpura y coronado de espinas. Y después, a lo largo de la vía dolorosa y a los pies de la cruz, sentiremos los insultos de la gente y de los jefes, que se ríen de su condición de Rey e Hijo de Dios.
Esta es la vía de Dios, el camino de la humildad. Es el camino de Jesús, no hay otro. Y no hay humildad sin humillación.
Al recorrer hasta el final este camino, el Hijo de Dios tomó la “condición de siervo” (Flp 2, 7). En efecto, “humildad quiere decir también servicio, significa dejar espacio a Dios negándose a uno mismo, “despojándose”, como dice la Escritura (v. 7). Esta – este vaciarse – es la humillación más grande.
Hay otra vía, contraria al camino de Cristo: la mundanidad. La mundanidad nos ofrece el camino de la vanidad, del orgullo, del éxito... Es la otra vía. El maligno se la propuso también a Jesús durante cuarenta días en el desierto. Pero Jesús la rechazó sin dudarlo. Y, con él, sólo con su gracia, con su ayuda, también nosotros podemos vencer esta tentación de la vanidad, de la mundanidad, no sólo en las grandes ocasiones, sino también en las circunstancias ordinarias de la vida.
En esto, nos ayuda y nos conforta el ejemplo de muchos hombres y mujeres que, en silencio y sin hacerse ver, renuncian cada día a sí mismos para servir a los demás: un familiar enfermo, un anciano solo, una persona con discapacidad, un sin techo...
Pensemos también en la humillación de los que, por mantenerse fieles al Evangelio, son discriminados y sufren las consecuencias en su propia carne. Y pensemos en nuestros hermanos y hermanas perseguidos por ser cristianos, los mártires de hoy – hay tantos – no reniegan de Jesús y soportan con dignidad insultos y ultrajes. Lo siguen por su camino. Podemos hablar en verdad de “una nube de testigos”: los mártires de hoy (cf. Hb 12, 1).
Durante esta Semana Santa, pongámonos también nosotros en este camino de la humildad, con tanto amor a Él, a nuestro Señor y Salvador. El amor nos guiará y nos dará fuerza. Y, donde está él, estaremos también nosotros (cf. Jn 12, 26).
Fuente: Radio Vaticana (29-3-2015)

El secuestro de la bibliotecaria

La Bibliotecaria, un personaje icónico pero real
Video (ver): El secuestro de la bibliotecaria
El vídeo que encabeza este post dominical es el cuento El secuestro de la bibliotecaria, de Margaret Mahy, contado por la cuentacuentos Cristina Serrano Frías. Aunque es un vídeo un poco largo, recomiendo que lo veáis ya que es un cuento que aporta una visión positiva de los bibliotecarios.
Esta semana el gremio de bibliotecarios andamos revolucionados y en pie de guerra contra un periódico de tirada nacional que permitió la publicación de un insultante y degradante artículo de opinión sobre bibliotecarias y bibliotecas. Ni nombraré al periódico ni al autor de dicho escrito para no darle publicidad ni tráfico a la web, pero como bibliotecaria y redactora de este blog me siento en la obligación de hablar al respecto de esta figura: la bibliotecaria.
Y sí, digo LA, ya que es curioso cómo la figura del bibliotecario es la de un hombre sabio, respetado, que ha conseguido serenidad y paz en su vida personal, con una amplia cultura, que tiene a una dulce mujer en su casa que le recibe amorosa con la cena caliente, que le cuenta relatos heroicos a sus hijos.
Por su parte, la figura de la bibliotecaria es la de una mujer amargada, lesbiana en el sentido más despectivo con el que se ha usado este término, es decir, mujer agria que ha sido incapaz de atraer a un hombre, soltera, de maternidad frustrada, estricta, reprimida, poco atractiva, por no decir fea, que usa gafas y moños, amante de la soledad y, a pesar de estar rodeada de libros, no muestra grandes inquietudes culturales.
Sería injusto no mencionar el mito de la bibliotecaria sexy, también presente en el cine, la televisión y la literatura.
¿Exagero? Bueno, un poquito tal vez, pero hay que reconocer que en el cine, la televisión y la literatura, la figura de la bibliotecaria no es precisamente la de una mujer feliz, amable y realizada.
Algunas veces hemos hablado en este blog sobre bibliotecas, ya que es el lugar donde muchos lectores se forman y se alimentan a lo largo de su vida. Pero… ¿hemos hablado de los bibliotecarios?
Ahora ya sí uso el género neutro (que me perdonen los que promueven el lenguaje no sexista, pero defiendo el género neutro en nuestro idioma), porque en una sociedad donde la cultura ocupara el pilar que le corresponde, el bibliotecario del barrio tendría la misma importancia que le damos al farmacéutico.
De un bibliotecario esperamos que sea amable, empático, que nos atienda como si fuéramos lo único que tiene que hacer en todo el día. Tal y como me dijo un gran bibliotecario durante mi período de formación, “cuando un usuario entra por la puerta, todo el sistema se paraliza“.
Podemos esperar que sepa buscar información, no sólo en el espacio físico de la biblioteca, sino también en la red; podemos pedirle que nos forme y oriente en cuestiones de búsquedas documentales y de información; es más, podemos pedirle que nos oriente en cuestiones de información local; incluso pedirle que nos recomiende literatura, cine o música ya que no es disparatado presuponer un nivel cultural aceptable a una persona que trabaja rodeado de ella.
Lo que no debemos exigir a un bibliotecario es que vigile a nuestros hijos si los dejamos en la zona infantil ya que eso no es una guardería y nosotros no tenemos título de cuidadores infantiles; tampoco se nos puede exigir que seamos un pozo de conocimientos literarios porque la misión del bibliotecario va más allá de la literatura y la literatura no forma parte de la formación en las facultades de Documentación.
Por experiencia os digo que ser bibliotecaria es la profesión más bonita del mundo, más que la de periodista como decía García Márquez.
Y si digo la verdad, me resultaba realmente bonito ser “la bibliotecaria”.
Fuente: Rincón del bibliotecario