1817 - 12 de
Febrero - 2015
198º
Aniversario de la Batalla de Chacabuco
La
Epopeya de Chacabuco se aconteció a los pocos días de haber cruzado la
Cordillera, el ejército sanmartiniano enfrentó a los realistas que fueron derrotados
el 12 de febrero de 1817, en la hacienda de Chacabuco, a 55 km al norte de la
ciudad de Santiago.
Tras
reunirse el 9 de febrero en el Campamento
de Curimón las columnas que cruzaron los Andes por “camino de Los
Patos” junto con las que cruzaron por el “camino de Uspallata”, se resolvió
atacar en la madrugada del día 12. Con el fin de emplear una táctica de pinzas
por el frente y la retaguardia, se dividieron a las tropas disponibles en dos:
la 1º División al mando de Miguel Estanislao Soler que debía atacar por el
oeste, estaba compuesta por 2.000 hombres y 80 artilleros; la 2º División al
mando de Bernardo O’Higgins debía atacar por el este; estaba formada por 1.500
hombres.
Mientras
Soler rodeaba a los realistas por el camino de Montenegro, más suave pero mucho
más largo, O’Higgins lo hacía por Cuesta
Vieja, más corto pero en pendiente y mucho más peligroso, dirigiéndose
en dos columnas, y enfrentándose con los adelantados realistas hasta
encontrarse frente a frente con el grueso del ejército realista, por lo que
decidió avanzar hacia el cerro Los
Halcones y desplegar allí sus fuerzas, al tiempo que despachaba un
mensajero para informar de la situación al general San Martín.
Sin
embargo, el sorpresivo avance del realista Maroto cambiaba por completo el
panorama. Ahora O’Higgins, sin ayuda de Soler, tendría que batirse con la
totalidad de las fuerzas realistas o retroceder a una catástrofe segura.
O’Higgins al no recibir respuesta ante esta situación a las 11:45 y
contraviniendo las órdenes de San Martín de no comprometer fuego, aconsejado
por Crámer, (ex oficial de Napoleón), ordenó a la infantería cargar a la
bayoneta, organizando dos columnas de ataque, siguiendo el modelo napoleónico y
lanzándolas sobre el ala derecha enemiga (Batallón Talavera) apoyada por la
caballería del coronel José Matías Zapiola, pero los granaderos tropezaron con
el profundo cauce de Las Margaritas, que no habían visto, no pudiendo pasar en
formación de ataque y retrocedieron tras una andanada de fuego enemigo, sin
sufrir muchas bajas, hasta el cerro de los Halcones, donde se reorganizaron.
De nuevo
O’Higgins y Crámer las lanzaron al asalto, dirigiendo ahora la caballería
contra el flanco derecho y la infantería contra el centro. Un pelotón de
caballería rompía la línea realista entre la extrema izquierda del Talavera y
la derecha del grueso del batallón Chiloé, arrollando a los artilleros. La
infantería ya casi vencedora, acudió en auxilio de la caballería. Zapiola,
después de romper el cuadro formado por los talaveras, rebasó el ala derecha
realista y una segunda carga sobre la infantería y la caballería enemigas
produjo la dispersión. Los restos del ejército realista huyeron a la desbandada
hacia las casas de Chacabuco distante a pocos kilómetros, y dejando en el campo
la tercera parte de sus efectivos. Era las 13:30 de la tarde. Librada aquella
acción, una división de adelantados de Soler arribó produciéndose el
envolvimiento completo del flanco izquierdo y de la espalda, y destrozando la
retaguardia realista, consolidándose así una aplastante victoria a favor de los
patriotas. La batalla concluyó a las 14:00 horas.
De los
1400 hombres del ejército realista, 500 quedaron en el campo, 600 cayeron
prisioneros, 170 se dispersaron por los faldones de los cerros y 130 se
replegaron a Santiago. Los patriotas muertos fueron 12 y los heridos 125. Marcó
del Pont dispuso la retirada a Valparaíso de los restos del ejército que habían
quedado acantonados cerca de la capital, y preso del pánico delegó el mando en
Maroto para dirigirse a San Antonio.
Gracias a la Batalla de Chacabuco, en la que
los patriotas salieron victoriosos, Chile pudo iniciar el camino a su
independencia. Reunida la asamblea bajo la presidencia del gobernador don
Francisco Ruiz Tagle, elegido interinamente por el pueblo al tiempo de la fuga
de Marcó del Pont, los concurrentes declararon por aclamación que a la voluntad
unánime era nombrar a don José de San Martín gobernador de Chile con omnímoda
facultad, y así lo hicieron constar en el acta que se levantó y todos firmaron
ante escribano público. El general fiel a sus instrucciones y a su plan
político, se negó a aceptar el mando que se le ofreció, y convocó por
intermedio del Cabildo una nueva asamblea popular a que concurrieron 210
vecinos notables. El auditor del ejército de los Andes, Dr. Bernardo de Vera y
Pintado, reiteró públicamente la renuncia de San Martín, y fue aclamado en el
acto el general O’Higgins Director Supremo del Estado de Chile, declarando Vera
que la elección era del agrado del General San Martín. El nuevo Director nombró
por ministro del interior a don Miguel Zañartu carácter entero y decidido
partidario de la alianza chileno-argentina, y en el departamento de guerra y
marina al teniente coronel don José Ignacio Zenteno, secretario de San Martín.