Falleció Raúl
Gómez: Adiós al padre del Rastrojero
Este fin de
semana, a la edad de 93 años, falleció en Rosario el ingeniero Raúl Gómez. Se
lo conoció como el padre del Rastrojero. Gómez, junto a un equipo de ingenieros
liderado también por el ingeniero Félix Santiago Sanguinetti y el brigadier
Juan Ignacio San Martín, diseñó, fabricó y bautizó en 1952 al más famoso de los
utilitarios argentinos.
El
Rastrojero con mecánica de Jeep Willys comenzó a ser fabricado en
Córdoba por las Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado (IAME). Esa
primera generación se mantuvo en producción hasta 1969. Entre ese año y 1979,
se produjo una evolución con motor Peugeot.
El
Rastrojero se ofreció con cabina simple, doble y hasta con tres puertas (ver
nota). Su sencillez mecánica lo convirtió en un éxito comercial. Se fabricaron
más de 30 mil unidades, siendo la más exitosa la variante Diesel NP 62.
El
ingeniero Gómez recibió numerosos homenajes en vida. Y fue fuente obligada de
consulta en todos los trabajos periodísticos e históricos sobre la etapa de
industrialización de Juan Domingo Perón. En estos días, el término
Rastrojerización se utiliza incluso en el debate económico, como metáfora de la
situación de la industria nacional.
En
2011, el INTI puso en marcha el Proyecto Sacha, con la intención de relanzar un
nuevo Rastrojero. Pero la idea todavía no avanzó más allá de los renders
digitales (ver nota). A pedido del Club IAME, el propio Ingeniero Gómez
escribió una pequeña autobiografía sobre la etapa de desarrollo, fabricación y
bautismo del primer Rastrojero (ver abajo).
Nota
del Club IAME
El
nacimiento del Rastrojero.
Texto
del Ingeniero Raúl Gómez
Me
pidieron que dijera algunas cosas sobre el Rastrojero. Debo reconocer que desde
que presente mi renuncia en IAME a fines de abril de 1956 y me trasladé a
Rosario el 2 de mayo, hasta la fecha había recordado muchas veces a los que
fueron mis jefes y mis compañeros de trabajo, pero nunca había recordado mi
actuación en Rastrojero hasta que el Ingeniero Sanguinetti, a principios del año
2000, me pidió que escribiera lo que yo recordara de esa historia. Desde
entonces han sido muchas las veces en que me han preguntado y he debido hablar
del tema. Por ese motivo quiero tener un recuerdo para el Brigadier San Martín
y todos los que aportaron su esfuerzo para concretar la idea del Brigadier San
Martín de crear la industria automotriz en la Argentina y rendirle mi homenaje
a los presentes, a los ausentes, y a los que ya se fueron… hasta que nos
veamos, en especial a Alfredo Elías Casasola quien nos acompañó al Ingeniero
Sanguinetti y a mí en todas las carreras de regularidad en las que participamos
con Rastrojero.
Nunca
tuve en claro cómo y porqué (me enteré recién el viernes pasado en la
conferencia del Ingeniero Monserrat) aparecí yo en este programa. De padre
inmigrantes españoles de Castilla la Vieja, nací en Presidencia Roque Sáenz
Peña, territorio nacional del Chaco a fines de 1924 y soy chaqueño a pesar del
entredicho que tuve con el Ingeniero Taravella cuando me preguntó donde había nacido.
Le dije que era Peronista de nacimiento. Casi me echa, y le dije: “nací en la
Provincia Presidente Perón” como en ese momento se llamaba, así que más o menos
se arregló el problema. Nací en un pueblo que era muy, muy nuevo.
Fue
fundado en 1912, conocíamos a la familia del fundador porque todavía vivían en
el pueblo. Mis padres se casaron allá en 1922, y tienen el acta Nº 1 del
Registro Civil del pueblo, con eso ya está todo dicho de cómo era, ¿no?. Creo
que es difícil imaginarse algo más lejos de Córdoba que ese lugar y esa época.
Como único elemento a favor puedo decir que como los fondos de nuestra casa se
comunicaban con la agencia Ford, propiedad de dos de mis tíos, pasé mis
primeros años molestando a todos en el taller de la concesionaria que estaba a
cargo de un primo.
Como
consecuencia a los 5 años me enseñaron a manejar porque encontré un Ford T con
el motor en marcha delante del almacén por mayor de mi padre, me subí y me
agarraron a las dos cuadras. Entonces decidieron enseñarme a manejar. Desde
entonces estoy metido con los autos.
Comencé la escuela primaria en mi pueblo hasta que mi padre dejó sus negocios y después de una pequeña temporada en Salta toda la familia viajó a España con la idea de radicarse allá. ¡Cada vez más lejos! Conocí el pueblo de mi padre, que está a 800 metros del pueblo de mi madre, pero se casaron acá. Pero, el hombre propone y la política dispone. Transcurría el año 1932 y mientras estábamos residiendo en Madrid, ya pudimos ver desde los balcones de la casa en la que estábamos viviendo, el humo de los incendios de algunas iglesias. Volvimos a la Argentina, a Presidencia Roque Sáenz Peña y al año siguiente nos radicamos en Rosario, en donde completé la escuela primaria y la secundaria en la Escuela Industrial de la Nación, anexa a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional del Litoral, obteniendo el título de Técnico Mecánico después de una práctica no rentada de varios meses en un taller mecánico.
Comencé la escuela primaria en mi pueblo hasta que mi padre dejó sus negocios y después de una pequeña temporada en Salta toda la familia viajó a España con la idea de radicarse allá. ¡Cada vez más lejos! Conocí el pueblo de mi padre, que está a 800 metros del pueblo de mi madre, pero se casaron acá. Pero, el hombre propone y la política dispone. Transcurría el año 1932 y mientras estábamos residiendo en Madrid, ya pudimos ver desde los balcones de la casa en la que estábamos viviendo, el humo de los incendios de algunas iglesias. Volvimos a la Argentina, a Presidencia Roque Sáenz Peña y al año siguiente nos radicamos en Rosario, en donde completé la escuela primaria y la secundaria en la Escuela Industrial de la Nación, anexa a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional del Litoral, obteniendo el título de Técnico Mecánico después de una práctica no rentada de varios meses en un taller mecánico.
De
la Escuela Primaria me ha quedado un recuerdo muy claro de una Escuela donde
hice 4º grado, Escuela Pestalozzi, y creo que esa enseñanza me ha servido
durante toda la vida y creo que me seguirá sirviendo. Fui a una escuela donde
las maestras ¡No daban clase!!, teníamos nada más que dos timbres: el de entrada
a las 8 de la mañana y el de salida al mediodía. Había 3 maestras, cada una nos
asistía en alguna materia, una daba Idioma Nacional, Historia, etc.; otra daba
Matemáticas y Física, y la otra Ciencias Naturales. El primer día del mes nos
entregaban una hoja con las tareas que teníamos que cumplir en cada materia, y
para eso estaba la biblioteca, y en caso de duda recién aparecía la maestra con
preguntas concretas. Ese sistema de aprendizaje yo creo que me sirvió durante
toda mi vida y especialmente en la Facultad de Ingeniería.
Resuelto
a estudiar Ingeniería evalué la posibilidad de estudiar en Córdoba o en La
Plata. Finalmente me decidí por Ingeniería Aeronáutica en la Universidad de La
Plata, otra vez alejándome de Córdoba. Durante los últimos años fui alumno del
Doctor Clodoveo Pasqualini. Creo que varios de ustedes lo conocen. En ese
tiempo también profesor en Córdoba y creo que asesor en la Fábrica Militar de
Aviones.
El
Dr. Pasqualini estaba muy interesado en que algún egresado del Instituto Aeronáutico
de La Plata ingresara en la Fábrica Militar de Aviones y consiguió que en
octubre de 1950 admitieran dos de sus alumnos: el Ingeniero Armengol y yo.
Posteriormente
vinieron otros: el Ingeniero Corti, etc. Ya me estaba acercando al Rastrojero.
No
sé muy bien cómo o porqué me asignaron al Departamento Planta Motriz cuyo jefe
en ese momento era el Capitán Lutereau, y el segundo jefe, en ese momento
ausente por la fractura en un brazo era el ingeniero Félix Sanguinetti, quien
al muy poco tiempo fue designado Director de la Fábrica de Motores a Pistón.
Por ese motivo heredé su escritorio.
A
los dos días de llegar a la Fábrica se produjo el primer vuelo del Pulqui II.
Allá fuimos todos en los ómnibus azules a donde estaba la Fábrica de
Paracaídas, las Escuelas de Paracaidistas, etc. que tenía una pista donde iba a
aterrizar el avión. Terminó el vuelo y al día siguiente era yo el encargado del
motor de ese avión con todo el conocimiento que tenía. ¿Se dan cuenta? ¡Había
algunos más irresponsables que yo!!.
Estuve
dedicado básicamente a los bancos de ensayo de motores a pistón y a reacción
hasta que comenzó el proyecto de fabricación de los automóviles Institec a
cargo del Ingeniero Monserrat como primer Director de la Fábrica de
Automóviles. No voy a negar que sufrí una desilusión cuando no estuve entre los
seleccionados para trabajar en ese proyecto, pero se presentaron dos
oportunidades para ser tenido en cuenta en las actividades de la Fábrica de
Automóviles: una cuando me encomendaron viajar a Buenos Aires para traer el
Castanito.
Se
trataba de un camioncito construido por el Señor César Castano, consuegro del
Gral. Lucero. El taller del Señor Castano, en la calle Donato Álvarez 241 era
muy reconocido en la época por disponer de una máquina construida por él mismo
para modificar árboles de levas para automóviles de carrera. A todo esto yo
olvidé un pequeño detalle que en una de esas resulta que ahora tiene
importancia, y es que por muchos años, con mi familia pasábamos las vacaciones
en Capilla del Monte, y en dos oportunidades, por allá por el año 39 o 40 y en
el 47 subí al Uritorco dos veces, y ahora me entero que es uno de los centros
energéticos más importante del planeta.
¡Espero
que eso no haya tenido ninguna influencia en el Rastrojero!!!.
Cuando
llegué al taller de Castano encontré el motor completamente desarmado, todas
las piezas en cajones. Trabajando con los operarios de ese taller armamos el
motor que era un dos tiempos similar al DKW, armado con piezas DKW pero con
dínamo y arranque y lo instalamos en el vehículo.
Acompañado
por el Señor César Castano comenzamos el viaje a Córdoba que cumplimos en dos
etapas haciendo escala en Rosario donde aproveché para pasar la noche en la
casa de mis padres. Durante el viaje tuve que desarmar el distribuidor que
presentaba problemas. Luego de esto y ya de regreso al Departamento Planta
Motriz tuve que realizar los ensayos del primer motor del proyecto Institec
para relevar la curva de potencia. Estábamos todos esperando que ese motor se
terminara de armar. Estábamos en una reunión muy grande.
Todos
de pié en la Fábrica de Motores y había que esperar hasta cualquier hora que el
motor estuviera listo para entregarlo. Fue entonces cuando el Ingeniero
Sanguinetti dirigiéndose al Ingeniero Giraudo que era el Ingeniero Jefe le
dijo: ¡Uno de los dos se tiene que quedar, yo me voy!!! Y así se definió quien
se quedaba para terminar de armar el motor.
Recibí
el motor con la caja de velocidades y por comodidad no desmontamos la caja y lo
conecté al freno a través del extremo del cigüeñal.
Conclusión: después del
ensayo los engranajes quedaron destruidos como consecuencia de haber funcionado
en vacío. Mucho más tarde también me enteré, para que no me remordiera tanto la
conciencia que el Ingeniero Monserrat dijo después que habían tenido muchas
roturas de cajas de velocidades. Así que me alivió un poco la culpa.
Tengo
que recurrir exclusivamente a la memoria pues nunca me preocupé por guardar
información de mis actividades profesionales. Así que no recuerdo que
resultados dieron las curvas, ni que valores, ni nada por el estilo.
No
conozco realmente los motivos, mejor dicho no los conocía, que llevaron al
Ministro de Aeronáutica el Señor Brigadier Juan Ignacio San Martin a proponer
el aprovechamiento de los 2500 tractores “Empire” comprados por el IAPI,
Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio, sólo recuerdo que en la
segunda quincena de febrero del año 52, en la visita semanal que hacía el Señor
Ministro a la Fábrica, manifestó la decisión de encarar esta operación y no sé
si por la influencia del Vice Comodoro Lutereau o porque me querían alejar de
la Fábrica de Automóviles, me preguntaron si me animaba a partir de los
elementos del tractor a construir un camioncito. A pesar de mi poca antigüedad
y falta de experiencia, o tal vez por eso, acepté.
Ahora
me enteré en esta oportunidad de venir a Córdoba, que esto fue resuelto en una
reunión en la que estaban Lutereau, Sanguinetti y Wahnish y entonces
Sanguinetti dijo al revés: ¡Uno de los dos se tiene que ir, yo me quedo!! Me
tocó ir a mí a ver todo el material que había en el puerto de La Plata, lo que
yo realmente creía que había sido después de haber empezado a trabajar en el
Rastrojero. Parece que mi memoria falló.
El
proyecto comenzó en el Departamento Transporte dependiente del Vice Comodoro
Lutereau, entonces Secretario Técnico, como único lugar con personal que
pudiera participar en un proyecto que creo que no había sido considerado como
de gran envergadura. El Jefe del Departamento era el Señor Heredia, el “negro”
Heredia. El segundo jefe era el Señor Pfister, quien resultó fundamental para
la obtención de los repuestos necesarios para armar los prototipos, los que
finalmente resultaron dos.
Del
tractor se podían aprovechar: el motor eliminando el regulador de velocidad, el
embrague y caja de velocidades, las crucetas y la bocha del diferencial, el
radiador y la caja de dirección. La primera decisión fue definir el bastidor.
Decidimos utilizar, o lo decidí y nadie me llevó la contra, así que seguimos,
una suspensión delantera similar a la de los automóviles Ford, con elástico
transversal pero con amortiguadores tubulares, suspensión trasera con dos
elásticos semi elípticos para una carga del orden de los 1000 kg con las tomas
para amortiguadores pero sin ellos. Construimos los dos bastidores, pues ya se
había agregado a la idea inicial la construcción de una camioneta rural, con
chapas de acero SAE 4130 obtenidas de los depósitos de material aeronáutico,
dobladas y soldadas.
Muy
similar en su parte delantera al bastidor del Ford 1937, que era el que mejor
conocía ya que era el vehículo de mi familia, y en el que había hecho muchos
trabajos de mantenimiento. El diferencial lo armamos con la bocha retirada del
tractor Empire, alesando las dos salidas transversales y colocando cañoneras
hechas de tubo con los extremos torneados, uno para que entrara en la bocha del
diferencial y otro para colocar el rodamiento y el retén de aceite y fijar el
plato del freno. Para colocar la cañonera, calentamos la caja del diferencial y
enfriamos el extremo del tubo con un extintor de incendios de anhídrido
carbónico. En esa operación me quemé una mano con el frío.
Debo
aclarar que el diseño del puente trasero no fue el más adecuado, pues por
facilidad y rapidez de ejecución decidí utilizar palieres portantes en un
vehículo que debía servir para llevar carga.
Los
trabajos continuaron a todo ritmo aclarando que en 87 días que duró no dormí
todas las noches. Algunas veces dormí en la enfermería y otras iba a la pensión
en la que vivía en aquellas épocas. Consecuencia: adelgacé 7 kilos.
Todos
los trabajos de mecanizado fueron realizados en los talleres de la Fábrica de
Motores a cargo del Ingeniero Sanguinetti y el Ingeniero Giraudo, en el taller
a cargo del Señor Rappa. Para dar una idea de la forma de trabajo, la
documentación con que se contaba, recuerdo que cuando tratamos de colocar las
mazas sobre los palieres nos encontramos que como no entraban lo suficiente en
el cono, fui a verlo al Señor Rappa y le expliqué lo que ocurrió.
Llamó
a un rectificador y palabra más, palabra menos le dijo: “Dale una pasadita, más
vale nada” ¡¡El resultado fue perfecto!!.
Construcción
del prototipo
El
trabajo de chapa que no se hizo directamente sobre el vehículo se hizo en el
hangar 90 de la Fábrica de Aviones a cargo del Ingeniero Guillot. Me permito
diferenciar este trabajo del de la cabina propiamente dicha, pues sobre una
estructura de madera que se construyó sobre el bastidor, se moldearon y
soldaron entre sí las partes que constituyeron la parte fija de la cabina.
El asiento, por supuesto, era fijo. No era corredizo, ni regulable ni cosa por el estilo. Los pedales habían sido comprados en un desarmadero. Creo que eran de un Ford. La caja de carga incluyendo los herrajes se construyó en la carpintería y herrería de mantenimiento, donde creo que estaba en esa época un carpintero de apellido Pedernera.
El asiento, por supuesto, era fijo. No era corredizo, ni regulable ni cosa por el estilo. Los pedales habían sido comprados en un desarmadero. Creo que eran de un Ford. La caja de carga incluyendo los herrajes se construyó en la carpintería y herrería de mantenimiento, donde creo que estaba en esa época un carpintero de apellido Pedernera.
La
línea del vehículo en lo que se refiere a la parte delantera, con los
guardabarros característicos, la diseñé teniendo en cuenta que sería un
vehículo para el campo, y esa era la línea lo mas parecida posible a la que
usaban en esa época los automóviles de carrera en ruta, como la más adecuada
para no juntar demasiado barro.
El
nombre de Rastrojero, lo propuse un viernes a la noche durante una visita del
Brigadier San Martín, pensando que como sería un vehículo para el campo debería
andar entre los rastrojos, y como fue aceptado de inmediato mandamos a
construir las insignias del vehículo a la Fábrica de Máquinas y Herramientas a
cargo del Vice Comodoro Monfort. Las plaquitas con el nombre se hicieron en un
pantógrafo como método más rápido para obtenerlas.
Y
acá yo lamento no encontrar un término científico que permita decir que me
afané una, la tengo aquí y la dono al Museo.
Los
prototipos se terminaron algunos días antes del 1 de mayo de 1952 fecha en que
estaba previsto presentar al Señor Presidente de la República, Gral. Perón, los
automóviles Institec en Buenos Aires, en el edificio de YPF, en la diagonal
norte.
A
último momento se decidió que se presentara también al Rastrojero en Buenos
Aires, y debimos viajar en forma urgente para exhibirlos en la Plaza de la
República. No estoy muy seguro si los dos vehículos, Rastrojero y Gauchita
(rural) se enviaron sobre camión de la flota o en ferrocarril. Posiblemente
sería en camión.
Muy
pocas de las personas que habíamos trabajado en el proyecto y construcción del
Rastrojero, viajamos a Buenos Aires y fuimos presentados al Presidente de la
Nación junto con el equipo de la Fábrica de automóviles en el lugar en donde estaban
expuestos los Institec.
El
regreso lo hicimos a bordo de los dos vehículos en dos etapas: Buenos Aires –
Rosario el primer día y Rosario – Córdoba el segundo. Aproveché la oportunidad
para pasar la noche en la casa de mis padres y hacerles conocer los vehículos.
En
esa época existía en Estación Carupá, Tigre, una Fábrica de automóviles,
Autoar, que tenía alguna relación con Cisitalia y que fabricaba rurales y
pick-ups normalmente con motores Fiat importados de Italia. Esta fábrica,
Cisitalia, tuvo su origen no se si durante la guerra en Europa o ya al final
como una asociación entre Ford y Fiat con el fin de poder salvar todo lo que
significaba una fábrica como Fiat en un país como Italia. Entonces, si había
algún problema sobre el final de la guerra en cuanto a la propiedad de Fiat,
seguía Cisitalia. Como siguió Fiat, desapareció Cisitalia.
De
inmediato Autoar propuso su chasis a cuyo fin nos envió un vehículo para su
evaluación en el Departamento de Recuperación de Tractores Empire, del que fui
designado jefe, creado para esta operación, dependiente de la Secretaría
Técnica del Vice Comodoro Luterau. Ese vehículo, que era una pick up, lo manejé
durante muchísimos kilómetros en las sierras y realmente, a pesar de mi
inexperiencia, puedo decir que no tenía ningún problema fundamental.
En
las negociaciones, que no fueron fáciles, fue determinante la intervención del
administrador de la fábrica de automóviles, Ingeniero Monserrat. Por parte de
Autoar recuerdo los nombres del Señor Piacentini, creo que en representación de
Cisitalia, del Señor Varela, con muchas vinculaciones y que había realizado un
negocio de importación y venta de 100 automóviles Ford para la Policía Federal,
del Ingeniero Rupilius, Director Técnico, quien parecía vinculado a Porsche y
que tenía a su cargo en Autoar el automóvil de carrera Cisitalia, 1500, doble
tracción diseñado por Ferdinand Porsche para Cisitalia y con el que
posteriormente Clemar Bucci batiría el record Argentino de velocidad en la
autopista Eseiza. El Ingeniero Alberto Antolín Solache, a cargo de la
fabricación en los talleres de Carupá y los Sres. Castro Justo y José María
Telechea de quien no recuerdo exactamente sus funciones, que tal vez fueran las
que hoy se denominan de lobby. Al Señor Telechea lo encontré después integrando
el Directorio de Frit Rot S.A.
Por
fin se convino la provisión de los chasis por parte de Autoar. La suspensión
delantera era con doble barra de torsión, tal como los automóviles Volkswagen
de esa época, el que luego se denominó Escarabajo, y amortiguadores tubulares.
La suspensión trasera mantenía el diseño básico de los prototipos.
El
convenio establecía la provisión de todos los planos y documentación técnica y
el compromiso de no efectuar modificaciones de diseño, materiales ni procesos
sin la autorización previa por escrito del Departamento de Recuperación de
Tractores Empire, además de la posibilidad de utilizar toda esa documentación
para construir o hacer construir por cuenta de IAME chasis con el mismo fin de
los que se compraban a Autoar.
Con
esa documentación se pudo celebrar el contrato de provisión de chasis en
Córdoba con la Cámara de la Industria Metalúrgica de Córdoba, CIMECOR,
presidida por el Ingeniero Infante y también colaboró en ese emprendimiento el
Ingeniero Sablich, quien había pertenecido anteriormente a la Fábrica de
Automóviles.
Con
el fin de controlar la correcta fabricación de los chasis se instaló un puesto
de inspección en la fábrica de Autoar, trabajo que estuvo durante mucho tiempo
a cargo del inspector Señor Gualtieri. En esa época se desarmaban los tractores
en IAME y se mandaban los elementos necesarios que le correspondían a Autoar.
También
recuerdo que un viernes por la tarde hubo una apuesta que perdió el Brig. San
Martin: estaban desarmando tractores en una de las barracas que estaban cerca
de transporte y el Brigadierle preguntó al Señor Casasola, cuanto tardaba en
desarmar un tractor. Dijo que veinte minutos. El Brigadier apostó y perdió.
Tuvo que ver que en veinte minutos quedaba todo separado y en orden para ser
despachado. Ahora, ¡Como se movieron, porque nunca más en la vida lo pudieron
hacer!!. Así le ganaron la apuesta al Ministro de Aeronáutica.
Quiero
destacar la colaboración del Ingeniero Alberto Antolín Solache y del jefe de la
oficina de dibujo de Autoar, Señor Monje, a quien lo encontraría trabajando en
IKA y que creo que luego fue a los EEUU. Con el Ingeniero Solache me ligó una
relación muy especial pues descubrí que había trabajado en Presidencia Roque
Sáenz Peña, Chaco, en la instalación de una desmotadora de algodón de unos
amigos de mi padre, en la construcción de los tanques Nahuel, en los talleres
de la Corporación de Transporte de Bs. As. Ex Anglo, y también tuvo luego
activa participación en la Cámara de la Industria de Autopartes en las décadas
del 60 y 70.
Había
que empezar a armar los Rastrojero y por supuesto además del chasis y de la
carrocería que se fabricaba en IAME, hacían falta muchísimas piezas, y hubo que
comprarlas todas en una forma muy apurada, y siguiendo métodos que fueron la
desesperación del Ingeniero Brenan y del Señor Genari en inspección, y de Ortiz
y Precursor Gómez en Compras, porque encargábamos la construcción de partes en
base a muestras. Así que el problema era cuando en un taller tenían la muestra
y venía el inspector y se ponía a medir si efectivamente había sido hecho como
decía la misma, y hubo uno, un señor que tenía una herrería que creo construía
el soporte de la rueda de auxilio, que con todo esto ya se enojó y dijo: “Desde
que entró el metro a mi taller estoy perdiendo plata”.
Con
eso quiero mostrarles cómo se fueron haciendo las cosas. Se compraron muchas
piezas que ya eran standard por supuesto, las ruedas se compraron a Travesaro
de Rosario, las cubiertas 600 x 16 de marcas standard con desesperación del
Departamento Inspección que no tenía absolutamente ninguna documentación para
decir esta cubierta es aceptada, esta no, y llegaron por fin a la definición de
pesarlas para determinar cual tenía más caucho. Con las bocinas hubo problemas
terribles con el tema de que tono y que intensidad tenía que tener. El Señor
Genari lo fue resolviendo porque yo le iba a reclamar que necesitábamos las
piezas.
Con
respecto a Autoar, apenas comenzó este movimiento, ya se habían producido
cambios en cuanto a la relación contractual. En lugar de pagarle nosotros la
totalidad de los chasis, Autoar enviaba la lista de todo lo que había recibido
de los proveedores, visada por el Señor Gualtieri y IAME hacía los cheques, por
ejemplo, para el fabricante de amortiguadores, que era Fric-Rot de Rosario,
para Fassero y Bonaudo, también de Rosario, que proveía piezas forjadas y así
por el estilo.
Los
primeros Rastrojero se armaron en unas barracas que se construyeron detrás de
las instalaciones del Departamento de Transporte hasta que se construyó un
hangar al que Llamábamos Mc Comber, próximo a la pista del aeródromo,
utilizábamos la parte de hormigón para realizar la prueba final de los
vehículos a medida que se iban entregando.
Hasta
la mudanza al Mc Comber, tuve mi oficina en el edificio de la Administración
General y ya se habían incorporado, entre otros, dos dibujantes proyectistas.
Casi todo el personal había sido transferido del Departamento Transporte.
Prototipo
y acoplado que fueron exhibidos en Bs. As.
Como
el vehículo tuvo gran aceptación y solo disponíamos de 2500 motores, que
finalmente fueron 2365, se planteó la necesidad de conseguir más motores y
demás partes mecánicas. De inmediato aparecieron las ofertas. A todo esto ya
había estado el Ingeniero Monserrat en Alemania y había tomado una visión de lo
que podían ser los motores diesel que fabricaba Borgward en aquel país.
Se
presentaron: Borgward de Alemania, representados en la Argentina por
Establecimientos Mecánicos San Isidro (EMSI) que tenía los talleres en Fondo
de la Legua, próximos a lo que ahora es la Panamericana, donde reparaba
trolebuses y cuyo contacto fue el Señor Rodolfo Freude, que presentó un motor
diesel cuatro cilindros.
Perkins
de Inglaterra del que no conocí el representante, pero si al Señor Visconti, de
la firma Visconti, Manzi y Tagle, concesionario Ford en Córdoba, quien me
detalló todas las ventajas que podía tener ese motor. Creo que él tenía alguna
parte en la representación. También se trataba de un motor diesel cuatro
cilindros. Fiat de Italia, del que tampoco conocí su representante, presentó un
motor diesel cuatro cilindros.
Jenbach,
de Austria, representado por el importador Enrique Platé, una gran ferretería
de Buenos Aires, presentó un motor diesel dos tiempos, dos cilindros con bomba
de barrido. Por este motor conversé con el Ingeniero Bunge con quien nos
habíamos conocido mientras estudiábamos en la Universidad de la Plata, a pesar
de no haber seguido la misma especialidad ni haber cursado los mismos años.
Llegamos a la conclusión que se trataba de un motor demasiado voluminoso y
pesado y no se podía instalar en nuestro chasis, por lo que retiró la
propuesta.
En
la Fábrica de Motores, el Ingeniero Sanguinetti y con la muy activa
participación del Jefe de Taller, Señor López, se instalaron los tres motores
nombrados en primer término (Borgward, Perkins y Fiat) en tres chasis tomados
de la línea de montaje. Correspondía a la Fábrica de Motores, que había hecho
la instalación, todo lo que fuera ensayos de motor…
Como
conclusión debo decir que el motor Perkins resultó demasiado pesado, por lo
menos fue lo que llegó a mi conocimiento, y el motor Fiat entre otros
inconvenientes tuvo problemas de enfriamiento. Quedó como único posible el
motor de la fábrica Borgward, la que además planteó la posibilidad de
instalarse en la Argentina, cosa que luego hizo en Isidro Casanova.
A
fines de 1953 y aprovechando que la Asociación Cordobesa de Volantes autorizó la
participación de Rastrojero en las pruebas de regularidad, decidimos participar
con uno de los prototipos en ensayo,. Participamos en la categoría
principiantes, siendo yo el conductor, el Ingeniero Sanguinetti el
cronometrista y Casasola el mojonero. Tuvimos la suerte de ganar esa carrera y
a partir de eso participamos en varias más, casi siempre con buenas
clasificaciones. Creo que hay alguna foto que publicó una vez “LaVoz” donde
está el Rastrojero con una cantidad impresionante de trofeos frente al edificio
de la Administración General. Esa foto vamos a ver si puede venir acá al Museo
para que la tengan de recuerdo junto con una copa que fue ganada en la última
carrera de regularidad.
También
en regularidad decidimos participar en la Carrera de las Américas, que se
corría desde aquí a Mendoza. Ahí tuvimos la gran suerte que se nos quemó el
Rastrojero en la mitad. Parece que por un pucho que tiraron cuando estuvimos
parados en Villa María. Llegamos, lamentablemente clasificamos en el puesto 21
y los 20 primeros entraban en la final. La última parte del recorrido entre San
Luis y Mendoza la hicimos sin velocímetro porque se había roto. A pesar de todo
eso casi, casi entramos…
No
recuerdo exactamente en qué fase estaba la negociación cuando viajaron a Alemania
Occidental el Vice Comodoro Lutereau y el Señor Freude para definir los
detalles del material a proveer para el armado del Rastrojero Diesel. Allí se
compraron a Borgward los motores con caja de velocidad, diferencial completo,
caja de dirección con columna y volante y luego con una orden de compra
adicional, contrabando, la tubería de alimentación de combustible desde el
tanque hasta el motor, que se recibían en los mismos cajones, pero que no
estaban declaradas.
A
mediados de 1955, por disposición del Presidente de IAME se entregaron varios
chasis a otros fabricantes, o posibles fabricantes de carrocerías, para que los
carrozaran al estilo rural tratando de revivir la “Gauchita”. Siendo ya
administrador interino de la Fábrica de Automóviles se recibieron estas
unidades carrozadas y realicé personalmente un estudio comparativo teniendo en
cuenta las características de cada una de las unidades para definir la más
conveniente. Desconozco el destino del estudio y de los vehículos.
Creo
recordar que en alguna oportunidad, me tocó recibir a algún representante
técnico de Borgward que viajó desde Alemania para analizar detalles de la
provisión de materiales y de la instalación de la Fábrica de Motores.
Posiblemente se trató del Ingeniero Krause. Mi permanencia en IAME se prolongó
hasta el 30 de abril de 1956, fecha en la que se habían armado algo mas de
5.000 vehículos entre Rastrojero (naftero) y Rastrojero Diesel. Ahí se presentó
el momento del desquite, fue cuando dije: “Yo me voy, alguno se tiene que
quedar”, y se quedó Sanguinetti…
A
todo esto ya había desaparecido el Departamento de Recuperación de Tractores
Empire, y la actividad ya se había incorporado a la Fábrica de Automóviles de
la que fui primero Jefe del Departamento Rastrojero, luego Jefe de Producción
siendo Administrador el Capitán Sánchez, y por fin Administrador Interino desde
el 20 de septiembre 1955. Yo estaba en Rosario y me llamaron por radio para que
me presentara urgente.
Para
terminar quiero hacer mención de los nombres de personas a quienes en algunos
casos no he vuelto a ver, que tal vez hayan aparecido en el relato y que
tuvieron activa participación en el proyecto y continuidad del Rastrojero. En
primer término debo hacer mención de quien fuera mi jefe, Lutereau, y luego Alfredo
Elías Casasola, Pfister, el “negrito” Silva, Artura, Gonella, Zamora, Merol,
Antinori, Jefe del Depósito, Torres, oficinista que venía en sulqui a la
Fábrica, Cortazar, Díaz Valdéz, Amaya, Ruiz, Fenoglio, Simone, Sosa y los
ingenieros Troglia y Arboit.
Eso
es todo lo que recuerdo y lamento si me olvidé de alguna persona que haya hecho
poco o mucho también por este proyecto”.
Ingeniero
Sanguinetti:
Ingeniero Gómez, posiblemente no es porque no te acuerdes sino porque no lo
querés decir. En el año 1953 salimos campeones de regularidad de la Asociación
Cordobesa de Volantes, en el año 1954 tuvimos el segundo lugar, y en 1955
tuvimos que dejar de competir porque la Fábrica nos dijo basta. Hubo un cambio
político y nos dijeron:”Señores, no corren más”. En el 55 veníamos muy bien
ubicados.
Ingeniero
Gómez:
De las dos cosas que yo recuerdo de la regularidad fue en la primera carrera,
cuando cruzamos el arroyo en Mendiolaza y salimos sin frenos porque se habían
mojado y después cuando nos tocó el caracol de Salsipuedes, yo lo bajé porque
iba prendido al volante, ustedes no sé.
Ingeniero
Sanguinetti:
¡Yo no miraba porque iba leyendo la planilla! Corríamos con el motor Perkins.
Quiero hacer una aclaración con respecto a este motor, al informe que hizo la Fábrica
de motores: poner el Perkins significaba rediseñar prácticamente todo el
vehículo porque este coche derrapaba bárbaramente porque todo el peso estaba
adelante. Pero era un motor muy regular en cuanto a mantener una velocidad
porque era para maquinaria de campo.
Cuando
nosotros llegábamos al punto de largada los otros competidores decían ¡Ahí
viene la ferretería!, por el ruido que hacía…
Ingeniero
Gómez:
La otra carrera que tengo presente también es la que se corrió en Alta Gracia,
que pasaba por donde ahora está el autódromo Cabalén, en la bajada de la
ciudad.
Recorrimos
trece veces el circuito marcándolo, cuando salíamos del trabajo, a la tarde, y
fue impresionante la primera pasada cuando estaba toda la gente y había que
cruzar a 60 y nosotros éramos el primer auto que pasaba, se hicieron a un lado
y pasamos….
Ingeniero
Sanguinetti:
El instrumento lo habían preparado en la Fábrica de Instrumentos, un
velocímetro especial….
Ingeniero
Gómez:
Con el sistema que en función de la cantidad de vueltas que tenía que dar para
cada velocidad, marcaban después el instrumento para que no hubiera ninguna
duda…
Ingeniero
Sanguinetti:
Exacto…El año pasado tuve la oportunidad de visitar la Fábrica, allí donde está
Lookheed ahora, y dentro de los innumerables edificios abandonados y entre el
pasto en que se encuentran, todavía subsiste en pié la barraca 16 donde nació
el primer Rastrojero.
Ingeniero
San Martín:
Yo quiero aclarar una cosa que me enteré, el Ingeniero Troglia fué uno de los
que hicieron el trabajo de las rurales Rastrojero en el año 1955, y la que él
hizo fue la que ganó. El concurso estaba dividido en dos partes, una de estudio
técnico y otra de estudio económico. El estudio técnico fue el que terminó como
dijo Gómez antes de la revolución, y el estudio económico terminó en diciembre
del 55. Vino el Dr. Alizón García, que era el Ministro de Defensa de la Nación,
a ver los vehículos. En un momento determinado preguntó ¿Y esto cuando se hizo?
En enero de 1955. “Entonces no puede ser porque fue durante el gobierno
peronista” Así terminó el concurso. Así terminaron con la rural…
Fuente: http://www.agenciaciudadana.com.ar/noticia_id.php?idnota=11330