En la homilía de hoy del Papa Francisco
nos hace pensar en las palabras del Papa Juan Pablo I en un Ángelus de 1978:
"El pueblo hebreo pasó momentos difíciles y se dirigió al Señor
lamentándose y diciendo: «Nos has abandonado, nos has olvidado». « No», respondió
Dios por medio del profeta Isaías: «¿Puede acaso una madre olvidar a su hijo?
Pero si sucediera esto, jamás olvidará Dios a su pueblo».
Los que estamos aquí tenemos los mismos
sentimientos; somos objeto de un amor sin fin de parte de Dios. Sabemos que
tiene los ojos fijos en nosotros siempre, también cuando nos parece que es de
noche. Dios es Padre, más aún, es madre. No quiere nuestro mal; sólo quiere
hacernos bien, a todos. Y los hijos, si están enfermos, tienen más motivo para
que la madre los ame. Igualmente nosotros, si acaso estamos enfermos de maldad
o fuera de camino, tenemos un título más para ser amados por el Señor".
Esto es realmente hermoso...
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pequeña como el hijito y habla con el tono del niño hasta el punto de parecer
ridícula, si uno no entiende qué cosa grande hay ahí: ‘No temas gusanito de
Jacob'. Cuántas veces una mamá dice estas cosas al niño mientras lo acaricia,
¡eh! He aquí, te convertiré en una trilladora acuminada, nueva… te haré grande…
Y lo acaricia, y lo acerca a ella. Y Dios hace así. Es la ternura de Dios. Está
tan cerca de nosotros que se expresa con esta ternura: la ternura de una mamá”.
Dios nos ama gratuitamente – afirmó el
Papa – como una mamá a su niño. Y el niño “se deja amar”: “ésta es la gracia de
Dios”. “Pero nosotros, tantas veces, para estar seguros, queremos controlar la
gracia” y “en la historia y también en nuestra vida tenemos la tentación de
mercantilizar la gracia”, hacerla “como una mercancía o una cosa controlable”,
tal vez diciéndonos a nosotros mismos: “Yo tengo tanta gracia”; o “tengo el
alma limpia, estoy en gracia”:
“Y así, esta verdad tan bella de la
cercanía de Dios se desliza en una contabilidad espiritual: ‘No, yo hago esto
porque esto me dará 300 días de gracia… Yo hago aquello porque me dará esto, y
así acumulo gracia’. Pero, ¿qué cosa es la gracia? ¿Una mercadería? Y así,
parece que sí. Parece que sí. Y en la historia esta cercanía de Dios a su
pueblo ha sido traicionada por esta actitud nuestra, egoísta, de querer controlar
la gracia, mercantilizarla”.
El Papa también recordó algunos de los
grupos que en tiempos de Jesús querían controlar la gracia: los Fariseos,
hechos esclavos de tantas leyes que cargaban “sobre las espaldas del pueblo”.
Los Saduceos, con sus compromisos políticos. Los Esenios, “buenos, buenísimos,
pero tenían tanto miedo, no querían correr riesgos” y terminaban por aislarse
en sus monasterios. Los Zelotes, para los cuales la gracia de Dios era “la
guerra de liberación”, “otra manera de cosificar la gracia”.
“La gracia de Dios – subrayó el Papa –
es otra cosa: es cercanía, es ternura. Esta regla sirve siempre. Si tú en tu
relación con el Señor no sientes que Él te ama con ternura, aún te falta algo,
aún no has comprendido qué cosa es la gracia, aún no has recibido la gracia que
es esta cercanía”.
El Papa Francisco recordó una confesión
de hace tantos años, cuando una mujer se atormentaba acerca de la validez o no
de una Misa a la que había asistido un sábado por la tarde por un matrimonio,
con lecturas diversas de las del domingo. Ésta fue su respuesta: “Pero señora,
el Señor la ama tanto a usted. Ella había ido allí, había recibido la Comunión,
había estado con Jesús… Sí, quédese tranquila, el Señor no es un comerciante,
el Señor ama, está cerca”:
“Y San Pablo reacciona con fuerza contra
esta espiritualidad de la ley. ‘Yo soy justo si hago esto, esto, esto. Si no
hago esto no soy justo’. Pero tú eres justo porque Dios se te ha acercado,
porque Dios te acaricia, porque Dios te dice estas cosas bellas con ternura:
ésta es nuestra justicia, esta cercanía de Dios, esta ternura, este amor.
Incluso con el riesgo de parecernos ridículo, nuestro Dios es tan bueno. Si
nosotros tuviéramos el valor de abrir nuestro corazón a esta ternura de Dios,
¡cuánta libertad espiritual tendríamos! ¡Cuánta! Hoy, si tienen un poco de
tiempo, en su casa, tomen la Biblia: Isaías, capítulo 41, desde el versículo 13
hasta el 20, siete versículos. Y léanlos. Esta ternura de Dios, este Dios que
nos canta a cada uno de nosotros la canción de cuna, como una mamá”.
Traducción: María Fernanda Bernasconi -
Radio Vaticano.
Fuente: News.va
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Papa Francisco en la homilía de hoy.