La Eucaristía, fuente de
amor para la vida de la Iglesia, es escuela de caridad y de solidaridad, el
Papa en el Ángelus
(RV).-
Como cada domingo al mediodía el Papa volvió a asomarse a la Plaza de San
Pedro para saludar a los cientos de miles de fieles y peregrinos congregados
para escuchar sus palabras y rezar con él la oración mariana. A la hora
del Ángelus, Francisco recordó que en la fecha muchos países celebran el Corpus
Domini. Precisamente reflexionando sobre el Evangelio del día, el Pontífice
subrayó que Jesús asigna al pan una función que no es más aquella del simple
nutrimiento físico, sino la de hacer presente a su Persona en medio de la
comunidad de los creyentes. “Cuando tomamos y comemos aquel Pan, nosotros
venimos asociados a la vida de Jesús, entramos en comunión con Él, nos
comprometemos en realizar la comunión entre nosotros, a transformar nuestra
vida en don, sobre todo a los más pobres”. “No basta afirmar que en la
Eucarístia está presente Jesús, sino que se debe ver en ella la presencia de
una vida donada y de ella tomar parte”, precisó, agregando que la Eucaristía,
fuente de amor para la vida de la Iglesia, es escuela de caridad y de
solidaridad. “Quien se nutre del Pan de Cristo no puede permanecer indiferente
ante aquellos que no tiene el pan cotidiano”, advirtió.
Palabras del Papa Francisco
antes del rezo del Ángelus
¡Queridos
hermanos y hermanas, buenos días!
Hoy se celebra
en muchos Países, entre los cuales Italia, la solemnidad del Santísimo Cuerpo y
Sangre de Cristo, o, según la más conocida expresión latina, la solemnidad del
Corpus Domini.
El Evangelio
presenta el relato de la institución de la Eucaristía, cumplida por Jesús
durante la Última Cena, en el cenáculo de Jerusalén. La víspera de su muerte
redentora sobre la cruz, Él realizó aquello que había anunciado: «Yo soy el pan
vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que
yo daré es mi carne para la Vida del mundo… El que come mi carne y bebe
mi sangre permanece en mí y yo en él» (Jn 6,51.56), así dijo el Señor. Jesús
tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos,
diciendo: «Tomen, esto es mi Cuerpo» (Mc 14,22). Con este gesto y con estas
palabras, Él asigna al pan una función que no es más aquella del simple
nutrimiento físico, sino aquella de hacer presente a su Persona en medio de la
comunidad de los creyentes.
La Última Cena
representa el punto de llegada de toda la vida de Cristo. No es solamente
anticipación de su sacrificio que se cumplirá sobre la cruz, sino también
síntesis de una existencia ofrecida para la salvación de la humanidad entera.
Por lo tanto, no basta afirmar que en la Eucarístia está presente Jesús, sino
que se debe ver en ella la presencia de una vida donada y de ella tomar parte.
Cuando tomamos y comemos aquel Pan, nosotros venimos asociados a la vida de
Jesús, entramos en comunión con Él, nos comprometemos en realizar la comunión
entre nosotros, a transformar nuestra vida en don, sobre todo a los más pobres.
La fiesta de hoy
evoca este mensaje solidario y nos empuja a recibir la intima invitación
a la conversión y al servicio, al amor y al perdón. Nos estimula a
convertirnos, con la vida, en imitadores de aquello que celebramos en la
liturgia. El Cristo, que nos nutre bajo las especies consagradas del pan y del
vino, es el mismo que nos sale al encuentro en los eventos cotidianos; está en
el pobre que extiende la mano, está en el sufriente que implora ayuda, está en
el hermano que pide nuestra disponibilidad y espera nuestra acogida. Está en el
niño que no sabe nada de Jesús, de la salvación, que no tiene fe. Está en todo
ser humano, también en el más pequeño e indefenso.
La Eucaristía,
fuente de amor para la vida de la Iglesia, es escuela de caridad y de
solidaridad. Quien se nutre del Pan de Cristo no puede permanecer indiferente
ante aquellos que no tiene el pan cotidiano. Y hoy - lo sabemos- es un problema
cada vez más grave.
Que la fiesta
del Corpus Domini inspire y alimente cada vez más en cada uno de nosotros el
deseo y el compromiso por una sociedad receptiva y solidaria. Depongamos estos
deseos en el corazón de la Virgen Maria, Mujer eucarística. Ella suscite en
todos la alegría de participar a la Santa Misa, especialmente el domingo, y el
valor alegre de testimoniar la infinita caridad de Cristo.
Palabras del Papa Francisco
después del rezo del Ángelus
Queridos
hermanos y hermanas,
Leo allí:
Bienvenido... ¡gracias! Porque, ayer fui a Sarajevo, en Bosnia y Herzegovina,
como peregrino de paz y esperanza. Sarajevo es una ciudad-símbolo. Durante
siglos ha sido un lugar de convivencia entre pueblos y religiones, tanto, de
ser llamada la “Jerusalén de Occidente”. En el pasado reciente se ha convertido
en un símbolo de las destrucciones y de la guerra. Ahora se encuentra en un
bello proceso de reconciliación, y sobre todo por eso he ido: para alentar este
camino de convivencia pacífica entre pueblos diferentes; un camino cansador,
difícil, ¡pero posible! ¡Y lo están haciendo bien! Renuevo mi reconocimiento a
las Autoridades y a todos los ciudadanos por la cálida acogida. Doy las gracias
a la comunidad católica, a la que he querido llevar el afecto de la Iglesia
universal, y agradezco también en particular a todos los fieles, ortodoxos,
musulmanes, judíos y a los de las otras minorías religiosas. He apreciado el
compromiso de colaboración y solidaridad entre estas personas que perteneces a
religiones diferentes, instando a todos a llevar adelante la obra de
reconstrucción espiritual y moral de la sociedad. Trabajan juntos como
verdaderos hermanos. Que el Señor bendiga a Sarajevo y Bosnia y Herzegovina.
El próximo
viernes, es la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Pensemos en el amor de
Dios… ¡cómo nos ha amado! En el corazón de Jesús está todo este amor. Se
celebra también el Día Mundial contra el trabajo Infantil. Muchos niños en el
mundo no tienen la libertad de jugar, de ir a la escuela y terminan siendo
explotados como mano de obra. Espero el compromiso atento y constante de la
Comunidad internacional para la promoción del reconocimiento activo de los
derechos de la infancia.
Y ahora saludo a
todos ustedes, queridos peregrinos de Italia y de diversos países. Veo banderas
de diferentes países; en particular, saludo a los fieles de Madrid, Brasilia y
Curitiba; y los de Chiavari, Catania y Gottolengo (Brescia). Les deseo a todos
un buen domingo. Por favor no se olviden de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta
pronto.