El inspirador de
la Constitución Nacional y uno de los más grandes pensadores argentinos.
Biografía de
Juan Bautista Alberdi: Nació en Tucumán el 29 de agosto de 1810. Su madre, Doña
Josefa Rosa de Aráoz, murió en el parto y el niño quedó al cuidado de su padre,
Don Salvador Alberdi. En 1816, mientras comenzaba a sesionar el Congreso de
Tucumán, Alberdi ingresaba a la escuela primaria que había fundado Manuel
Belgrano. A los once años perdió a su padre, y sus hermanos Felipe y Tránsita
se hacen cargo de él y gestionan una beca para que continúe sus estudios en
Buenos Aires.
En 1824, con 14
años, llegó a Buenos Aires e ingresó en el Colegio de Ciencias Morales. Tenía
como compañeros a Vicente Fidel López, Antonio Wilde y Miguel Cané <el padre
del autor de Juvenilia>
con quien comenzará una profunda amistad. Alberdi no soportaba el régimen
disciplinario del colegio, que incluía encierros y castigos corporales, y le
pidió a su hermano Felipe que lo sacara de allí.
Dejó
momentáneamente los estudios formales, pero no la lectura de pensadores
europeos. Mientras trabajaba como empleado en una tienda, leía apasionadamente
a Rousseau, estudiaba música, componía y daba conciertos de guitarra, flauta y
piano para sus amigos.
En 1831, retomó
sus estudios, ingresó a la Universidad de Buenos Aires en la carrera de Leyes,
pero no abandonó sus gustos musicales.
En 1832,
escribió su primer libro: El espíritu de la música. Buscando escapar un poco a la
pesada atmósfera que imprimía el régimen rosista al ambiente intelectual de
Buenos Aires, decidió continuar sus estudios en Córdoba, donde se graduó de
Bachiller en Leyes.
En 1834, regresó
a su provincia y escribió Memoria descriptiva de Tucumán. Su hermano Felipe se había
convertido en un colaborador cercano del gobernador tucumano Alejandro Heredia
y le solicitó una carta de recomendación para que Juan Bautista pudiera
presentarla a alguna personalidad influyente de Buenos Aires.
A poco de llegar
a Buenos Aires, Alberdi se dirigió a la dirección indicada y allí lo esperaba
el amigo de Heredia a quien le entregó la carta. Juan Facundo Quiroga leyó el
escrito y le dijo al joven tucumano que le convendría estudiar en los Estados
Unidos más que en Buenos Aires y que él estaba dispuesto a pagar todos los
gastos.
Alberdi se
entusiasmó con la idea pero desistió cuando estaba a punto de zarpar. Pocos día
después, en febrero de 1835, Facundo Quiroga moría asesinado en Barranca Yaco,
Córdoba, y Rosas asumía por segunda vez la gobernación de Buenos Aires, esta
vez con la suma del poder público.
Desde 1832, un
grupo de jóvenes intelectuales venía reuniéndose en la librería de Marcos
Sastre. Alberdi se incorporará a este grupo, compuesto, entre otros, por Juan
María Gutiérrez y Esteban Echeverría, quien fundará el 23 de agosto de 1835 el
Salón Literario, un verdadero centro cultural y de difusión de las nuevas ideas
políticas, vinculadas al romanticismo europeo.
En 1837, Alberdi
publicó una de sus obras más importantes, Fragmento Preliminar al estudio del Derecho,
donde hacía un diagnóstico de la situación nacional y sus posibles soluciones.
El texto fue duramente criticado por los antirosistas exiliados en Montevideo
porque, si bien atacaba duramente al despotismo, no hacía ninguna referencia a
Rosas.
Por entonces,
Alberdi alquilaba una habitación junto a Juan María Gutiérrez en la casa de
Mariquita Sánchez de Thompson. Allí, en el mismo piano en el que se interpretó
por primera vez el himno, Alberdi componía sus Minués Argentinos.
Durante ese
mismo año, se inició en el periodismo con la publicación de La Moda, gacetín semanal
de música, poesía, literatura y costumbres. Aparecieron 23 números
y en sus artículos, Alberdi, que firmaba bajo el seudónimo de
"Figarillo" intentando burlar a la censura del rosismo, deslizaba
frases como ésta: "los clamores cotidianos de la tiranía no podrán contra
los progresos fatales de la libertad".
En junio de 1838
junto a Esteban Echeverría y Juan María Gutiérrez funda la Asociación de la
Joven Generación Argentina, siguiendo el modelo de las asociaciones románticas
y revolucionarias de Europa. Este grupo de intelectuales pasará a la historia
como la "Generación del 37".
La mazorca, la
policía secreta de Rosas, comenzó a vigilar de cerca las actividades de la
Asociación y comenzó la persecución. Alberdi optó por exiliarse en Uruguay
dejando en Buenos Aires un hijo recién nacido y varios amores inconclusos.
Llegó a
Montevideo en noviembre de 1838. Allí se dedicará al periodismo político
colaborando en diversas publicaciones antirositas como El Grito Argentino
y Muera Rosas.
De ese período son también sus dos obras de teatro: La Revolución de Mayo y El Gigante Amapolas,
una sátira sobre Rosas y los caudillos de la guerra civil.
En mayo de 1843,
partió con Juan María Gutiérrez hacia Génova pero con destino final París, la
meca de todos los románticos de la época. Llegó a París en septiembre y visitó
al General San Martín con quien mantuvo dos prolongadas entrevistas. Quedó muy
impresionado por la sencillez y la vitalidad del viejo general, que lo abrumó
con preguntas sobre la patria.
A fines de 1843,
decidió regresar a América para radicarse, como Sarmiento, en Chile. A su paso
por Río de Janeiro, intentó infructuosamente entrevistar a Rivadavia.
Alberdi vivirá
durante 17 años en Chile, la mayor parte del tiempo en Valparaíso, donde
trabajará como abogado y ejercerá el periodismo. En uno de sus artículos
publicado en El
Comercio de Valparaíso dirá: "Los Estados Unidos no pelean por
glorias ni laureles, pelean por ventajas, buscan mercados y quieren espacio en
el Sur. El principio político de los Estados Unidos es expansivo y
conquistador".
Al enterarse del
triunfo de Urquiza sobre Rosas en la batalla de Caseros, el 3 de febrero de
1852, escribió en pocas semanas de trabajo afiebrado una de sus obras más
importantes: Bases
y puntos de partida para la organización política de la República Argentina,
que publicó en mayo de ese año en Chile y reeditó en julio acompañándola de un
proyecto de Constitución.
Se lo envió a
Urquiza, quien le agradeció su aporte en estos términos: "Su bien pensado
libro es, a mi juicio, un medio de cooperación importantísimo. No ha podido ser
escrito en una mejor oportunidad." La obra será uno de las fuentes de
nuestra Constitución Nacional sancionada el 1º de mayo de 1853.
Mientras que
Sarmiento había abandonado Chile para sumarse al Ejército Grande de Urquiza,
Alberdi permaneció en Valparaíso, atento a los problemas argentinos. Sarmiento
regresó al poco tiempo desilusionado con Urquiza y acusando a Alberdi de ser su
agente en Chile.
Alberdi lo
calificó de "caudillo de la pluma" y "producto típico de la
América despoblada" y se decidió a colaborar con el proyecto de la
Confederación de Urquiza. El gobierno de Paraná lo nombró "Encargado de
negocios de la Confederación Argentina" ante los gobiernos de Francia,
Inglaterra, el Vaticano y España.
Antes de partir
hacia su misión diplomática escribió: Sistema económico y rentístico de la Confederación
Argentina y De la integridad argentina bajo todos los gobiernos”.
En
ambos ensayos defendía las teorías liberales de Adam Smith y David Ricardo y se
oponía al monopolio, al trabajo parasitario, abogando por un orden que
garantizara al productor el fruto de sus esfuerzos y elevara el nivel de vida
en general.
El 15 de abril
de 1855, partió finalmente hacia Europa. Pasó primero por los Estados Unidos
donde se entrevistó con el presidente Franklin Pierce. Luego pasó a Londres,
donde conoció a la reina Victoria y, finalmente, a París, donde se radicaría
por 24 años.
En 1858, se
entrevistó en España con la reina Isabel II y consiguió el reconocimiento de la
Confederación.
El 17 de
septiembre de 1861, Mitre derrotaba en Pavón a Urquiza y ponía fin al proyecto
de la Confederación. Alberdi fue despedido por Mitre de su cargo y reemplazado
por Mariano Balcarce.
La situación de Alberdi
no podía ser peor. Se le adeudaban dos años de sueldos como embajador y el
nuevo gobierno se negaba a pagárselos y mucho menos a pagar su viaje de
regreso. Comentó entonces: "el mitrismo es el rosismo cambiado de
traje."
Tuvo que
quedarse en París. Sus únicos y escasos ingresos provenían del alquiler de una
propiedad en Chile.
Al producirse la
Guerra del Paraguay, propiciada y conducida por Mitre con el apoyo del capital
inglés, Alberdi, como José Hernández y Guido Spano, apoyó decididamente la causa
paraguaya y acusó a Mitre de llevar adelante una "Guerra de la Triple
Infamia" contra un pueblo progresista y moderno. Escribirá entonces:
"Si es verdad que la civilización de este siglo tiene por emblemas las
líneas de navegación por vapor, los telégrafos eléctricos, las fundiciones de
metales, los astilleros y arsenales, los ferrocarriles , etc., los nuevos
misioneros de civilización salidos de Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja,
San Juan, etc., etc., no sólo no tienen en su hogar esas piezas de civilización
para llevar al Paraguay, sino que irían a conocerlas de vista por la primera
vez en su vida en el "país salvaje" de su cruzada civilizadora".
En 1872, bajo la
profunda impresión que le produjo la derrota paraguaya en el conflicto y sus
secuelas en la población del país hermano, escribió El Crimen de la Guerra donde
dice: "De la guerra es nacido el gobierno militar que es gobierno de la
fuerza sustituida a la justicia y al derecho como principio de autoridad. No
pudiendo hacer que lo que es justo sea fuerte se ha hecho que lo que es fuerte
sea justo".
Al concluir el
mandato Mitre, en 1868, asumió Sarmiento y las cosas no mejoraron para Alberdi,
que debió seguir postergando su regreso. No podrá hacerlo hasta 1879 cuando una
alianza entre Roca y Avellaneda lanzó la candidatura de Alberdi a diputado
nacional. Llegó a Buenos Aires el 16 de septiembre de ese año. A poco de
arribar se le brindó una recepción de honor en la Universidad en la que fue
aclamado por los estudiantes. Por esos días, se entrevistó con el presidente
Avellaneda y con el ministro del Interior: Domingo Faustino Sarmiento. Todo
parece indicar que el encuentro fue cordial en un clima de reconciliación. El
diario El
Nacional comentó: "sus luchas tenaces y ardientes polémicas
eran las de dos enamorados de una misma dama, nada menos que la patria".
Pero más allá de
estas grandes satisfacciones, Alberdi se había ganado en estos años enemigos
poderosos como el General Mitre, que no le perdonaba su campaña a favor del
Paraguay y sus acusaciones de falsear la historia y de compararse con San
Martín y Belgrano, lanzadas en su obra Grandes y Pequeños Hombres del Plata.
Tuvo una
participación decisiva en los debates parlamentarios sobre la Ley de
Federalización de Buenos Aires, que le dio finalmente una Capital Federal a la
República.
Cuando el nuevo
presidente electo en 1880, Julio A. Roca quiso que el Estado argentino
publicase las obras completas de Alberdi, Mitre lanzó, desde las páginas de La Nación, una
feroz campaña en contra del proyecto que terminó por ser rechazado por los
senadores que también rechazaron su nombramiento como embajador en Francia.
Cansado y un tanto humillado decidió alejarse definitivamente del país.
Partió rumbo a
Francia el 3 de agosto de 1881 confesándole a un amigo: "lo que me aflige
es la soledad".
Falleció en
Nueilly-Sur-Seine, cerca de París, el 19 de junio de 1884. Sus restos fueron
repatriados en 1889 y descansan en el cementerio de la Recoleta.
Mausoleo de Alberdi en el Cementerio de la Recoleta