El amor de Dios hará brotar
y crecer cada semilla de bien presente en la tierra
A mediodía,
desde la ventana del estudio del Palacio Apostólico, el Papa Bergoglio
rezó la oración mariana del Ángelus del segundo domingo de
junio, con los miles de fieles y peregrinos que se habían dado cita en la
Plaza de San Pedro, deseosos de escuchar su comentario al
Evangelio y de recibir su bendición apostólica.
El Santo
Padre recordó que el Evangelio del XI Domingo del tiempo
ordinario contiene dos breves parábolas: la de la semilla que germina
y crece sola, y la del granito de mostaza. Se trata de imágenes del mundo rural
– explicó Francisco – mediante las cuales Jesús presenta la
eficacia de la Palabra de Dios y las exigencias de su Reino, mostrando las
razones de nuestra esperanza y de nuestro compromiso en la historia.
También afirmó
que la primera parábola destaca la confianza del campesino en el poder de la
semilla y en la fertilidad de la tierra. Y tras recordar que en el lenguaje
evangélico, la semilla es símbolo de la Palabra de Dios, el Obispo
de Roma explicó que la segunda parábola nos muestra cómo es el Reino
de Dios, a saber: una realidad humanamente pequeña y aparentemente
irrelevante que implica que seamos pobres y humildes de corazón
y que más que en nuestras propias capacidades confiemos sólo en el poder del
amor de Dios.
Porque como dijo
el Papa, cuando vivimos así, a través nuestro irrumpe la fuerza de
Cristo que transforma lo que es pequeño y modesto en una realidad que
hacer fermentar la entera masa del mundo y de la historia.
Además, Francisco
reafirmó que de estas dos parábolas surge una enseñanza importante, que el
Reino de Dios requiere nuestra colaboración, y, sobre todo, que es
iniciativa y don del Señor, puesto que si ponemos nuestra débil obra frente a
la complejidad de los problemas del mundo en la obra de Dios no debemos tener
miedo de las dificultades, dado que la victoria del Señor es segura.
Después de
recordar que el amor de Dios hará brotar y crecer cada semilla de bien
presente en la tierra, lo que nos abre a la confianza y al optimismo, a pesar
de los dramas, las injusticias y los sufrimientos que encontramos, el Santo
Padre invocó a la Santísima Virgen María, que ha escuchado
como “tierra fecunda” la semilla de la divina Palabra,
para que nos sostenga en esta esperanza.
Texto de la meditación del Papa Francisco antes de rezar el Ángelus
del XI Domingo del tiempo ordinario:
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de
hoy está formado por dos parábolas muy breves: la de la semilla que germina y
crece sola, y la de la semilla de mostaza (Cfr. Mc 4, 26 - 34). A
través de estas imágenes tomadas del mundo rural, Jesús presenta la eficacia de
la Palabra de Dios y las exigencias de su Reino, mostrando las razones de
nuestra esperanza y de nuestro compromiso en la historia.
En la primera
parábola la atención se pone sobre el hecho de que la semilla, tirada en la
tierra, se arraiga y se desarrolla sola, independientemente de que el campesino
duerma o vele. Él confía en el poder interno de la misma semilla y en la
fertilidad del terreno.
En el lenguaje
evangélico, la semilla es símbolo de la Palabra de Dios, cuya fecundidad
recuerda esta parábola. Como la humilde semilla se desarrolla en la tierra, así
la Palabra actúa con el poder de Dios en el corazón de quien la escucha. Dios
ha encomendado su Palabra a nuestra tierra, es decir a cada uno de nosotros,
con nuestra concreta humanidad. Podemos ser confiados, porque la Palabra de
Dios es palabra creadora, destinada a convertirse en el “grano abundante en la
espiga” (v. 28).
Esta Palabra, si
se la escucha, ciertamente da sus frutos, porque Dios mismo la hace germinar y
madurar a través de caminos que no siempre podemos verificar y de un modo que
no conocemos (Cfr. v. 27). Todo esto nos hace comprender que es siempre Dios,
es siempre Dios, quien hace crecer su Reino. Por esto rezamos tanto, ‘¡venga a
nosotros tu Reino!’. Es Él quien lo hace crecer. El hombre es su humilde
colaborador, que contempla y se regocija por la acción creadora divina y espera
sus frutos con paciencia.
La Palabra de
Dios hace crecer, da vida, y aquí quisiera recordarles, otra vez, la
importancia de tener el Evangelio, la Biblia, a mano. El Evangelio pequeño, en
la cartera, en el bolsillo, y de alimentarnos cada día con esta Palabra viva de
Dios. Leer cada día un pasaje del Evangelio, un pasaje de la Biblia. Jamás
olviden esto, por favor. Porque esta es la fuerza que hace germinar en
nosotros la vida del Reino de Dios.
La segunda
parábola utiliza la imagen del granito de mostaza. Aun siendo la más pequeña de
todas las semillas, está llena de vida y crece hasta llegar a ser “la más
grande de todas las plantas de la huerta” (Mc 4, 32). Y así es el
Reino de Dios: una realidad humanamente pequeña y aparentemente irrelevante.
Para entrar a
formar parte de él es necesario ser pobres en el corazón; no confiar en las
propias capacidades, sino en el poder del amor de Dios; no actuar para ser
importantes ante los ojos del mundo, sino preciosos ante los ojos de Dios, que
tiene predilección por los sencillos y humildes. Cuando vivimos así, a través
nuestro irrumpe la fuerza de Cristo y transforma lo que es pequeño y modesto en
una realidad que hace fermentar la entera masa del mundo y de la historia.
De estas dos
parábolas surge una enseñanza importante: el Reino de Dios requiere nuestra
colaboración, pero es, sobre todo, iniciativa y don del Señor. Nuestra débil
obra, aparentemente pequeña frente a la complejidad de los problemas del mundo,
si se la coloca en la de Dios no tiene miedo de las dificultades. La victoria
del Señor es segura: su amor hará brotar y hará crecer cada semilla de bien
presente en la tierra. Esto nos abre a la confianza y a la esperanza, a pesar
de los dramas, las injusticias y los sufrimientos que encontramos. La semilla
del bien y de la paz germina y se desarrolla, porque lo hace madurar el amor
misericordioso de Dios.
Que la Santísima
Virgen, que ha escuchado como “tierra fecunda” la semilla de la divina Palabra,
nos sostenga en esta esperanza que jamás nos decepciona.
Fuente: Radio Vaticano http://www.news.va/es/news/el-amor-de-dios-hara-brotar-y-crecer-cada-semilla