Cristina Fernández de Kirchner escribió una extensa carta que publicó en su
página de Facebook donde expresa sus sensaciones tras la muerte del fiscal
Alberto Nisman.
La
carta:
AMIA, otra vez tragedia, confusión, mentira e interrogantes
La
muerte de una persona siempre causa dolor y pérdida entre sus seres queridos, y
consternación en el resto. El suicidio provoca, además, en todos los casos,
primero: estupor, y después: interrogantes. ¿Qué fue lo que llevó a una persona
a tomar la terrible decisión de quitarse la vida?.
En
el caso del ¿suicidio? del Fiscal a cargo de la causa AMIA, Alberto Nisman, no
sólo hay estupor e interrogantes, sino que además una historia demasiado larga,
demasiado pesada, demasiado dura, y por sobre todas las cosas, muy sórdida. La
tragedia del atentado terrorista más grande que se produjo en la Argentina.
En
lo personal me retrotrae a épocas pasadas y también duras: el 18 de julio de
1994 era Diputada Provincial en Santa Cruz y Convencional Nacional
Constituyente en Santa Fe por mi provincia. Florencia, mi hija, recién había
cumplido 4 años y Máximo estaba finalizando la secundaria. Viajaba todas las
semanas a Santa Fe, y aquel lunes 18 el horror modificó todas nuestras rutinas.
Tampoco
puedo olvidar que dos días después del atentado, me entero en Santa Fe que el
20 de julio, y con motivo del atentado, se había creado la Secretaría de
Seguridad y nombrado al frente de la misma al Brigadier Andrés Antonietti.
Confieso
que al enterarme de esa designación, un frío me corrió por la espalda. Aún
recordaba nítidamente a esa persona. En 1980, durante el mes de noviembre, en
Río Gallegos colocaron en nuestro estudio jurídico un artefacto explosivo de
relojería y, además, rompieron todos los caños de gas de los calefactores
dejando fluir el mismo, y convirtiendo nuestro estudio en una gigantesca bomba,
que de haber detonado hubiera causado un verdadero desastre. Sólo un milagro
permitió que eso no sucediera.
El
Sr. Antonietti, en esos momentos, creo que era Vicecomodoro y Segundo Jefe de
la Fuerza Aérea, que gobernaba la Provincia de Santa Cruz. Habíamos mantenido
un breve intercambio telefónico que terminó cuando le corté el teléfono. En ese
momento nuestro estudio llevaba juicios contra contratistas de obra pública de
dicha fuerza y concesionarios de servicios de la Agrupación Aérea. Me veo
todavía, después de tanto tiempo, prestando declaración ante el Oficial
Instructor de la Policía y recolectando firmas de repudio para una solicitada
por el atentado.
Y
recuerdo también una memorable entrevista con el entonces Jefe de Policía, un
Teniente Coronel de apellido Claro, ya que era el Ejército el que manejaba la
seguridad y la inteligencia. Con él mantuve una conversación tensa, por mis
declaraciones, que involucraban a un oficial de otra fuerza y nuestra decisión
de publicar una solicitada. Sí, aunque parezca mentira, no se aceptaba ni
siquiera la publicación de solicitadas denunciando atentados.
Lejos
estaba de pensar en esa oportunidad (año 1980) que la explosión en la AMIA me
devolvería al Brigadier Antonietti, 14 años después, con el cargo de Secretario
de Seguridad de los argentinos. Y más aún lejos estaba de imaginar que en 1996
iba a formar parte, como Senadora Nacional y luego como Diputada, de la
Comisión Bicameral de Seguimiento de los atentados de la Embajada y la AMIA.
Mi
participación, que se extendió hasta la finalización de la Comisión en el 2001,
estuvo signada siempre por honrar la memoria, encontrar la verdad y que se haga
justicia. Los primeros tiempos nos fuimos interiorizando de los hechos, de las
circunstancias, de la tragedia, el testimonio de los familiares, de testigos,
etc... Luego comenzaron a desfilar por la comisión todo tipo de personajes,
hipótesis, teorías, al mismo tiempo que cada vez más crecían las
contradicciones, las falencias, los "errores". Más tarde, y en plena
campaña política presidencial, el plantar pruebas, la desaparición de otras. En
fin, la confusión, la tergiversación, el ocultamiento o la
"aparición" de "pruebas" como método permanente.
Cada
vez más en lugar de aclarar, todo se oscurecía. Se complicaba y crecía la
sensación, al menos en mí, de estar en un teatro de operaciones de la política
nacional e internacional en el que a pocos le importaban las víctimas y mucho
menos la verdad. Tal cual lo declaré más tarde como testigo en el juicio oral.
La
tensión crecía y las discusiones también, y mi percepción de estar frente a la
"fabricación de un juicio" fue creciendo hasta transformarse en
convicción. Ocurre entonces un hecho determinante, como fue la memorable
reunión donde declaró el Dr. Claudio Lifschitz, quien fuera Secretario del Juez
Juan José Galeano y diera cuenta de las graves irregularidades cometidas por el
Juez y varios de sus funcionarios.
En
esa declaración, que duró horas, fue como si de repente todas las piezas de un
rompecabezas que no podía armar se unieran para llegar a una sola conclusión:
estábamos ante el fraude material y procesal más importante del que se tenga
memoria. Tan importante fue esa declaración, que a raíz de la misma se inicia
una segunda causa por encubrimiento contra los funcionarios que se desempeñaban
en la época del atentado.
Podría
contar numerosos hechos y discusiones, pero todo se condensa en el tercer
informe de la comisión, que firmé en soledad y con disidencia total, afirmando
que ya no tenía dudas, que nada de lo hecho y actuado por el Juez Galeano
pasaría por la prueba del juicio oral y público. Ya se sabe, los papeles
aguantan cualquier cosa. Las pruebas son otra cosa.
Desgraciadamente
no me equivoqué. En el año 2004 el Tribunal Oral Federal Nº 3 demolió,
literalmente, el expediente de Galeano, y todo volvió a fojas cero en la causa
principal.
Sin
embargo, en el año 2000, se inicia formalmente la causa de encubrimiento a raíz
de las declaraciones públicas del Dr. Lifschitz. La causa estuvo paralizada
durante años y el Juez a cargo Claudio Bonadío fue apartado, recayendo la misma
en el juzgado del Dr. Lijo. Hoy, después de casi ¡15 años! de iniciada la causa
de encubrimiento y 12 excusaciones de magistrados, se presume que
"posiblemente" (el encomillado no es casual) se inicie el juicio oral
y público este año. Los imputados son:
Juan
José Galeano (ex juez): por los delitos de peculado por malversación de
caudales públicos, coacción, falsedad ideológica de documento público,
privación abusiva de la libertad, encubrimiento, violación de medios de prueba
y prevaricato.
Hugo
Alfredo Anzorreguy (ex Secretario de Inteligencia): por los delitos de
peculado, encubrimiento, abuso de autoridad y falsedad ideológica de documento
público.
Ramón
Gabriel Müllen y José Carlos Barbaccia (ex fiscales): por los delitos de
privación abusiva de la libertad agravada, peculado y coacción.
Carlos
Alberto Telleldín (reducidor de autos), Víctor Stinfale (abogado), Ana María
Boragni (pareja de Telleldín), Rubén Ezra Beraja (ex Presidente de la DAIA),
Patricio Finnen (ex agente de la SIDE): Por el delito de peculado.
Carlos
Saúl Menem: por los delitos de encubrimiento, falsedad ideológica, violación de
medios de prueba y abuso de autoridad.
José
Alberto "el fino" Palacios (ex PFA): por los delitos de
encubrimiento, abuso de autoridad y violación de medios de prueba.
Juan
Carlos Anchézar (ex Subsecretario de Inteligencia): por los delitos de
encubrimiento, abuso de autoridad y falsedad ideológica.
Carlos
Antonio Castañeda (ex PFA): por los delitos de encubrimiento, abuso de
autoridad, violación de medios de prueba y falsedad ideológica.
Resta
indagar a un grupo de Secretarios de Galeano y al Dr. Carlos Corach quien fuera
sobreseído por el Juez Lijo, pero revocada dicha sentencia por la Cámara de
alzada.
Curiosa
y sugestivamente, cuando está a punto de iniciarse el juicio oral y público por
encubrimiento, largamente demandado por la sociedad en general y los familiares
en especial, surge el intento de convertir al Gobierno que más ha hecho por el
esclarecimiento del atentado, no sólo en apertura de archivos, relevo del
impedimento para declarar por parte de agentes de inteligencia, asignación de
recursos humanos y económicos como nunca antes había contado la investigación,
reclamos, presentaciones y actuaciones en el orden internacional y ante la ONU
sin precedentes, que ningún otro Presidente había hecho. Repito, curiosa y
sugestivamente se intenta convertir, 21 años más tarde, en encubridores por
tratar de que se le pueda tomar declaración a los imputados iraníes mediante un
Tratado Internacional aprobado por ley del Congreso.
Me
parece que es demasiado. No se puede violar la ley con la aprobación del
Congreso. No se puede violar la ley cuando lo que se quiere es que declaren los
imputados, sobre todo porque es la única manera de que la causa salga del
estancamiento y retroceso de casi 21 años. O acaso no se recuerda cuando en
cumplimiento de las alertas rojas logradas durante nuestro Gobierno contra los
iraníes acusados fue detenido por Interpol en Londres, el ex Embajador iraní
ante Argentina Heidi Solimanpur, y la justicia inglesa lo liberó por falta de
pruebas debiendo pagar la Argentina USD 25.000 de indemnización.
Podría
mencionar las recientes declaraciones del ex Director General de la Interpol
que intervino en toda la etapa de las alertas rojas u órdenes de detención o
del Departamento Legal que opinó sobre el Memorándum, diciendo que era
conveniente para el esclarecimiento del atentado.
Pero
creo que lo más importante es advertir que se intenta hacer con el juicio de
encubrimiento lo que se hizo con el juicio principal 21 años atrás: desviar,
mentir, tapar, confundir. Si en aquel juicio "desaparecían" los
cassettes que probarían que la SIDE estaba al tanto de que se estaba preparando
un atentado, ahora "aparecen" cassettes de personajes públicamente
simpatizantes de Irán a los que ni siquiera es necesario intervenir un teléfono
para saber lo que hacen o lo que piensan. Basta con encender la radio y
escucharlos, o mirar televisión y leer los diarios.
Y
aquí es donde comienzan los interrogantes:
¿Quién
fue el que ordenó volver al país al Fiscal Nisman el día 12 de enero, dejando
inclusive a su pequeña hija sola en el aeropuerto de Barajas, interrumpiendo
vacaciones familiares y licencia en el trabajo que habían comenzado el 1º de
enero y debían finalizar más allá del 20?
¿Quién puede creer que alguien que tenía tan grave denuncia institucional contra la Presidenta, su Canciller, que profesa la fe judía, o contra el Secretario General de una organización juvenil que cuando ocurrió el atentado estaba en 5º año del secundario, se fue de vacaciones y de repente las interrumpe y en plena feria judicial, sin avisarle al Juez de la causa, presenta una denuncia de 350 fojas que evidentemente debía tener preparadas con anterioridad?
¿Quién puede creer que alguien que tenía tan grave denuncia institucional contra la Presidenta, su Canciller, que profesa la fe judía, o contra el Secretario General de una organización juvenil que cuando ocurrió el atentado estaba en 5º año del secundario, se fue de vacaciones y de repente las interrumpe y en plena feria judicial, sin avisarle al Juez de la causa, presenta una denuncia de 350 fojas que evidentemente debía tener preparadas con anterioridad?
¿O
será que alguien se las dio cuando volvió? Que por una de esas raras casualidades
es al día siguiente de la marcha en Francia por los actos terroristas en París.
¿Es
casualidad también que ese mismo día 12, que el Fiscal regresa imprevistamente
al país, el diario Clarín titula: "Más de 4 millones, de pie contra el
terror en Francia".
¿Es
casualidad que al día siguiente, martes 13, y casi secuencialmente, el mismo
diario titule en su tapa: "Timerman recibió orden de no asistir a la gran
marcha en París"? Desmentida por la presencia del Canciller y nuestra
Embajadora en la marcha.
¿Es
casualidad que el miércoles 14 el Fiscal presenta ¿su? escrito de 350 páginas
sin avisarle a Canicoba Corral, Juez de la causa principal, y directamente las
remita al Juez Lijo? Sí, el mismo que sobreseyó a Corach por encubrimiento.
¿Es
casualidad que la tercera tapa secuencial de Clarín sea precisamente este
hecho?
¿Cómo
pueden decir que el Fiscal volvió porque temía que la Procuradora lo removiera
de su cargo si el propio Nisman admitió, nada más ni nada menos que en TN (el
cable del monopolio y feroz detractor de la Procuración), que la Dra. Gils
Carbó lo llamó para ofrecerle más protección y si necesitaba más custodia?
Como
decía al principio: interrogantes que el Poder Judicial DEBE investigar, como
también el hecho de que sea un empleado de la fiscalía el que le suministra el
día sábado el arma calibre 22 que le provoca la muerte. ¿Para defensa? ¿Un arma
calibre 22? Cuando el fiscal vivía en la Torre Le Parc de Puerto Madero, con
sistemas de vigilancia inteligentes, con códigos de ingreso, monitoreo de
cámaras y custodia constante de Prefectura, y contaba además con custodia
propia de 10 agentes de la Policía Federal.
Hoy
más que nunca, no se debe permitir que una vez más se intente hacer con el
juicio de encubrimiento lo que ya se hizo con la causa principal. Porque se
descubrirá a los autores del atentado cuando se sepa quiénes los encubrieron.
En Argentina todavía debemos remarcar lo más obvio y simple.
Creo
que los argentinos nos merecemos no ser tan subestimados en nuestra
inteligencia y mucho menos cuando 85 víctimas y sus familiares todavía esperan
justicia después de 21 años.
Cristina
Fernández de Kirchner
Presidenta
de la Nación Argentina
19-01-2015
– 20,50 Hs.