EL PAPA EN EL
DÍA DE REYES: JESÚS ESTÁ EN TODOS LOS HERMANOS Y HERMANAS MÁS PEQUEÑOS QUE
SUFREN
Queridos amigos,
les ofrecemos el texto completo de la homilía del Papa Francisco en la Misa de
la Solemnidad de la Epifanía del Señor:
"Ese Niño,
nacido de la Virgen María en Belén, vino no sólo para el pueblo de Israel,
representado en los pastores de Belén, sino también para toda la humanidad,
representada hoy por los Magos de Oriente. Y precisamente hoy, la Iglesia nos
invita a meditar y rezar sobre los Magos y su camino en busca del Mesías.
Estos Magos que
vienen de Oriente son los primeros de esa gran procesión de la que habla el
profeta Isaías en la primera lectura (cf. 60,1-6). Una procesión que desde
entonces no se ha interrumpido jamás, y que en todas las épocas reconoce el
mensaje de la estrella y encuentra el Niño que nos muestra la ternura de Dios.
Siempre hay nuevas personas que son iluminadas por la luz de la estrella, que
encuentran el camino y llegan hasta Él.
Según la tradición,
los Magos eran hombres sabios, estudiosos de los astros, escrutadores del
cielo, en un contexto cultural y de creencias que atribuía a las estrellas un
significado y un influjo sobre las vicisitudes humanas. Los Magos representan a
los hombres y a las mujeres en busca de Dios en las religiones y filosofías del
mundo entero, una búsqueda que no acaba nunca. Hombres y mujeres en búsqueda.
Los Magos nos
indican el camino que debemos recorrer en nuestra vida. Ellos buscaban la Luz
verdadera: «Lumen requirunt lumine», dice un himno litúrgico de la Epifanía,
refiriéndose precisamente a la experiencia de los Magos; «Lumen requirunt
lumine». Siguiendo una luz ellos buscan la luz. Iban en busca de Dios. Cuando
vieron el signo de la estrella, lo interpretaron y se pusieron en camino,
hicieron un largo viaje.
El Espíritu
Santo es el que los llamó e impulsó a ponerse en camino, y en este camino
tendrá lugar también su encuentro personal con el Dios verdadero.
En su camino,
los Magos encuentran muchas dificultades. Cuando llegan a Jerusalén van al
palacio del rey, porque consideran algo natural que el nuevo rey nazca en el
palacio real. Allí pierden de vista la estrella. Cuántas veces se pierde de
vista la estrella. Y encuentran una tentación, puesta ahí por el diablo, es el
engaño de Herodes. El rey Herodes muestra interés por el niño, pero no para
adorarlo, sino para eliminarlo.
Herodes es un
hombre de poder, que sólo consigue ver en el otro a un rival. Y en el fondo,
también considera a Dios como un rival, más aún, como el rival más peligroso.
En el palacio los Magos atraviesan un momento de oscuridad, de desolación, que
consiguen superar gracias a la moción del Espíritu Santo, que les habla
mediante las profecías de la Sagrada Escritura. Éstas indican que el Mesías
nacerá en Belén, la ciudad de David.
En este momento,
retoman el camino y vuelven a ver la estrella. El evangelista apunta que
experimentaron una «inmensa alegría» (Mt 2,10), una verdadera consolación.
Llegados a Belén, encontraron «al niño con María, su madre» (Mt 2,11). Después
de lo ocurrido en Jerusalén, ésta será para ellos la segunda gran tentación:
rechazar esta pequeñez. Y sin embargo: «cayendo de rodillas lo adoraron»,
ofreciéndole sus dones preciosos y simbólicos. La gracia del Espíritu Santo es
la que siempre los ayuda. Esta gracia que, mediante la estrella, los había
llamado y guiado por el camino, ahora los introduce en el misterio.
Esta estrella
que les ha acompañado durante el camino los introduce en el misterio. Guiados
por el Espíritu, reconocen que los criterios de Dios son muy distintos a los de
los hombres, que Dios no se manifiesta en la potencia de este mundo, sino que
nos habla en la humildad de su amor. El amor de Dios es grande, sí. El amor de
Dios es potente, sí. Pero el amor de Dios es humilde, muy humilde. De ese modo,
los Magos son modelos de conversión a la verdadera fe porque han dado más
crédito a la bondad de Dios que al aparente esplendor del poder.
Y ahora nos
preguntamos: ¿Cuál es el misterio en el que Dios se esconde? ¿Dónde puedo
encontrarlo? Vemos a nuestro alrededor guerras, explotación de los niños,
torturas, tráfico de armas, trata de personas… Jesús está en todas estas
realidades, en todos estos hermanos y hermanas más pequeños que sufren tales
situaciones (cf. Mt 25, 40.45). El pesebre nos presenta un camino distinto al
que anhela la mentalidad mundana. Es el camino del anonadamiento de Dios, de
esa humildad del amor de Dios que se abaja, se anonada, de su gloria escondida
en el pesebre de Belén, en la cruz del Calvario, en el hermano y en la hermana
que sufren.
Los Magos han
entrado en el misterio. Han pasado de los cálculos humanos al misterio, y éste
es el camino de su conversión. ¿Y la nuestra? Pidamos al Señor que nos conceda
vivir el mismo camino de conversión que vivieron los Magos. Que nos defienda y
nos libre de las tentaciones que oscurecen la estrella. Que tengamos siempre la
inquietud de preguntarnos, ¿dónde está la estrella?, cuando, en medio de los
engaños mundanos, la hayamos perdido de vista.
Que aprendamos a
conocer siempre de nuevo el misterio de Dios, que no nos escandalicemos de la
“señal”, de la indicación, de aquella señal anunciada por los ángeles: «un niño
envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12), y que tengamos la
humildad de pedir a la Madre, a nuestra Madre, que nos lo muestre.
Que encontremos
el valor de liberarnos de nuestras ilusiones, de nuestras presunciones, de
nuestras “luces”, y que busquemos este valor en la humildad de la fe y así
encontremos la Luz, Lumen, como han hecho los santos Magos. Que podamos entrar
en el misterio. Que así sea".
Fuente: News.va Español