Biografía de Esteban Echeverría:
Nació el 2 de septiembre de 1805 en Buenos Aires. Era hijo de doña María
Espinosa (argentina) y de José Domingo Echeverría (vasco español). Durante su
primera infancia perdió a su madre. Estudia varios años en el Colegio de
Ciencias Morales; lo abandona a fines de 1823, a pesar de haber sido estudiante
aplicado. Ingresa como dependiente en la fuerte casa comercial Lezica Hermanos.
Como su primera juventud fue en extremo borrascosa y desarreglada, resuelve
regenerarse moralmente y completar su educación en Europa.
Esa ausencia de
la patria (1825-1830) le es muy provechosa. En París sigue los cursos más
variados, se familiariza con las tendencias literarias ideológicas en boga,
forma una sólida cultura de carácter enciclopédico y se asimila infinidad de
obras en francés e inglés. Con ese importante bagaje retorna a la ciudad natal
(junio de 1830) totalmente transformado. Introduce en el Plata el romanticismo
literario, suscitando una fecunda renovación, y formula la doctrina del
liberalismo político, impregnado de altas preocupaciones sociales y
pedagógicas.
En 1831 publica
sus primeros versos en diarios porteños, por más que en el viejo continente se
ejercitara en escribirlos. En 1832 aparece anónimamente su poema Elvira. La
indiferencia con que se le recibe contrasta con el desbordante entusiasmo y la
cálida simpatía que suscitan después los Consuelos (1834) y sus Rimas (1837),
donde inserta la Cautiva, su mejor obra en verso.
En 1837 -según
las mejores averiguaciones- se abre el Salón Literario en la librería de don
Marco Sastre, el futuro educacionista y autor de Tempe Argentino. En el Salón
se leen trabajos, se diserta y discute. Echeverría es uno de sus grandes animadores.
Como Rosas ordena la clausura del Salón, Echeverría funda en su reemplazo una
sociedad secreta, la Asociación de Mayo, a la manera de la Joven Italia, de
Mazzini. El propio Echeverría y otros miembros conspicuos señalan el año 1837
como el de la fundación de la nombrada sociedad, pero investigaciones recientes
permites establecer que tal cosa acaece recién el 8 de julio de 1838. La
Asociación tiene filiales en las provincias de Córdoba, Tucumán y San Juan. En
sus filas militan la mayoría de los hombres que volvieron a organizar la
República después de Caseros, sobre la base de los principios expuestos en su
seno por Echeverría, y desarrollados en el Dogma Socialista obra publicada en
el Indicador, de Montevideo, el 1° de enero de 1839, y tirada aparte, con
algunas modificaciones, en 1846, en la capital uruguaya, precedida de la Ojeada
Retrospectiva.
Durante algún
tiempo Echeverría se dedica a las tareas rurales en su estancia "Los
Talas", cerca de Luján. Era una temeridad quedarse por más tiempo en el país.
Entonces emigra al Uruguay (fines de 1840). Inicia también en entre nosotros
los estudios de sociología y economía americanas y los de estética literaria.
Del resto de su producción cabe mencionar especialmente su espléndido cuanto
realista "El matadero", el primero en su género escrito en el Plata,
y su "Manual de Enseñanza Moral" para las escuelas primarias (1846).
Desde la
adolescencia tiene que luchar contra la enfermedad. Sufre continuamente de los
nervios y lo persigue su afección cardíaca. Falleció en Montevideo el 19 de
enero de 1851.
Las obras
completas de Echeverría fueron compiladas por su entrañable amigo, don Juan
María Gutiérrez, en Buenos Aires (1870-1874), casa editorial Casavalle.
Poema: La Ausencia
Fuese el hechizo
del alma mía,
y mi alegría
se fue también:
en un instante
todo he perdido,
¿dónde te has ido
mi amado bien?
Cubrióse todo
de oscuro velo,
el bello cielo,
que me alumbró;
y el astro hermoso
de mi destino,
en su camino
se oscureció.
Perdió su hechizo
la melodía,
que apetecía
mi corazón.
Fúnebre canto
sólo serena
la esquiva pena
de mi pasión.
Doquiera llevo
mis tristes ojos,
hallo despojos
del dulce amor;
doquier vestigios
de fugaz gloria,
cuya memoria
me da dolor.
Vuelve a mis brazos
querido dueño,
sol halagüeño
me alumbrará;
vuelve tu vista,
que todo alegra,
mi noche negra
disipará.
Fuese el hechizo
del alma mía,
y mi alegría
se fue también:
en un instante
todo he perdido,
¿dónde te has ido
mi amado bien?
Cubrióse todo
de oscuro velo,
el bello cielo,
que me alumbró;
y el astro hermoso
de mi destino,
en su camino
se oscureció.
Perdió su hechizo
la melodía,
que apetecía
mi corazón.
Fúnebre canto
sólo serena
la esquiva pena
de mi pasión.
Doquiera llevo
mis tristes ojos,
hallo despojos
del dulce amor;
doquier vestigios
de fugaz gloria,
cuya memoria
me da dolor.
Vuelve a mis brazos
querido dueño,
sol halagüeño
me alumbrará;
vuelve tu vista,
que todo alegra,
mi noche negra
disipará.