Biografía de
Miguel Cané: Nació en Montevideo el 27 de enero de 1851. Su padre, Miguel Cané,
uno de los miembros del Gabinete de Lectura, se había alejado del país en 1835
debido a la tristeza que le inspiraba el gobierno de Rosas. Miguel Cané (hijo)
se benefició más tarde con la cláusula de la ley de ciudadanía, dictada en
1869, que permitió optar por la nacionalidad Argentina a todos aquellos que
hablan nacido de padres argentinos en las repúblicas vecinas durante la época
de Rosas.
En realidad,
Cané llegó a Buenos Aires cuando sólo contaba dos años de edad, ya que su
familia regresó a la patria poco después de la batalla de Caseros. Hizo sus
estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires, cuyo recuerdo le
inspiró más tarde la redacción de su más famoso libro, Juvenilia, siguió la carrera de derecho en la Facultad de la
misma ciudad y se recibió de abogado en 1872. La política y el periodismo le
atrajeron desde su juventud y fue así como colaboró en La Tribuna, periódico de los Varela, que sostenía al partido
autonomista de Alsina, y en El
Nacional, entre cuyos redactores se hallaban Sarmiento y Vélez
Sársfield.
Fue diputado
nacional en 1875 y mis tarde senador por la Capital. Desempeñó los cargos de:
Director General de Correos y Telégrafos en 1880, e Intendente Municipal de la
Ciudad de Buenos Aires en 1892, ministro de Relaciones Exteriores y luego del
Interior bajo la presidencia de Luis Sáenz Peña, y primer decano de la Facultad
de Filosofía y Letras en 1900. Alternando con estas funciones sedentarias, fue
sucesivamente embajador en Colombia y Venezuela en 1881 en Austria-Hungría en
1883, en Alemania en 1881, en España en 1886 y en Francia en 1901,
satisfaciendo así su temperamento diplomático y su afición por los viajes.
Falleció en Buenos .aires el 5 de setiembre de 1905.
Miguel Cané
perteneció a esa famosa generación del 80, considerada como talentosa y
despreocupada, afortunada y frívola, ardientemente Argentina y placenteramente
cosmopolita. Sus amigos, Carlos Pellegrini, Aristóbulo del Valle, Roque Sáenz
Peña, Lucio V.-López, Eduardo Wilde, Bartolomé Mitre y Vedia, le estimaron como
maestro debido a su gusto refinado y a su gran influencia social, y así también
le apreció el gran mundo porteño por sus obras sencillas, de tono familiar, y
sus amenas conversaciones llenas de frescura y de gracia.
Estas indudables
y atrayentes cualidades no perjudicaron, por su aparente superficialidad, a
Miguel Cané en su papel de miembro de la clase gobernante de entonces, sea como
legislador o como representante diplomático. Perteneció a la época de Roca, y
luchó desde la prensa y el parlamento por la legislación laica.
La educación
común y la separación de la Iglesia y del Estado. Fue autor del proyecto de la
ley No 4.144, llamada "ley de residencia", que el Congreso Nacional
sancionó el 22 de noviembre de 1902, para autorizar al Poder Ejecutivo a
expulsar a los agitadores extranjeros que fomentaban conflictos obreros en el
país.
Cané se interesó
también por la enseñanza y fue partidario de un retorno a la cultura humanista,
bregando por el estudio de los clásicos griegos y romanos. Este último aspecto
de su personalidad complementa su figura de hombre provisto de gusto artístico,
de cultura y de cierta filosofía mundana que no se basa en la información
copiosa sino en el conocimiento de la vida. Sus obras fueron escritas como pasatiempos
en los escasos momentos que le dejaron libres la política y la diplomacia, la
tertulia familiar y el club social. Mucho de su producción se encuentra
dispersa en forma de colaboración periodística en La Prensa, La Nación
y El País, además de los diarios
de combate mencionados anteriormente. Se destacó también como orador persuasivo
en la polémica parlamentaria y en la disertación académica. Siendo decano de la
Facultad de Filosofía y Letras, pronunció dos de sus discursos más famosos: El espíritu universitario y La enseñanza clásica.
En otros
géneros, especialmente en los ensayos, tenemos de él un libro titulado
justamente Ensayos, publicado
en 1877. en el que, pese a sus veintiséis años de edad, Cané demuestra ser un crítico
y un observador. Relata en esta obra sus primeros viajes a través de
narraciones que algunos han estimado extravagantes. Llama sobremanera la
atención la consideración con que trata en esta obra a Sarmiento, a quien
proclama genio de la prensa argentina, siendo como lo era Cané admirador
habitual de las letras inglesas y francesas. Siguió con la serie de impresiones
de viajes en A distancia,
aparecido en 1882, y con En viaje,
de 1884, libro en que cada capítulo fluye la delicadeza de las ideas y la
sencillez de la expresión. Se trata en En
viaje de los viajes de Miguel Cané por Colombia y Venezuela, y ha
quedado como pieza de antología su descripción de la pintoresca navegación a lo
largo del río Magdalena. En Charlas
literarias, publicado en 1885, figuran estudios sobre las obras de
Shakespeare y de Dickens.
En Notas e impresiones, aparecida en
1901, se recopilaron los artículos literarios que Cané enviaba desde París al
diario La Prensa con el
seudónimo de "Travel".
Prosa ligera,
editada en 1903, continúa la serie de crítica literaria, pero dedicada ahora a
la producción española y argentina. El arte español, título de uno de sus
capítulos, debía, según se afirma, servir de base para un estudio más extenso
sobre las pinturas de Velázquez. La obra capital de Miguel Cané en cuanto a crítica
literaria es el Enrique IV de
Shakespeare, publicado en 1900, con una traducción castellana del texto inglés,
producción interesante por su información y por las ideas que allí campean.
Pero la
celebridad popular de Miguel Cané se debe especialmente a su libro titulado
Juvenilia, aparecido en 1882, obra meritoria en un género que, en realidad,
escapa a toda clasificación.
En sus páginas sin pretensiones literarias ha
dejado Cané sus nostalgias de juventud y sus alegrías de estudiante travieso.
Para una Argentina que vive hoy a más de cien años de su nacimiento, este libro
conserva la frescura de una simpatía incapaz de marchitarse.