volantes, y hasta salí en la tapa de la Opinión Austral cuando Balbín llevó una
ofrenda al general San Martín en la plaza del pueblo.
Nuestra casa de
Río Gallegos era, literalmente, un comité, lleno de boinas, banderas y fotos de
Balbín. Recuerdo particularmente la amargura de la derrota, el 11 de marzo de
aquel año. Jorge Cepernic, el candidato por el peronismo, había ganado la
gobernación con un contundente 47,9 por ciento. Estuvimos varios días comiendo
la torta gigante que se había preparado para el festejo que nunca fue: el
escudo radical de repostería se iba desvaneciendo, tajada tras tajada.
Eran tiempos de
fuerte agitación y de pasiones políticas. La confitería Le Mans, en la Galería
Roca, propiedad de mi viejo, era el centro de acaloradas contiendas. Militantes
y simpatizantes desarrollistas, del Partido Federal, radicales y peronistas se
trenzaban en discusiones mientras corrían ríos de café y el humo de los
cigarrillos no dejaba respirar. Porque en el sur la política era así, se
debatía en los cafés y confiterías como la Mónaco o la Carreras. El ex
presidente Raúl Alfonsín, entonces rival de Balbín en la interna radical,
también frecuentó aquellas tribunas de discusión, procurando sumar
correligionarios a su causa de Renovación y Cambio.
Pocos meses
después, el clima se fue enrareciendo. El entonces joven militante peronista
Néstor Kirchner fue detenido en la Le Mans. Mi viejo trató de interceder ante
las fuerzas represivas y terminaron los dos detenidos, el radical y el
peronista. Me vienen a la memoria los llamados angustiosos que hacía mi familia
para saber las causas de la detención, los amigos y dirigentes que se acercaban
a preguntar por qué los tenían incomunicados, hasta que dimos con ellos. Los
termos de café, algo de comida y las frazadas fueron elementos vitales que les
llevamos para combatir el paralizante frío patagónico. Felizmente, la cosa no
pasó a mayores y al mes los largaron, quedando entre ellos una relación de
respeto y afecto que perduró.
La otra noche,
cuando vi a Casey Wander, el nene de 11 años que fue entrevistado por tevé en
el homenaje a Néstor Kirchner, hablar con tanta pasión, recordé aquellos
tiempos, esa adrenalina contagiosa, esa marea que es la militancia. Y no
importa ser pequeña o pequeño, se puede sentir lo mismo. Lo que no se puede
concebir es el maltrato en los medios y en las redes sociales que recayó sobre
el chico. Casey estaba ejerciendo su derecho a opinar y a ser escuchado,
consagrado en todas las leyes de Protección Integral de la Infancia.
Lo que tiene que
horrorizarnos es que los niños de esa edad sean violados y que tengamos niñas
de 10 y 11 años embarazadas, o que consuman paco, o que la policía los utilice
para robar y mueran asesinados en nuestras calles o sean explotados con trabajo
esclavo en los campos o en talleres clandestinos. A esos pibes de 11 años
algunos medios de comunicación sólo dedican notas estigmatizantes o
invisibilizan su problemática y piden a gritos que bajen la edad de
imputabilidad. Porque estar presos a los 11 da bien, pero expresar ideas
políticas es un horror.
Por
Claudia Fernández Chaparro
Especialista
en Infancia.
Fuente: Página/12 – sección sociedad - sábado 1º/11/2014.-
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-258865-2014-11-01.html