Carlos Saavedra
Lamas, el primer Premio Nobel de la Paz Argentino
A mediados de la década
de 1930, Estados Unidos enfrentaba una gran preocupación: ¿cómo asegurar y
consolidar, ante una nueva e inminente guerra mundial y el fracaso evidente de
la Sociedad de las Naciones, su influencia sobre el continente americano? La
Conferencia Interamericana de Consolidación de la Paz, a realizarse en Buenos
Aires, en diciembre de 1936, era una segura respuesta. Sin embargo, los
enviados norteamericanos a la conferencia encontraron una intransigente
oposición del canciller argentino, Carlos Saavedra Lamas, flamante Premio Nobel
de la Paz. El país mantenía todavía fuertes vínculos con Europa, principalmente
con Gran Bretaña, como para entregarse abiertamente a los intereses
norteamericanos. Para Estados Unidos, la conferencia frustró sus más amplias
expectativas. Descendiente de Cornelio Saavedra, hijo de
un gobernador bonaerense, diputado nacional en varias oportunidades, ministro
en otras tantas, hombre del conservadurismo argentino, filiado primero al
Partido Autonomista Nacional y luego a la Concordancia, el canciller argentino
había sido notificado de la obtención del distinguido premio internacional en
junio de 1936, por el motivo de haber coordinado la comisión internacional de
mediación en la cruenta Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay, garantizando
el armisticio del 12 de junio de 1935, y por la redacción del Pacto Antibélico
(Tratado de No Agresión y Conciliación), que fue firmado por 21 países en 1933.
Sin embargo, la falta de originalidad en algunos artículos, su presunción
personal y las especulaciones tejidas para lograr el premio, le valieron algún
cuestionamiento de la distinción. En
ocasión del aniversario de la obtención del Premio Nobel, recordamos las
palabras que ofreció durante la Conferencia Interamericana de 1936, donde
sostuvo la universalización de la organización de la paz frente a la idea
norteamericana de una regionalización del derecho internacional.
Fuente: Güemes documentado, Tomo II, pág. 304; en Luis Oscar Colmenares, Martín Güemes, el héroe mártir, Buenos Aires, Fundación CEPA,
1999.
"Nos
circunda un mundo inquieto y agitado. Densas nubes hay en sus horizontes. Se
cruzan a veces relámpagos. Vendrá, quizá, una gran tempestad, pero esta
tempestad nos encuentra unidos, dispuestos a nobles consultas, a intercambios
de ideas para resguardar nuestro continente de repercusiones que no podemos
admitir y para volvernos también a todos los horizontes, ofreciendo la
colaboración y la cooperación que estamos dispuestos a prestar a los grandes
ideales humanos que no tienen límites ni restricciones continentales."
Carlos Saavedra Lamas